Cáncer

Una alternativa para evitar la amputación por un sarcoma avanzado

La perfusión aislada de miembro permite administrar 20 veces más quimioterapia

Un equipo de la Fundación Jiménez Díaz, durante la intervención de perfusión aislada de extremidad
Un equipo de la Fundación Jiménez Díaz, durante la intervención de perfusión aislada de extremidadQUIRÓNSALUDLA RAZÓN

En el pasado, muchos sarcomas en las extremidades tanto superiores como inferiores se trataban mediante la amputación. Hoy, en cambio, el tratamiento estándar es cirugía para extirpar el tumor sin cortar brazos ni piernas. Esta cirugía conservadora se debe al avance de técnicas; un giro que «comenzó en los años 80», al demostrarse que, «combinando tratamientos adyuvantes –quimioterapia y radioterapia– con técnicas quirúrgicas más precisas, era posible controlar la enfermedad sin necesidad de amputar», explica el doctor César García-Mauriño Peñín, especialista del Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología de la Unidad Quirúrgica de Sarcomas del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, en Madrid.

Pero todavía así, en la actualidad siguen siendo necesarias ciertas amputaciones cuando el sarcoma está avanzado. Pero son «casos excepcionales. En los grandes centros de referencia, las amputaciones representan menos del 5% de todas las cirugías por sarcomas de extremidades, una reducción muy significativa si se compara con las cifras de hace tres o cuatro décadas, cuando superaban el 40%», destaca el doctor García-Mauriño.

Es decir, hoy la mayoría de los pacientes pueden conservar su extremidad sin comprometer la seguridad oncológica. Ahora bien, puede ser necesaria «cuando no sea posible lograr márgenes quirúrgicos seguros o estén afectadas estructuras vitales como vasos, nervios principales o masas musculares esenciales para la función», explica el especialista.

«También –prosigue el doctor García-Mauriño–, en recidivas múltiples o cuando los tratamientos previos han deteriorado gravemente los tejidos, haciendo inviable una reconstrucción fiable».

La Fundación Jiménez Díaz ha realizado con éxito el primer procedimiento de perfusión aislada de extremidad (ILP, por sus siglas en inglés) con factor de necrosis tumoral (TNF) registrado actualmente en un centro del Sistema Madrileño de Salud.

La ILP «es una técnica quirúrgica que permite administrar quimioterapia directamente en una extremidad sin que el medicamento circule por el resto del cuerpo», explica la doctora Montiel Jiménez Fuertes, jefa asociada del Servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo, de la misma unidad que el otro doctor.

«Mediante este procedimiento –continúa la doctora– podemos alcanzar concentraciones de quimioterapia hasta 20 veces superiores a las que serían tolerables por vía sistémica (es decir, a través de la circulación general del resto del cuerpo), logrando un efecto antitumoral muy potente, pero limitado a la zona afectada».

De esta manera, «se consigue reducir o eliminar el tumor y, en muchos casos, evitar la amputación del miembro», añade la doctora Jiménez.

Aunque su indicación principal, según la especialista, «son los sarcomas de tejidos blandos localmente avanzados o irresecables, también puede utilizarse en casos seleccionados de melanoma avanzado con metástasis en tránsito». Es decir, cuando aparecen múltiples lesiones cutáneas entre el tumor primario y los ganglios linfáticos de la región.

También se puede emplear frente a carcinoma epidermoide cutáneo o carcinoma de células de Merkel, pero su aplicación, según la doctora, «es más excepcional».

La Fundación Jiménez Díaz llevó a cabo esta pionera intervención el pasado mes de junio. Trataron, en concreto, a una paciente con sarcoma localmente avanzado, que evolucionó con buen estado general y sin complicaciones postoperatorias inmediatas.

El procedimiento, considerado de alta complejidad técnica, «suele durar entre tres y cuatro horas, y de ellas 60 minutos se emplean para la fase de perfusión propiamente dicha», explica la doctora Jiménez.

Se trata de un trabajo multidisciplinar. En este tipo de intervención participan activamente profesionales de Cirugía General, Cirugía Ortopédica, Anestesia, Medicina Nuclear, Protección Radiológica, Oncología, Farmacia y perfusionistas, demostrando la coordinación y excelencia clínica del hospital.

Y eso repercute en el paciente. Así, la mayoría de ellos recuperan una buena calidad de vida y pueden retomar sus actividades cotidianas, según la doctora: «En los casos de sarcomas en la pierna, vuelven a caminar de forma independiente después del período de recuperación y rehabilitación, que suele durar entre varias semanas y unos pocos meses».

«Y en los casos de afectación del brazo –prosigue la doctora Jiménez–, los pacientes suelen recuperar la movilidad y la fuerza necesarias para tareas diarias como vestirse, asearse o coger objetivos, aunque a veces requieren fisioterapia intensiva».