Educación

Vuelta al cole: Temor a que los «rebrotes» de absentismo escolar compliquen el inicio de curso

Asociaciones de padres se plantean que los niños no acudan a clase si no están garantizadas las medidas como la distancia social. Los ayuntamientos serían responsables de las faltas de asistencia, que podrían acabar en la Fiscalía de Menores

El comienzo de curso se ha convertido en un mar de dudas para los padres y esto ha derivado en que muchas familias se planteen no llevar a sus hijos a clase y optar por el absentismo. Al menos, en los primeros días de clase, hasta constatar cómo evoluciona la situación. Lo prevén los directores de colegios y las administraciones públicas, aunque aún no hay mucha certeza sobre el porcentaje del que podríamos estar hablando.

En Madrid ya hay movimientos ciudadanos de padres y madres que se están organizando para clamar por una vuelta segura a las aulas y exigen medidas que les aporten seguridad antes de que sus hijos pongan un pie en la clase, mientras que en otras comunidades, como la andaluza, las familias insumisas son cada vez más.

En la plataforma Change.org, unos padres han impulsado una campaña en la que demandan una vuelta a las aulas voluntaria y segura que cuenta ya con más de 11.000 firmas. Piden que ante la «absoluta inseguridad que supone la vuelta a las clases en septiembre», se les de la oportunidad de elegir entre una enseñanza online, semipresencial y, en tercer lugar, para quien así lo decida voluntariamente, una enseñanza presencial ante un contexto de pandemia que puede acarrear graves consecuencias para la salud.

El abstentismo puede acabar en la Fiscalía

En concreto, en Andalucía, centenares de AMPAS se plantean que los alumnos no acudan a los centros si los alumnos no se garantiza la distancia de seguridad, aunque la Junta de Andalucía ya ha alertado de que en Primaria y Secundaria la escolarización es obligatoria. Es más, las ausencias podrían acabar en la Fiscalía.

«Empiezan las clases y no hay medidas reales que garanticen la seguridad frente a la Covid-19. Nos parece bien que haya clases presenciales, que los niños entren en el instituto y en el colegio, pero no en las circunstancias que pretenden que lo hagan», explica a LA RAZÓN Diana Barroso, portavoz de la plataforma Escuela de Calor, que agrupa a asociaciones de padres y madres de alumnos.

Pero, ¿qué pasa si una familia se niega a que su hijo acuda al colegio? Se activaría el protocolo de absentismo, salvo que se trate de situaciones debidamente justificadas. En Andalucía, por ejemplo, no se podrán sobrepasar las ausencias superiores en un mes a los cinco días lectivos en Primaria y a las 25 horas de clases en la ESO, o el equivalente al 25% de días lectivos o de horas de clase. Los centros darán la voz de alarma y si tras hablar con los familiares no se logra una solución, se informará a los servicios sociales del los Ayuntamientos respectivos. En este caso, los ayuntamientos serían los responsables de la situación. El caso puede terminar en la Fiscalía de Menores y su servicio de protección, ya que se trata de un derecho fundamental que se podría estar vulnerando. Pero «no se puede obligar a un padre a meter a su hijo en una “cámara de gas” a su hijo, en un espacio en el que se va a contagiar porque no se van a tomar medidas de seguridad suficientes», dice Barroso.

«El absentismo, si es continuo, no es una solución, perjudica el aprendizaje y la socialización del alumno y puede entenderse como un atentado contra los derechos del menor. Por eso, ante las incertidumbres que puedan tener, los padres deben exigir explicaciones antes de actuar, no se puede ser tan estricto para dejar de llevar a los niños al colegio por miedo al contagio y luego ir con ellos tan alegremente al parque o al supermercado. Ampas y centros deben hacer un trabajo conjunto de información a los padres», explica Jesús Marrodán, presidente del sindicato de Inspectores de Educación USIE

El absentismo en sí mismo es malo, dicen los expertos. «La educación online no sustituye a la presencial, sobre todo para los más rezagados, y algunos estudiantes pueden quedar descolgados», explica Ismael Sanz, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos y ex director del Instituto Nacional de Evaluación Educativa. De hecho, alude a un estudio de Joshua Goodman, profesor de la Boston University, que ha conseguido demostrar de forma empírica que el absentismo es más negativo cuando sólo faltan algunos alumnos que cuando no va ninguno. Sanz añade que en los tres meses de confinamiento que hemos tenido «los estudiantes han perdido un tercio de lo que aprenderían en un curso escolar, que equivale, básicamente, a la distancia que hay entre España y la media de la OCDE en el estudio Pisa».

A esta circunstancia hay que añadir otras cuestiones. «Pierdes la oportunidad de ver a tus amigos, el sentido de pertenencia al centro...Porque aprender es una cuestión social; en la educación online se necesita ser perseverante, tener capacidad de concentración, autodisciplina y automotivación y estas habilidades no son tan necesarias en la educación presencial, no se pierde tanto conocimiento», explica.

El presidente del sindicato de profesores ANPE Madrid, Andrés Cebrián, cree que es difícil saber lo que ocurrirá. «La ley es clara, la asistencia es obligatoria pero el miedo es libre. Depende de muchos factores porque no todos los padres pueden quedarse en casa con sus hijos ni pueden contratar a alguien para que los cuide o se ocupe de su educación», asegura.

Mientras, los profesores, ven complicaciones en la fórmula semipresencial a la que se tiende. «Durante el confinamiento trabajé por dos profesores y medio y eso que mis clases a distancia las siguió el 50% del alumnado. Si se hubiera conectado la otra mitad, con mayores dificultades de lecto-escritura y comprensión que el conectado, hubiera tenido que trabajar por seis o siete. Osea, algo imposible. El tremendo esfuerzo es imposible mantenerlo un curso entero», añade una profesora de un centro de Madrid.