Cobaya humana
“Ya he probado la vacuna de Pfizer, mi familia me dice que estoy loco”
Gustavo Lande, abogado de 57 años, ha recibido dos dosis del fármaco: “No soy un Kamikaze, pero tengo confianza en el laboratorio y hay que contribuir a la ciencia”, confiesa
Gustavo Lande se autodefine como un «apasionado de la ciencia», por eso, cuando escuchó que se estaban realizando los primeros ensayos de la vacuna de la Covid de Pfizer no dudó en apuntarse. «Eso sí, no soy un kamikaze, nunca me habría prestado voluntario para la que está desarrollando China y Rusia, pero ésta me parecía totalmente segura», afirma este argentino de 57 años que trabaja de abogado en Buenos Aires.
Él es una de las 3.000 personas que participaron en el primer estudio del laboratorio de EE UU en el que se inscribieron más de 25.000 en la capital argentina. «Me apunté en la web y me respondieron al poco tiempo para confirmarme que había sido seleccionado. No me explicaron el motivo de mi elección, pero supongo que les resultaría interesante probar la vacuna en un paciente con antecedentes cardíacos, ya que hace dos años sufrí un infarto», relata.
Todo comenzó el 10 de agosto con la inyección de la primera dosis. «El ensayó se realiza en el Hospital Militar Central y te envían un coche a casa para el traslado. Me recogieron a primera hora de la mañana. Todo estaba muy cuidado y organizado. Una vez allí lo primero que tuvo lugar fue una entrevista de una hora con dos médicos que me explicaron los detalles, en qué consiste el tratamiento y lo que tenía que hacer a partir de ese momento. Una vez confirmé mi deseo de participar, firmé el consentimiento y adelante», explica el bonaerense. Asegura no haber sentido miedo en ningún momento o aprensión por ser contagiado, «pero mi familia, e incluso amigos médicos, me decían que por qué lo hacía, que estaba loco, que no debía meterme en este jaleo. Entiendo que la gente está temerosa, pero si nadie lo hiciera no tendríamos una vacuna y no ayudaríamos al avance de la ciencia», argumenta Lande.
Informe diario de síntomas
Después de la primera inoculación, se fue a casa y le facilitaron un dispositivo móvil para informar cada día de su estado de salud: «Hay que rellenar un cuestionario sobre tu estado físico, si tienes fiebre, si te encuentras cansado...Y así todos los días durante la primera semana. Después pasa a ser un informe semanal hasta que llega la segunda inyección».
En el caso de Gustavo, ésta se produjo el 3 de septiembre: «El proceso en esta ocasión fue más rápido, te hacen el hisopado, un análisis de sangre y de nuevo una dosis. En la aplicación hay algunos a los que se les administró placebo y a otros no, pero por confidencialidad no se da a conocer quién es quién. Ellos lo saben, claro está porque al hacernos la prueba damos positivo o negativo. Pero no se nos permite comunicar nuestro historial para que todos estemos en igualdad de condiciones», aclara.
¿Y si alguna de las «cobayas» se contagia en otro contexto que no sea el hospitalario? «Eso es fácil de distinguir porque según nos dijeron los médicos, el nivel de anticuerpos que se genera a través de las dosis de la vacuna es cinco veces mayor al que se produce si el contagio es normal, no a través de la vacuna», asevera el abogado.
Otro de los motivos que le impulsó a Lande a participar en el ensayo fue la compleja situación que atraviesa Argentina: «Lo estamos pasando muy mal, han muerto más 30.000 personas lo que nos sitúa como el décimo país con más fallecidos del mundo por cada millón de habitantes», lamenta. Ahora, Gustavo debe seguir sometiéndose a revisiones cada durante dos años para que los investigadores analicen cómo se desenvuelve el virus en el organismo en estos conejillos de indias.
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