
Salud
Ni huevo podrido ni agua de rosas: ¿a qué deberían oler los pedos de una persona sana?
A pesar de que dicen los mitos populares, el aroma de las flatulencias son un indicador de salud gastrointestinal

Sabemos desde hace años que los gases producidos y expulsados a la atmósfera por el ganado tienen un efecto contaminante cuando se dan en grandísimas cantidades. Aunque pueda parecer una broma, algunos países como Nueva Zelanda ya obligan a pagar un 'impuesto por flatulencias' a los ganaderos. En Dinamarca, por otra parte, este año acordaron empezar a gravar también los gases producidos por los cerdos, vacas y otros animales a partir de 2030.
Aunque parezca una broma escatológica, lo cierto es que esta clase de mamíferos producen grandes cantidades de metano y dióxido de carbono en sus intestinos, que luego liberan a la atmósfera. Y aunque los seres humanos produzcamos principalmente nitrógeno y no tanto volumen de estos otros 'gases de efecto invernadero', el final de nuestro proceso digestivo también incrementa la contaminación.
A pesar de que los 'pedos' forman parte inevitable de la vida cotidiana de las personas, se perciben en nuestra cultura como un acto escatológico y 'de mala educación' expulsarlos frente a otras personas. Hay parejas tan puritanas que, incluso, evitan tirarse pedos uno delante del otro, a pesar de que lleven años compartiendo un espacio íntimo.

Esto ha llevado a ideas tan surrealistas como que 'las mujeres no hacen eso', como si el cuerpo de las hembras fuese un templo impoluto donde solo entra comida, pero no se expulsa nada. Hace algún tiempo que ese estereotipo se fue perdiendo, y sabemos que las mujeres se tiran tantos pedos o más que los hombres, afortunadamente. De no ser capaces de expulsar el increíble volumen de gases que produce nuestro cuerpo, podríamos llegar a inflarnos como un globo y padecer graves problemas de salud.
Ni huevo podrido ni agua de rosas: ¿a qué deberían oler los pedos de una persona sana?
Aunque bastante de mal gusto, va a resultar ser cierta aquella conocida consigna del 'mejor fuera que dentro', ya que tratar de retener en el cuerpo los gases puede acabar derivando en problemas de salud. En un momento de necesidad, lo mejor es apartarse o acudir a un baño y aliviarse expulsándolos, pero nunca guardarlos por demasiado tiempo.
En muchas ocasiones, de hecho, un exceso de gases puede venir producido por alguna clase de intolerancia o alergia a los alimentos, como a veces les sucede a las personas celíacas o intolerantes a la lactosa. 'El cuerpo es sabio', como quien dice, y a través de este y otros procesos naturales de nuestro organismo podemos cocer pistas sobre el estado de salud propio.

Y es que no solo es relevante la cantidad, también es fundamental la 'calidad' de una flatulencia. Que algunos huelan peor que otros, o que ni siquiera generen olor, no es casualidad, y viene determinado por la dieta y el estado de salud. En una reciente entrevista en el pódcast 'Tengo un Plan', el experto en salud digestiva Xavi Verdaguer daba las claves para identificar 'a qué debe oler un pedo'.
Así, el profesional de la 'medicina integrativa' contaba que, para una persona con una microbiota intestinal sana, el número normal y saludable de pedos expulsados en un día debería oscilar entre los 12 y los 25. Una cantidad mayor o menor podría estar indicando alguna clase de disfuncionalidad en el aparato digestivo o en enfermedad general.
Verdaguer explicaba que en el intestino de todo ser humano sano viven unas bacterias que le ayudan a fermentar las proteínas y otras los hidratos de carbono. Al digerir proteínas se producen flatulencias malolientes, pero al consumir mayormente hidratos de carbono, los gases casi no tendrán olor. Si se sigue una dieta equilibrada, por tanto, deberían darse pedos de los dos tipos: apestosos e inodoros.
Es fundamental mantener una vida sana y una alimentación prudente. Los pedos, aunque puedan ser desagradables, constituyen un buen indicador corporal del estado de salud interno y de la microbiota intestinal. Un exceso o ausencia de cualquiera de las dos clases de flatulencias podría venir derivado de problemas de salud o de un desequilibrio en la alimentación. Ante cualquier sospecha de estar sufriendo una anomalía o enfermedad, se recomienda acudir a un profesional.
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