Alimentación

Paloma Quintana, experta en nutrición de Saber Vivir: "Es mejor que el yogur no lo tomemos desnatado"

El yogur desnatado, aunque popular y extendido, no es ni el enemigo ni el héroe de nuestra dieta. Esta conocida nutricionista desmonta el mito que rodea a este alimento

Paloma Quintana nutricionista de saber vivir
Paloma QuintanaInstagram (@nutricionconq)

Durante el verano y las vacaciones, los planes improvisados aumentan y llevar una alimentación equilibrada puede complicarse. Con el calor, muchas personas recurren a opciones que parecen ligeras, saludables y prácticas. El yogur desnatado suele ocupar ese lugar de confianza en miles de neveras, ya sea como parte del desayuno, postre o cena rápida. Pero ¿realmente es tan buena elección como parece?

En una entrevista reciente, la nutricionista Paloma Quintana, conocida por sus apariciones en el programa 'Saber Vivir', lo deja muy claro. "En verano no se trata de obsesionarse, sino de saber qué, cómo y cuándo comer para que el cuerpo siga respondiendo bien. Desde cómo debería ser un desayuno equilibrado, hasta qué elegir para una cena ligera pero saciante, pasando por bebidas refrescantes que realmente sean saludables y no solo parezcan fit por el marketing".

Eso incluye reevaluar algunos clásicos del carrito de la compra como el yogur desnatado, que suele asociarse automáticamente a "salud" sin mucho análisis. Paloma recuerda que "cuidar lo que metemos en el carrito del supermercado también marca la diferencia: leer etiquetas, evitar ultraprocesados disfrazados de sanos y llenar la nevera de frutas, vegetales y proteínas de calidad son claves para mantenernos en forma sin renunciar al placer de comer bien".

El yogur, en este sentido, puede resultar engañoso si contiene saborizantes y colorantes que pueden ir en detrimento de nuestra salud. Aunque el problema del yogur desnatado no es solo lo que aporta, sino lo que le falta. "Si cenar un yogur evita que pidas comida basura a domicilio o te calientes una pizza, bienvenido sea. Pero el yogur, aunque tiene nutrientes, los tiene en muy poca cantidad", explica.

Al eliminarse su grasa natural, se reduce significativamente el aporte de vitamina D, proteínas y calcio del yogur. Para compensar la pérdida de sabor y textura, muchas marcas comerciales añaden azúcares, almidones o edulcorantes, que lejos de mejorar su perfil nutricional, lo alejan aún más de una opción recomendable.

¿Y qué tipo de yogur es más sano?

Paloma señala concluye que "es mejor que el yogur no lo tomemos desnatado para que tenga más grasa, pero un vasito de yogur es una ingesta insuficiente". Según ella, "los lácteos no son imprescindibles realmente y tampoco para cuidar de la microbiota como se cree". La nutricionista detalla que "los microorganismos del intestino van a estar ahí tomemos lácteos o no. Para cuidarlos, hay que evitar tomar demasiados antibióticos, alcohol o tener estrés", enumera.

Aunque sabe que "hay mucha controversia sobre la creencia de que un yogur o un kéfir tengan beneficios reales para la microbiota, tampoco le hacen daño". Pero, si vamos a elegir un lácteo fermentado, lo mejor es que sea natural, de leche de pasto o ecológico y que no sea desnatado, para aprovechar bien la grasa láctea, la vitamina D, las proteínas y el calcio.

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También son interesantes los yogures y los lácteos de cabra o de oveja. Para Paloma, "un kéfir sienta mejor porque es un poco más fácil de digerir al haber sido fermentado dos veces, primero por una bacteria y luego por un hongo. Yo creo que lo bueno que tienen estos productos es que la gente los acepta muy bien, pero hay opciones más nutritivas".