Estudio

El aumento de la esperanza de vida se frena

Un estudio publicado en "Nature Aging" respalda la idea de que el aumento de la esperanza de vida seguirá desacelerándose

Un hombre mayor apoya su mano sobre la de su mujer
Un hombre mayor apoya su mano sobre la de su mujerPIXABAY

Aunque la esperanza de vida al nacer todavía no ha alcanzado los niveles de antes de la pandemia en España (en 2022 fue de 83,1 años, y en 2019 83,5), es esperable que esta siga aumentando tal y como ha venido sucediendo gracias a dietas más saludables, fármacos innovadores, avances médicos y diferentes mejoras en la calidad de vida. Pero, ¿dónde está el techo? ¿Podremos llegar a vivir cien años como anunciaban años atrás los expertos?

Pues parece que el aumento de la esperanza de vida podría estar frenándose, según un estudio revisado por pares de la Universidad de Illinois en Chicago (UIC), publicado en "Nature Aging".

Así, después de casi duplicarse la esperanza de vida a lo largo del siglo XX (en los países desarrollados la población ganó 1,7 años entre 2006 y 2016, de los que tres cuartas partes se atribuyen a nuevos e innovadores medicamentos), este estudio recoge que la tasa de aumento se ha desacelerado considerablemente en las últimas tres décadas.

A pesar de los frecuentes avances en medicina y salud pública, la esperanza de vida al nacer en las poblaciones más longevas del mundo ha aumentado únicamente seis años y medio de promedio desde 1990, según el análisis.

Ese ritmo de mejora está muy por debajo de las expectativas de algunos científicos de que la esperanza de vida aumentaría a un ritmo acelerado en este siglo y que la mayoría de las personas nacidas hoy vivirán más de 100 años.

El artículo ofrece nuevas pruebas de que los seres humanos se están acercando a un límite biológico de la vida. Los mayores aumentos de la longevidad ya se han producido mediante esfuerzos exitosos para combatir las enfermedades, afirma en un comunicado el autor principal S. Jay Olshansky, profesor de la Escuela de Salud Pública de la UIC. Eso deja a los efectos dañinos del envejecimiento como el principal obstáculo para una mayor prolongación.

“La mayoría de las personas que viven hoy a edades más avanzadas viven en un tiempo que fue creado por la medicina”, dijo Olshansky, profesor de epidemiología y bioestadística.

Pero estos tratamientos médicos, prosigue, "están produciendo menos años de vida a pesar de que están ocurriendo a un ritmo acelerado, lo que implica que el período de rápidos aumentos en la expectativa de vida ya está documentado como terminado”.

Eso también significa que prolongar aún más la expectativa de vida mediante la reducción de enfermedades podría ser perjudicial, si esos años adicionales no son años saludables, añade Olshansky.

Este experto propone cambiar el enfoque hacia "esfuerzos que desaceleren el envejecimiento y prolonguen la expectativa de vida saludable”.

La expectativa de vida saludable es una métrica relativamente nueva que mide la cantidad de años que una persona está saludable, no solo viva.

El análisis, realizado con investigadores de la Universidad de Hawaii, Harvard y UCLA, es el último capítulo de un debate de tres décadas sobre los límites potenciales de la longevidad humana.

En 1990, Olshansky publicó un artículo en "Science" en el que sostenía que los seres humanos se estaban acercando a un límite de esperanza de vida de alrededor de 85 años y que los avances más significativos ya se habían logrado. Otros pronosticaron que los avances en medicina y salud pública acelerarían las tendencias del siglo XX hacia el siglo XXI.

Treinta y cuatro años después, la evidencia presentada en el estudio "Nature Aging 2024" respalda la idea de que el aumento de la esperanza de vida seguirá desacelerándose a medida que más personas se vean expuestas a los efectos perjudiciales e inmutables del envejecimiento.

Para llegar a esta conclusión, los autores del estudio analizaron datos de los ocho países con mayor esperanza de vida y Hong Kong, así como de Estados Unidos, uno de los pocos países que ha experimentado una disminución de la esperanza de vida en el período estudiado.

“Nuestros resultados refutan la idea convencional de que la longevidad natural de nuestra especie está en algún lugar en el horizonte, más allá de nosotros, con una expectativa de vida que supera la actual”, explica Olshansky.

“En cambio, está detrás de nosotros, en algún lugar en el rango de 30 a 60 años. Ahora hemos demostrado que la medicina moderna está produciendo mejoras cada vez más pequeñas en la longevidad, a pesar de que los avances médicos se están produciendo a una velocidad vertiginosa”, insiste.

Si bien es posible que más personas lleguen a los 100 años o más durante este siglo, esos casos seguirán siendo casos atípicos, sostiene Olshansky.

Esta conclusión contradice productos e industrias, como las empresas de seguros y de gestión de patrimonio, que cada vez más hacen cálculos basados ​​en suposiciones de que la mayoría de las personas vivirán hasta los 100 años, cuando "sólo un pequeño porcentaje de la población vivirá tanto tiempo en este siglo”, insiste Olshansky.

Pero el hallazgo no descarta que la medicina y la ciencia puedan producir más beneficios, afirma.

Los autores sostienen que puede haber un potencial más inmediato basado en mejorar la calidad de vida en edades más avanzadas en lugar de prolongarla. Es decir, mejorar la calidad de vida.

“Se trata de un techo de cristal, no de un muro de ladrillos”, pone como símil Olshansky.

“Hay mucho margen de mejora: para reducir los factores de riesgo, trabajar para eliminar las disparidades y alentar a las personas a adoptar estilos de vida más saludables, todo lo cual puede permitir que las personas vivan más tiempo y con más salud. Podemos derribar este techo de cristal de la salud y la longevidad" poniendo el foco en "frenar los efectos del envejecimiento”.