Entrevista

Eva Hache: «Hablar de la menopausia hoy es como hacerlo de sexo hace 30 años»

Su nombre se asocia irremediablemente con el humor, pero ahora la vemos en otro perfil, protagonizando una campaña publicitaria sobre los riesgos de tener el colesterol elevado y de cómo este hecho afecta especialmente a las mujeres en la menopausia, al tiempo que comienza una nueva gira de monólogos por toda España.

Eva Hache
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¿Le preocupa la salud?

Sí. Yo creo que desde que abandonamos la adolescencia más tardía, que ahora ya suele llegar hasta los 30 y tantos, hay que ocuparse no para no tener que preocuparse.

En la campaña que protagoniza frente al colesterol se hace hincapié en su aumento en las mujeres tras la menopausia. Hasta hace poco no se hablaba mucho de este tema. ¿Por qué cree que la menopausia está dejando de ser tabú?

Todo lo que concierne a la salud de la mujer está muy supeditado a la creencia de que lo aguantamos todo y que tampoco pasa nada. Y creo que la menopausia es un punto más de todo eso. En cuestión de salud muy pocas veces las campañas se dirigen de una manera unisex, hacia los dos géneros, y es muy curioso, porque el colesterol ataca a todo el mundo por igual. Y que el hecho de que hablemos más de todas las cosas que nos pasan a las mujeres es porque, poco a poco, vamos teniendo más voz. Nunca más que los hombres, pero por lo menos estamos llegando a unos puntos un poco más equilibrados. Creo que la menopausia es la gran desconocida y sí que ha sido un tabú durante mucho tiempo, pero por fin se puede hablar de ello. Aún así, hay como reticencia a hablar de ella. Y no solo por parte de los hombres, sino por otras mujeres también. Yo soy menopáusica y cuando digo que lo soy hay personas que hacen algo así con la cabecita como «bueno, esto no hace falta hablarlo», como pasaban con el sexo hace 30 años.

"Que tratemos ahora más las cosas que nos pasan a las mujeres es porque vamos teniendo más voz"

¿Ha hecho alguna vez un monólogo sobre la menopausia?

Estoy haciendo ahora una gira de monólogos por España –que hemos empezado en Gran Canaria y vamos a recorrer casi todos los grandes teatros del país– y he decidido, sí, hablar de la menopausia. Y claro, hay mucha identificación, no solo por las que lo sufrimos, sino por los que sufren a las menopáusicas y todo el trastorno hormonal que hace que vivamos una época bastante convulsa, la verdad.

El humor es una buena forma de abordar asuntos «delicados»... ¿Hay algún tema con el que no haría broma?

Creo que no, que todo lo que nos pasa y todo lo que pasa a nuestro alrededor es susceptible de ser visitado desde la óptica del humor, y diría que casi obligatorio. Hay un ejemplo muy claro: el programa «Vaya semanita» que existía en la televisión vasca, donde hablaban de ETA, de todo lo que significaba el terrorismo en la sociedad vasca, y hacían unos «sketchs» que eran maravillosos y que también nos ayudaban, a los que no vivíamos ahí, a comprender lo que estaba pasando. Entonces creo que sí, que con conocimiento, clase y buen gusto (lo que pasa es que el buen gusto es una cosa tan personal...) cualquier tema no solo se puede, sino que se debe tratar en un espectáculo de humor.

"Cualquier tema no solo se puede, sino que se debe tratar en un espectáculo de humor"

¿Ha notado que le haya cambiado el humor con el paso de los años? ¿Le hacen gracias otras cosas?

Sí, claro, todos evolucionamos. El humor evoluciona, la sociedad evoluciona, nos damos cuenta de cosas que hemos hecho mal... Por ejemplo, de niña veía a Martes y 13 y a Arévalo y me hacían gracia sus chistes –y ahora todavía–, pero me doy cuenta de que hay cosas que pueden indignar a mucha gente, es decir, que depende también de cómo se afronta el humor. O sea, a mí los chistes machistas me siguen haciendo gracia, pero reconozco que son machistas y que hay gente a la que le puedan molestar. Pero esto es parte de la evolución y parte de nuestra historia. Tampoco estoy a favor de la cultura de la cancelación, porque si eliminamos eso es fácil que volvamos a caer en los mismos errores dentro de poco tiempo.

Ha dirigido su primera película, titulada «Un mal día lo tiene cualquiera». ¿Cómo los salva usted cuando los tiene?

Bueno, hay que sobreponerse. Yo también tengo muy mal humor, ¿eh? Pero me dura muy poco. Además, por ejemplo, los cambios de humor de la menopausia han sido bastante simpáticos, pero siempre intento detectarlo cuanto antes y, al final, no sé si es por oficio o por carácter, me cuesta poco que cualquier cosa me haga gracia, la verdad, y cambiar de estado de ánimo.