Salud

Por qué Suecia ha logrado ser el primer país libre de humo y cuándo le toca a España

Los suecos no se han centrado en prohibir los vapeadores, sino en subir sustancialmente los impuestos al tabaco. Se han convertido en un ejemplo para nuestro país, donde la cifra de fumadores apenas ha bajado en 20 años

Vapeadores
Suecia no se ha centrado en prohibir los vapeadores, sino en subir los impuestos al tabacoFreepik

La Unión Europea (UE) se ha puesto como objetivo que nuestro continente esté «libre de humo» para 2040. Esto significa que solo fume el 5% de su población, un criterio establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Aunque el tope temporal parece lejano, muchos países ven imposible llegar. Las medidas frente al tabaco están fallando en muchas regiones, en la que la población fumadora es muy superior al límite establecido. En medio de este panorama, Suecia ha dado la sorpresa. El año pasado se convirtió en el primer país del mundo sin humo, al alcanzar una tasa inferior al 5% de tabaquismo entre su población 17 años antes del límite previsto. Su ejemplo es importante para países como España, donde casi el 25% de las personas fuman. Por ello, cabe preguntarse: ¿Es replicable el modelo sueco a nuestro país?

Las voces expertas de nuestro país han comenzado a indicar en qué medidas deberíamos fijarnos y tratar de aplicar dentro de nuestras fronteras, donde la cifra de fumadores apenas ha descendido desde hace 20 años, después de más de 30 años en los que la apuesta mayoritaria han sido las políticas restrictivas basadas en las prohibiciones. Por el momento, nuestro país continúa en esa senda. El Ministerio de Sanidad ultima una nueva ley antitabaco que prohibirá los cigarrillo electrónicos de sabores y los vapeadores desechables, equiparando estas alternativas al humo del cigarrillo con el tabaco tradicional. Pero, ¿es esto algo que hayan tenido que hacer los suecos? Lo cierto es que no.

«Ellos lo han logrado haciéndose los suecos», bromea la Dra. Ana Sánchez-Prieto Fernández, otorrinolaringóloga del Hospital Clínico Universitario San Carlos, en un panel celebrado en el marco de la campaña Make Sense, liderada por la Sociedad Europea de Cáncer de Cabeza y Cuello. La exitosa estrategia sueca se ha basado en apartar el cigarrillo de combustión (aumentando los espacios libres de humo y subiendo significativamente los impuestos) sin dejar de ofrecer productos de nicotina de riesgo modificado, como los vapeadores, a quienes no logran dejarlo.

«Por un lado, han tomado medidas muy estrictas en los espacios, en los impuestos y en la restricción de venta de cigarrillos», explica la especialista. «Por otro, han optado por otra alternativa: facilitar las alternativas de tabaco no combustibles, como cigarrillos electrónicos, vapeadores, parches o chicles de nicotina», enumera. «Estas alternativas son un 95% menos dañinas para la salud, aunque con esto no estoy diciendo que sean saludables. Todavía no conocemos los efectos de estos productos a largo plazo», observa.

Impuestos de acuerdo con el daño para la salud de las alternativas al tabaco

Los suecos «han optado por una minimización del daño», indica la otorrinolaringóloga. «Han visto qué productos tenían más toxicidad y cuáles menos, colocando las alternativas no combustibles en una tabla de acuerdo con su riesgo asociado», siendo el "cero" es no hacer uso ni del cigarrillo tradicional ni de ninguna otra alternativa y el 100 el consumo de cigarros. En esta tabla de riesgo, los cigarrillos electrónicos se situaron en un porcentaje de riesgo menor al 5%.

Pero Suecia no solo ofreció esta información a la población, también ajustó los impuestos a esa tabla. El Estado siguió «la norma de que paga más quien más perjudica a la salud propia y de los demás. A más daño, más impuestos», explica la doctora. De ahí que el tabaco tenga una tasa impositiva del 100%, muy por encima de otros productos: alrededor de 20% los snus (tabaco que se colocan entre el labio y la encía) o casi un 40% el tabaco calentado (pipas). Por su parte, los cigarrillos electrónicos tienen una tasa de impuestos muy baja en comparación.

Todas estas medidas se recogen en detalle en el proyecto Smoke Free Sweden 2023. Se trata de «una guía de la que pueden sentirse muy orgullosos» advierte la doctora. ¿Los resultados? Ahora, Suecia se ha convertido en uno de los tres países del mundo con menos muertes atribuibles al cáncer. «Sus cifras reflejan una bajada de un 28% de casos», apunta la otorrinolaringóloga. En los años 60 y 70 del siglo XX, el 49% de los varones suecos fumaba, pero en la horquilla de 2006 a 2020 la reducción fue del 60% en el hábito tabáquico, mientras que en Europa la cifra sólo se redujo un 25% en el mismo periodo.

Hoy por hoy, en Suecia sólo fuma el 3% de la población de entre 16 y 29 años de edad. En cáncer de pulmón por humo tabáquico se diagnostican 17 casos por cada 100.000 habitantes en el país nórdico, mientras que en España la cifra alcanza los 29 casos, casi el doble. La buena noticia es que «si la experiencia sueca se trasladara al restos de países europeos se podrían salvar más de 3,5 millones de vidas en la próxima década», afirma Sánchez-Prieto.

Cabe recordar que cada año 8.000.000 de muertes son atribuibles al tabaco a nivel mundial. «Es una auténtica barbaridad. Sería como sacar del mapa a toda la población de la ciudad de Madrid dos veces y media», pone de relieve la especialista. En la actualidad, más de mil millones de personas continúan fumando. Son datos que aconsejan, a su criterio profesional, una estrategia integral en España para llegar a la meta sueca.

Qué medidas suecas son aplicables a España en cuanto a vapeadores y tabaco

No obstante, la doctora pone de relieve que la sociedad española no es igual que la sueca. «Aquí tenemos muchos fumadores duales, es decir, fuman cigarrillos tradicionales a la vez que cigarrillos electrónicos. Con lo cual, estos dispositivos pueden ser también una puerta de entrada en lugar de una puerta de salida», matiza.

«Toda esta información hay que planteársela y dársela a la población», solicita la experta. De hecho, en Suecia sucedió algo similar con los snus, muy utilizados en el país. «Se ha rebajó enormemente el consumo de cigarrillos, pero al mismo tiempo ha aumentado exponencialmente el uso de las bolsas de nicotina», advierte.

Por lo tanto, la doctora entiende que cada país necesita una estrategia de enfoque integral, que atienda a todos los factores implicados. Uno de esos factores es la publicidad y las advertencias. En Suecia, según el riesgo del producto, la advertencia aparece más grande o más pequeña en el paquete. En el caso de España, identifica la publicidad en las nuevas plataformas y redes sociales como uno de los problemas más acuciantes.

En definitiva, Sánchez-Prieto aboga por un «absoluto control de la publicidad en redes sociales, restricción de venta de cigarrillos o dispositivos electrónicos y de espacios para fumar, alta subida de impuestos y campañas de información y sensibilización, sobre todo a las/los adolescentes y las/los jóvenes».