Opinión

Solos y supervivientes

Carmen Montón es embajadora Observadora Permanente de España ante la OEA y la OPS. Ex ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social

Menores inmigrantes, en las Islas Canarias
Un grupo de menas, en las Islas CanariasGoogleGoogle

Cuando hablamos de niños, niñas y adolescentes solos quizás es ya el momento de que como sociedad hagamos una reflexión conjunta a cerca de qué sociedad somos y qué sociedad queremos ser.

Escucho con pavor discursos políticos que malintencionadamente lo mezclan todo hablando de delincuencia y menores extranjeros no acompañados por adultos que les cuiden; escucho en estos últimos días tantos otros disparates, sinrazones o embustes…

Demasiado ruido para invisibilizar lo obvio: que tienen derechos y que como sociedad estamos obligados a garantizar sus derechos y su protección con la máxima dignidad. Es indistinto que tengan la nacionalidad española o cualquier otra. Lo establece Naciones Unidas desde 1989 con la Convención sobre los Derechos del Niño.

En el planeta hay unos 30 millones de menores obligados a desplazamientos forzosos, por violencia y conflictos armados, o a veces voluntarios, si a huir del hambre y la falta de oportunidades se le puede conceder el concepto de «elección».

Buscan, lo que todos y todas queremos, supongo, para nuestros hijos e hijas. Son niños y niñas que no únicamente están solos, sino que son supervivientes de un largo y peligroso viaje, en el que se han expuesto a múltiples adversidades, abusos y violencia. Un alto precio pagado con la esperanza de alcanzar un presente, y quien sabe si un futuro.

La invisibilidad, el rechazo y la criminalización; la exclusión y la discriminación; el racismo de los discursos de la extrema derecha que contaminan al espectro político conservador no pueden ser la respuesta. No la de una sociedad decente. La respuesta es impulsar medidas de apoyo y protección solidaria.

Personalmente me gustaría que, tras esa necesaria reflexión conjunta, se eligiera ser una sociedad que se compromete con garantizar y proteger los derechos de la infancia; que, sin hacer distinción de donde hayan nacido, les cuida.