Obesidad

El consejo de los especialistas a quienes compran por Internet los nuevos fármacos para adelgazar

Un estudio de gran tamaño demuestra el mayor riesgo de efectos gastrointestinales graves, en comparación con otros medicamentos para perder peso

Ozempic
Una caja de Ozempic (semaglutida) inyectable Efe

La llegada al mercado de los medicamentos llamados agonistas del GLP- 1 (glucarón 1) ha supuesto un cambio de paradigma en el tratamiento de la diabetes tipo 2 (DM2), pero también en la lucha contra la obesidad. Hablamos de la liraglutida, la semaglutida o la tirzepatida- más conocidos por sus nombres comerciales 'Wegovy', 'Ozempic', 'Mounjaro' y 'Saxenda'- fármacos que aseguran una pérdida de peso de hasta el 20% en seis semanas si se combinan con dieta sana y ejercicio.

Aunque la Agencia Europea del Medicamento (EMA), por el momento, sólo autoriza su uso para mejorar el control glucémico en el tratamiento de adultos con DM2 no suficientemente controlada con dieta y ejercicio, su uso se ha extendido entre las personas que quieren adelgazar, llegando al punto de poner en peligro el suministro de los mismos en varias ocasiones desde el año pasado para los diabéticos que los necesitan. Es Estados Unidos, por ejemplo, varios de ellos están autorizados por la FDA para perder peso.

Aunque los endocrinos y especialistas que los usan en su práctica clínica defienden que su existencia supone una verdadera revolución que puede cambiar las preocupantes cifras de obesidad en el mundo, las agencias reguladoras internacionales los miran con lupa y ya han abierto diversas investigaciones para examinar informes de efectos secundarios preocupantes o graves.

Los primeros en salir a la luz fueron los efectos gastrointestinales tales como la parálisis estomacal- que limita el paso de los alimentos del estómago al intestino delgado y provoca síntomas como vómitos, náuseas y dolor abdominal - la pancreatitis- inflamación del páncreas que puede causar dolor abdominal intenso y, en algunos casos, requerir hospitalización y cirugía- y la obstrucción intestinal- que provoca síntomas como calambres, hinchazón, náuseas y vómitos y, dependiendo de la gravedad, puede ser necesaria una intervención quirúrgica- en pacientes diabéticos. Aunque se reportaron como poco frecuentes, el tema era relevante porque los ensayos clínicos aleatorizados que examinaron la eficacia de los medicamentos para la pérdida de peso no fueron diseñados para capturar eventos gastrointestinales raros debido a sus pequeños tamaños de muestra y períodos de seguimiento cortos.

Por otro lado, el pasado mes de julio el comité de Evaluación de Riesgos de Farmacovigilancia (PRAC, por sus siglas en inglés) de la EMA inició una revisión de algunos de estos medicamentos porque presentaban riesgo de pensamientos suicidas y de autolesión asociados.

Ahora, los resultados del primer estudio epidemiológico de gran tamaño - 16 millones de personas- los relacionan con estos eventos gstrointestinales graves tanto en personas que los usan para perder peso como en diabéticos. Se trata de una nueva investigación de la Universidad de Columbia Británica (Canadá) en el que se examinaron los registros de reclamos de seguros de salud de aproximadamente 16 millones de pacientes estadounidenses y analizaron a las personas a las que se les recetó semaglutida o liraglutida entre 2006 y 2020.

Los investigadores incluyeron a pacientes con antecedentes recientes de obesidad y excluyeron a los que padecían diabetes o a los que se les había recetado otro fármaco antidiabético. Analizaron los registros para ver cuántos pacientes desarrollaban una de las cuatro afecciones gastrointestinales, y compararon esa tasa con la de los pacientes que tomaban otro fármaco para adelgazar, como bupropión-naltrexona. La investigación, publicada en la revista JAMA, mostro que, en comparación con el bupropión-naltrexona, los agonistas del GLP-1 se asociaron con 9 veces más riesgo de pancreatitis, un riesgo 4,22 veces mayor de obstrucción intestinal, y 3,67 veces mayor de parálisis estomacal.

El estudio también halló una mayor incidencia de enfermedad biliar, un grupo de afecciones que afectan a la vesícula biliar, pero la diferencia no resultó estadísticamente significativa. Los investigadores afirmaron que, aunque se trata de casos poco frecuentes, con millones de personas en todo el mundo que utilizan estos fármacos, podrían darse cientos de miles de casos.

"Estos fármacos son cada vez más accesibles, y es preocupante que, en algunos casos, la gente pueda simplemente ir a Internet y pedir este tipo de medicamentos sin tener una comprensión completa de lo que podría suceder. Esto va directamente en contra del mantra del consentimiento informado", afirmó el primer autor Mohit Sodhi, graduado del programa de medicina experimental de la UBC y estudiante de medicina de cuarto año de la UBC que estudia los acontecimientos adversos de los medicamentos prescritos habitualmente.

Mientras tanto, los investigadores esperan que los organismos reguladores y los fabricantes de medicamentos consideren la posibilidad de actualizar las etiquetas de advertencia de sus productos, que actualmente no incluyen el riesgo de gastroparesia. "Se trata de información esencial para que los pacientes puedan buscar atención médica a tiempo y evitar consecuencias graves", subrayó Sodhi.