Homenaje a la enfermería
Así es la radiografía de la enfermería en España
La situación actual de la profesión es sombría y preocupante, con falta de personal, con escaso reconocimiento y una deficiente organización
En España hay una grave escasez de enfermeras. Todos los datos e informes lo confirman, como los diferentes trabajos del Consejo General de Enfermería (CGE) publicados desde años atrás, los de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y los del Consejo Internacional de Enfermeras (CIE).
Y así lo recalcó el Ministerio de Sanidad en el informe «Situación actual y estimación de la necesidad de enfermeras en España 2024», que publicó a principios de año: pese a que hay 293.600 en la actualidad, faltan 100.000 de estas profesionales para llegar a la media de la Unión Europea, de 8,5 enfermeras por cada mil habitantes, mientras que en nuestro país la cifra oscila entre 6,1 y 6,3. Los datos son especialmente sangrantes si se comparan con Reino Unido –con una tasa de 8,70– y, especialmente, con Irlanda y Noruega, que alcanzan el 13,79 y el 15,62, respectivamente. «Lo demuestran todos los estudios y también el informe reciente del Ministerio de Sanidad, que ha ratificado lo que siempre hemos venido defendiendo: la atención y los cuidados que precisa la población están en riesgo», subraya Florentino Pérez Raya, presidente del CGE.
En este preocupante escenario hay una cifra prometedora: año a año, el número de profesionales de la enfermería crece en nuestro país: un 22,7% entre 2014 y 2022. Pero, como lamenta Pérez Raya, aún no es suficiente ya que, al ritmo actual, se tardarían entre 22 y 29 años en alcanzar la media de nuestros países vecinos. «Una previsión a la que, además, se le debe añadir un dato escalofriante que queda patente también en la encuesta del Ministerio: el 39,4% de las enfermeras españolas ha manifestado la intención de dejar la profesión en los próximos diez años», advierte, a lo que debe sumarse el progresivo envejecimiento de las profesionales, con numerosas jubilaciones próximas.
Fuga de talento
Uno de los principales retos, por tanto, es impedir que las enfermeras españolas emigren a Europa. ¿Cómo lograrlo? El presidente del CGE apuesta «por mejorar sus condiciones laborales, ofreciendo salarios más competitivos y creando programas de formación más accesibles y atractivos para los nuevos aspirantes de Enfermería». Un aspecto destacado, según apunta Pérez Raya, es que los motivos que hacen que las enfermeras emigren «están relacionados tanto con las condiciones laborales como con el desarrollo de competencias». Por este motivo, propone avanzar en reformas legislativas «que den seguridad jurídica y permitan el desarrollo profesional completo de las enfermeras en el ámbito del cuidado para la que están formadas». Así, considera que debe impulsarse la reforma de la Ley del Medicamento, del Estatuto Marco (que es la ley que regula las condiciones laborales de los profesionales del Sistema Nacional de Salud), del Estatuto Básico de Empleados Públicos y de la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias. «Estas normas deben modificarse y actualizarse a la profesión enfermera en el nivel que tiene en la actualidad», añade.
Diferencias entre comunidades
Otro elemento clave es la diferencia entre comunidades autónomas, con grandes diferencias entre ellas. Así, las ratios más altas corresponden a Navarra y País Vasco con 8,84 y 7,99 enfermeras por cada 1.000 habitantes, respectivamente, seguidas de Castilla y León (7,35). Las comunidades autónomas que muestran las ratios más bajas son Murcia (4,79), Galicia (5,13) y Comunidad Valenciana (5,46).
También llaman la atención las diferencias en carga de trabajo en Atención Primaria: por ejemplo, en Castilla-La Mancha y Extremadura la ratio de pacientes por enfermera es mucho más alta que en otras, con 2.000 y 1.800 pacientes, respectivamente, en las consultas de los médicos de cabecera. De nuevo, País Vasco y Navarra obtienen los mejores resultados, con unos 1.300 pacientes por enfermera.
Pérez Raya indica que con diferentes medidas pueden reducirse estas diferencias entre territorios en cuanto a número de enfermeras. «Son precisas políticas de estabilización laboral y planificación conjunta entre el estado y las autonomías. Además, es necesario reducir las brechas regionales en la dotación de enfermeras y en las diferencias salariales para asegurar una cobertura equitativa. Habría que homogeneizar las condiciones salariales y laborales básicas en todo el Sistema Nacional de Salud. La Ley de Ratios y la reforma del Estatuto Marco representan oportunidades clave para homogeneizar plantillas, mejorar condiciones y elevar la ratio nacional», expone.
La «España vacía» es un término que acuñó hace casi una década el escritor Sergio del Molino en su ensayo homónimo. Y esta es otra de las dificultades a las que se enfrenta el colectivo enfermero, con autonomías que atraen a muchas más enfermeras especialistas y matronas, como Cataluña, Comunidad de Madrid, Comunidad Valenciana, País Vasco y Navarra. Estas regiones también atraen a un mayor número de enfermeras generalistas. Las diferencias regionales no acaban ahí, ya que incluso hay desigualdades en cada una de ellas, con mayor concentración en las zonas urbanas. Así, dentro de una misma comunidad, la concentración de enfermeras especialistas (especialmente en áreas críticas como las Unidades de Cuidados Intensivos y en los servicios de Urgencias) puede ser elevada en las ciudades, pero escasa en las zonas rurales, lo que genera desigualdades.
Tampoco hay que pasar por alto la importancia de la especialización. En España hay siete especialidades de enfermería reconocidas: en Salud Mental, en Pediatría, Geriatría, en Salud del Trabajo, en Salud Familiar y Comunitaria y Médico-Quirúrgica, aunque esta última no llegó a desarrollarse por completo. Sin embargo, a pesar de que el cáncer es la primera causa de muerte en nuestro país, no existe todavía especialidad en este campo. La Sociedad Española de Enfermería Oncológica está trabajando para lograrlo, como explica su presidenta, Ángeles Peñuelas: «Para desempeñar nuestro papel de manera efectiva es indispensable que contemos con la formación específica en esta especialidad médica y que nos mantengamos actualizadas.
Salud mental
Por otro lado, surge otra pregunta constante: ¿quién cuida a quien nos cuida? Marimar García es una de las mayores expertas en este ámbito, en su condición de vocal de Salud Mental del CGE, presidenta del Consejo Andaluz de Enfermería y presidenta del Colegio de Enfermería de Almería. Y responde sin ambages: «La salud mental en España está en una situación crítica, con un aumento notable en los casos de ansiedad, depresión y trastornos relacionados con el estrés, especialmente tras la pandemia».
Otro asunto en el que insiste García es que no puede olvidarse que la propia salud mental de las enfermeras «también está en riesgo debido a la sobrecarga asistencial que padecen». Este problema, según datos que recalca, lo reconocen nueve de cada diez enfermeras, según la encuesta que el CGE presentó en 2024. Más cifras que deben tenerse en cuenta, extraídas también de este trabajo, son que más del 95% de los casi 10.000 profesionales que contestaron consideraba que tiene un volumen de trabajo alto o excesivo. Además, un 88,3% reconocía que esta presión en el trabajo les ha afectado «mucho o bastante» desde el punto de vista psicológico.
«La salud mental tras la pandemia es preocupante. Debemos trabajar mucho para recuperar las ganas de las enfermeras. Pero, sobre todo, las Consejerías de Sanidad y el Ministerio de Sanidad son quienes tienen que ponerse manos a la obra para fortalecer el Sistema Nacional de Salud. Lo hemos dicho muchísimas veces: sin enfermeras no hay salud. Y, sin salud, no hay futuro. Está en sus manos apostar de verdad por una profesión que siempre ha estado ahí y que cada vez está más al límite», denuncia García. Con este panorama, ¿cómo fomentar nuevas vocaciones ante la escasez de profesionales sanitarios, especialmente enfermeras? García apuesta porque se implementen estrategias «orientadas al desarrollo profesional, mejorando las condiciones laborales, facilitando el acceso a programas formativos y otorgando un reconocimiento social».