Estigma
La dura batalla invisible de la maternidad: depresión, estrés y ansiedad bajo la lupa
Depresión, estrés, ansiedad o trastorno postraumático son algunos de los problemas que sufren las madres
La maternidad es uno de los momentos más trascendentales de la vida de una mujer. El platillo de la balanza de las cosas buenas pesa, sin duda, más que el de las malas, pero en ocasiones el equilibrio se quiebra por completo cuando el peaje de la maternidad se lleva por delante la salud mental.
El peso de la culpa, el coste de la conciliación y la carga del trabajo invisible de las mujeres suponen un peaje demasiado caro, algo que se ha agravado aún más tras la pandemia, ya que la salud mental de las mujeres se ha visto afectada, empeorando o manteniéndose igual de frágil en el 67% de los casos, según el informe «La Hora de Cuidarse», elaborado por el Club de Malasmadres y DKV Seguros.
Así lo ratifica Montserrat Angulo, presidenta del Colegio de Enfermería de Alicante y vocal matrona del Consejo General de Enfermería (CGE), quien recuerda que «según diferentes estudios, los trastornos mentales perinatales se encuentran entre las morbilidades más comunes del embarazo. En concreto, las guías NICE sitúan la prevalencia de la psicopatología durante esta etapa en torno al 10 y 20% de las mujeres, y cabe añadir que existe una realidad de infradiagnóstico y falta de tratamiento. De hecho, Howard y Khalifeh, a través de un estudio publicado en 2020, estiman que casi el 20% de las mujeres experimentan síntomas significativos de depresión, ansiedad o estrés postraumático en algún momento durante el embarazo».
Buena prueba de ello es que la depresión en el embarazo es el mayor factor de riesgo para desarrollo de depresión postparto. En España, se estima que una de cada diez mujeres la sufre, mientras que la psicosis posparto es uno de los trastornos mentales más severos que pueden aparecer después de dar a luz, hasta el punto de afectar a entre una y tres de cada 1.000 mujeres y se caracteriza por una instauración brusca y por un empeoramiento rápido en el que aparecen síntomas como alucinaciones, delirios, comportamiento desorganizado y depresión, tal y como recoge el reciente informe elaborado por el Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal (Iespm).
¿Cuándo son más frecuentes?
Los problemas de salud mental pueden aparecer en diferentes etapas de la maternidad. «El embarazo es un periodo emocionante en el que los cambios hormonales físicos y sociales pueden contribuir a la ansiedad, el estrés y las inseguridades sobre la responsabilidad de cuidar de sí mismas y del bebé en desarrollo. Después del nacimiento, las madres se enfrentan a la adaptación a la nueva vida, la falta de sueño y las demandas constantes. La carga mental de la maternidad puede llevar a sentimientos de ansiedad y el estrés, que puede manifestarse como tristeza, irritabilidad y preocupación constante por la salud del recién nacido. Y terminada la baja de maternidad algunas féminas pueden experimentar una presión adicional al equilibrar el trabajo y la crianza afectando a su bienestar emocional. Por eso es importante buscar apoyo y comunicar los sentimientos al círculo cercano de familiares, amigos y profesionales de la salud. No deben cargar solas con la responsabilidad», detalla Angulo.
En este sentido, Gloria Bellido, coordinadora de la sección infantil de la Sociedad Española de Psicología Clínica (Anpir), «la llegada de la maternidad puede traer consigo una sensación de tristeza, pero si eso dura más de tres o cuatro meses y afecta a la relación con el bebé, provocando un rechazo hacia él y empeorando la relación con su entorno, puede ser síntoma de que hay un problema de salud mental más grave. En este caso es muy importante detectarlo a tiempo y recibir ayuda por parte de un especialista». Y es que, de no atajarse el problema, «el estrés crónico y la ansiedad pueden debilitar el sistema inmunológico haciéndolas más susceptibles a infecciones y enfermedades, mientras que pueden causar insomnio o trastornos del sueño, lo que afecta negativamente a la salud cardiovascular, la función cognitiva y la capacidad para recuperarse. Además, el estrés y la ansiedad pueden llevar a una alimentación emocional poco saludable, pues es común recurrir a la comida como una forma de afrontar los problemas emocionales, lo que puede afectar a su peso y a su nutrición, sin olvidar que la tensión mental puede aumentar la percepción del dolor y algunas de estas madres pueden percibir dolor crónico», enumera Angulo.
Matronas y especialistas
Ante estas circunstancias, «las matronas desempeñamos un papel crucial, pues desde las consultas de atención primaria tenemos la capacidad de detectar los problemas de salud para poderlos derivar en caso de necesidad. Identificamos factores de riesgo como son los antecedentes de depresión o ansiedad, lo que nos permite intervenir de forma temprana si es necesario, así como la derivación a aquellos especialistas de la salud mental, psicólogos o psiquiatras», asegura Angulo. Por eso, «resulta clave que las personas que trabajen con esta población sean lo más expertos posibles, porque deben tener en cuenta los cambios físicos y los condicionantes propios de la mujer en esta etapa, desterrando mitos como el hecho de que no se puedan tomar algunos antidepresivos durante la lactancia», advierte Bellido.
En este escenario, los expertos coinciden en que es fundamental seguir trabajando para garantizar que la salud mental materna sea una prioridad en nuestra sociedad. «Algo positivo es que se están abriendo cada vez más unidades de salud mental perinatal específicas, lo que permite un acceso más rápido cuando se detecta un problema», reconoce Bellido, aunque queda mucho por hacer para fortalecer la red de consultas especializadas en salud materna.
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