Deporte
¿Es bueno hacer ejercicio cuando tenemos agujetas? ¿o es mejor descansar?
Las agujetas son una buena señal, siempre y cuando no se intensifiquen demasiado, ni se prolonguen demasiado en el tiempo
Las agujetas, también conocidas como mialgia o dolor muscular tardío, tradicionalmente se han explicado como una acumulación de ácido láctico, que es un subproducto de la producción de energía en los músculos. También se pensaba que cuando el ácido láctico cristalizaba, producía dolor y daños en las fibras musculares. Hoy sabemos que no tiene nada que ver con esto, sino que -más bien- se debe a roturas microscópicas en las fibras musculares, que se producen cuando hacemos grandes esfuerzos físicos.
Las agujetas comienzan alrededor de las 12 horas tras la realización de un desempeño físico anormalmente grande. En condiciones normales, deberían desaparecer aproximadamente 72 horas después. Sin embargo, hasta que llegue ese momento, las molestias pueden resultar bastante incómodas e incluso limitantes. En esta situación, muchos se preguntan si deberían volver a hacer ejercicio, a pesar del dolor… o si es mejor mantener el reposo hasta que estén totalmente recuperados.
¿Debería descansar? ¿o volver a entrenar?
Si hemos vuelto a hacer ejercicio después de un tiempo, es importante que no perdamos la ilusión y que no dejemos de hacer deporte, aunque nos resulte un poco incómodo volver a ponernos en marcha. Esto no significa -en absoluto- que debamos descuidar el descanso. Cuando el dolor muscular es demasiado intenso, el reposo no sólo es aconsejable, sino que es obligado. Sin embargo, si podemos tolerar el movimiento, podemos entrenar. Y eso hará que la recuperación sea más rápida.
Tal y como explicó el entrenador personal Marti Baró, en una entrevista en Men’s Health, “aunque tu cuerpo te pida sentarte y no moverte más, tus músculos necesitan ejercicio ligero. Tu cuerpo necesita seguir en movimiento para poder facilitar la circulación de la sangre por los músculos cansados”. O sea, que sí es recomendable hacer deporte con agujetas, aunque de poca intensidad; de forma que se estimule la circulación sanguínea y, en consecuencia, se acelere la recuperación muscular.
Es muy importante, eso sí, dedicar unos minutos a calentar los músculos antes de comenzar el ejercicio. Comenzaremos con una rutina de estiramientos muy limitados e iremos subiendo, poco a poco, su intensidad. Una vez sintamos que hemos añadido un poco de tensión a los músculos y que ya están un poco más relajados, podremos añadir, también gradualmente, ejercicio cardiovascular. Como antes, comenzaremos con movimientos ligeros e iremos subiendo el ritmo poco a poco. De esta forma, tu cuerpo se adaptará a la progresión y el trauma físico será menor.
Y al igual que esta rutina de calentamiento es esencial al comienzo de la sesión de entrenamiento, también es fundamental que dediquemos unos minutos a estirar los músculos una vez finalizado el entrenamiento. Al estirar las fibras musculares, ayudamos a aliviar cualquier molestia generada por la tensión soportada durante el ejercicio.
Además de todo lo anterior, también existe una estrategia que nos puede resultar muy útil a la hora de reducir el dolor muscular: masajear los músculos afectados. Cuando ejercemos presión y masajeamos, conseguimos reducir sustancialmente la inflamación muscular y el dolor de las agujetas, así como estimular la circulación. Lo más recomendable es utilizar una crema de masajes especializada, porque suelen contener mentol y sustancias similares, que añaden un toque de frescor en la piel que ayuda a relajar la zona afectada.
En conclusión, las agujetas son normales después de hacer ejercicio y generalmente desaparecen en unos días. Si el dolor es tolerable, es recomendable hacer ejercicio de menor intensidad para estimular la circulación sanguínea y acelerar la recuperación muscular. Sin embargo, si el dolor es demasiado intenso, es aconsejable descansar y permitir que los músculos se recuperen por completo.
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