Día Europeo de las Hormonas

La exposición a disruptores hormonales es mayor de lo que se pensaba. ¿Dónde están?

Los endocrinos denuncian que "muchos disruptores endocrinos nunca se han evaluado con la atención suficiente”

Una mujer durante su embarazo
Una mujer durante su embarazoAgencias

La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), en el marco del Día Europeo de las Hormonas, alerta de que "la demostración en diversos estudios europeos de la presencia de disruptores endocrinos en sangre y orina de personas de cualquier rango de edad pone de manifiesto que la exposición humana es mayor de lo que se preveía”, advierte el Dr. Nicolás Olea, coordinador del Grupo de Endocrinología y Medio Ambiente de la SEEN.

Las sustancias con actividad endocrina son sustancias que pueden interaccionar con la acción hormonal normal o interferir en ella. Cuando esto provoca efectos adversos, se denominan disruptores endocrinos.

Estas sustancias químicas, con una estructura y origen diverso, alteran la información que las hormonas deben transmitir entre un órgano y otro, por ejemplo, entre el ovario y la mama.

Las investigaciones se centran en su mayoría en la interferencia de los disruptores endocrinos con las hormonas sexuales femeninas (estrógenos), masculinas (andrógenos), tiroideas y el control del metabolismo, aunque pueden afectar a cualquier sistema hormonal.

No es de extrañar que, con cerca de 140.000 compuestos químicos de síntesis, se hayan detectado alrededor de 2.000 contaminantes ambientales con capacidad de interferir sobre el control hormonal.

En este sentido, el Dr. Olea apunta que, como consecuencia de la disrupción endocrina, existe un aumento de enfermedades relacionadas con el neurodesarrollo y crecimiento, la madurez sexual, la fertilidad, el control del peso y la obesidad, el hipotiroidismo, e incluso, el cáncer en órganos dependientes de las hormonas (mama, testículo, útero, entre otros).

Las embarazadas, las más vulnerables

Asimismo, el especialista recuerda en un comunicado la ‘estrecha relación’ entre la exposición de las embarazadas a los disruptores endocrinos y la transferencia a la descendencia: “Pueden estar expuestas a algunos disruptores endocrinos persistentes que se acumulan en su organismo (bioacumulación) con anterioridad al embarazo y la lactancia convirtiéndose en transmisoras de esos compuestos a la descendencia”.

La susceptibilidad del individuo en desarrollo (embrión, feto, lactante) a la acción hormonal inoportuna o desregulada pone de manifiesto la importancia de la prevención en relación a la exposición materno-infantil a los disruptores endocrinos.

“La sociedad debe ser consciente de la fragilidad y la vulnerabilidad del proceso, por lo que debe poner todos los medios para preservar la exposición de la mujer fértil”, demanda el Dr. Olea.

La vía digestiva es una de las formas más comunes de incorporación de estos contaminantes en el organismo.

Estas sustancias químicas se han detectado en la producción de alimentos (pesticidas como DDT o clorpirifós), en su comercialización (envases de plástico con bisfenol-A o ftalatos) y preparación (utensilios antiadherentes de cocina con PFAS). En el caso del BPA, Europa, tras 20 años bajo sospecha, quiere prohibirlo en los materiales en contacto con los alimentos. Sin embargo, la aprobación se sigue retrasando y, lo más importante, no hay sustitutos inocuos.

La vía inhalatoria es también una forma de entrada de los disruptores endocrinos mediante su presencia como contaminantes atmosféricos o en el interior del hogar a través del polvo.

En relación a la exposición vía dérmica, los disruptores endocrinos se encuentran en cosméticos y productos de cuidado personal que contienen, por ejemplo, parabenos o benzofenonas.

El coordinador del Grupo de Endocrinología y Medio Ambiente sostiene que los ciudadanos tienen una capacidad limitada para acceder a toda la información científica disponible, por lo que confían en que la regulación sobre compuestos químicos preserve a la sociedad de exposiciones no convenientes.

Sin embargo, alude a la demora de este proceso, ya que cuando se retira un compuesto del mercado en algunas de sus aplicaciones de alto riesgo de exposición han transcurrido muchos años desde que se alertó de las consecuencias.

“Es obligación de los sanitarios y, en especial, del médico endocrinólogo, incorporar la información disponible a su práctica clínica para ofrecer recomendaciones sobre la prevención de la exposición y utilizar la información adquirida para investigar la causa y el origen de las enfermedades bajo estudio”, insiste.

Por último, el Dr. Olea destaca también las debilidades de los sistemas de evaluación de la toxicidad de muchos compuestos químicos que contribuyen a la disrupción hormonal como lo evidencia la investigación básica y clínica: “Muchos disruptores endocrinos nunca se han evaluado con la atención suficiente y ahora sabemos su capacidad para actuar de forma combinada, lo que se conoce como efecto cóctel”, finaliza.