Día Nacional de la Epilepsia
Los neurólogos instan a crear un "Código Crisis" para tratar las crisis epilépticas, similar al "Código Ictus"
La epilepsia afecta ya en España a casi 500.000 personas
El coordinador del Grupo de Estudio de Epilepsia de la Sociedad Española de Neurología (SEN), Juan José Poza, ha reclamado la creación de un "Código Crisis" para actuar rápido ante las crisis epilépticas, similar al "Código Ictus", debido a que estas "requieren de una actuación diagnóstico-terapéutica precoz y precisa".
"Los ingresos por crisis epilépticas tienen una morbimortalidad relevante porque pueden ser consecuencia directa de alguna causa potencialmente grave, como traumatismos, ictus, meningitis, encefalitis, además de a complicaciones como el estado epiléptico", ha advertido, en el marco del Día Nacional de la Epilepsia, que se celebra hoy. Por todo ello, las crisis epilépticas son un motivo de ingreso frecuente en los servicios de Urgencias.
Así, suponen entre el 1% y 3% del total de ingresos anuales y, de acuerdo a datos de la SEN, hasta el 20% de todas las atenciones neurológicas urgentes. Además, entre el 15% y el 35% de los pacientes que acuden a los servicios de urgencias hospitalarias por crisis epilépticas son pacientes con diagnóstico previo de esta.
"Una de las mayores complicaciones de esta enfermedad es el estatus epiléptico, una emergencia neurológica que representa aproximadamente el 10% de crisis epilépticas urgentes y que asocia una mortalidad del 20% a corto plazo", ha dicho el experto.
Además, según Poza, el número de personas con epilepsia "seguirá aumentando en los próximos años". A tenor de las últimas estimaciones de la SEN, alrededor de 500.000 personas en España padecen epilepsia y, cada año, se diagnostican unos 20.000 nuevos casos, principalmente en niños y en personas mayores de 65 años.
No solo convulsiones
Asimismo, la SEN estima que un 3% de la población española padecerá epilepsia en algún momento de su vida y que al menos un 10% sufrirá una crisis de este tipo. Sin embargo, alrededor de un 30% de estas cifras se podrían conseguir reducir con un control adecuado de los factores de riesgo modificables de esta enfermedad.
La epilepsia es una enfermedad producida por una alteración en la actividad eléctrica de las neuronas de la corteza cerebral, produciendo crisis espontáneas recurrentes. Según la localización de las neuronas en las que se produce esta alteración, se puede clasificar la epilepsia en focal -cuando afecta solo a un grupo delimitado de neuronas- o generalizada. Dependiendo de la parte del cerebro que se vea afectada, las manifestaciones de la crisis epiléptica serán distintas.
"Aunque entre un 20-30% de las crisis epilépticas se manifiestan en forma de convulsión con pérdida de conciencia (quizás la forma más reconocida), presentar ausencias, falta de respuesta a estímulos, auras o problemas visuales, hormigueos o movimientos automáticos repetidos, entre otros, también forman parte de sintomatología de una crisis epiléptica", ha dicho el experto.
Falsos positivos
Esta heterogeneidad en los síntomas hace que, en muchas ocasiones, no sea una enfermedad fácilmente reconocible. El retraso en el diagnóstico de esta patología puede alcanzar los 10 años y, por el contrario, el número de diagnósticos falsos positivos en esta enfermedad es particularmente alto: se estima que pueda alcanzar hasta al 18% de los diagnósticos.
"El primer paso para su correcto tratamiento es realizar pruebas diagnósticas a todos los pacientes sospechosos de padecer esta enfermedad, principalmente con una monitorización video-EEG prolongada, ya que solo con un correcto diagnóstico, seguimiento, y tratamiento de la enfermedad conseguiremos abordar las numerosas consecuencias neurobiológicas, cognitivas, psicológicas y sociales de esta enfermedad", señala Poza.
De hecho, en palabras del doctor, "la epilepsia tiene un alto impacto sociosanitario". Según diversos estudios realizados en Europa, se calcula que el 50% de los pacientes vive estigmatizado, que su expectativa de vida se ve reducida entre 2 y 10 años, y que su tasa de mortalidad es 2-3 veces mayor que la de la población general. Además, el 60% de los pacientes tienen otras comorbilidades como trastornos psiquiátricos, neurológicos o intelectuales.
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