Ciencia

Dos lecciones que aprender de la pandemia de 1918

Varios investigadores analizan las medidas tomadas durante la gripe española y la covid-19: los errores vuelven a repetirse

La gripe de 1918 acabó denominándose Gripe española, a pesar de que nuestro país no fue su epicentro
La gripe de 1918 acabó denominándose Gripe española, a pesar de que nuestro país no fue su epicentroLibrary of CongressAP

La semana pasada se han presentado dos estudios científicos que comparan la pandemia provocada por la llamada gripe española, entre 1918 y 1920, y la causada por el virus SARS-CoV-2, aunque ese no era su objetivo inicial. Los dos se iniciaron antes de la pandemia actual para examinar la epidemia de 1918. El primero comenzó en 2010 y el segundo en 2015, lo que les permitió contar con un enorme caudal de información para comparar ambas epidemias y las decisiones tomadas por las autoridades al respecto. Ambos equipos están compuestos por expertos en virología, epidemiología y bioestadísticas.

De acuerdo con Siddharth Chandra, científico de la Universidad Estatal de Michigan y líder del equipo que ha publicado el primer estudio en el American Journal of Public Health con los coautores Julia Christensen y Nigel Paneth, en la gripe española se produjeron cuatro olas distintas. El primer gran pico fue en marzo de 1918. «Después de un segundo aumento en los casos en octubre de 1918 – explica Chandra en un comunicado de la universidad –, las autoridades anunciaron la prohibición de las reuniones públicas, al igual que las restricciones que se implementaron durante la pandemia de Covid-19». Los datos mostraron que, después de tres semanas, el número de casos disminuyó. Se levantó la prohibición y los casos volvieron a remontar en diciembre de 1918. «La prohibición no detuvo la propagación de la gripe. Simplemente retrasó el aumento de casos», añade Chandra. Las similitudes, tanto en la intensidad de las olas como en la cronología, comienzan. Otro dato sorprendente es que 18 meses después, ya en 1920, se produjo una explosión de casos incluso mayor que la de octubre de 1918.

«Asumiendo que es el mismo virus – afirma Chandra –, la I Guerra Mundial terminó en 1919 y los hombres volvieron a casa con sus familias. Teníamos un agente móvil que traía el virus a casa para infectar a los miembros de la familia, lo que explicaría el aumento de casos en niños y ancianos. Desafortunadamente, no hay forma de confirmar esto. Necesitaríamos muestras de los pacientes de 1920 y compararlas con los de 1918».

A este factor, explica el estudio, habría que sumarle el clima: las temperaturas más frías con baja humedad proporcionaron las condiciones óptimas para que el virus se propagase. Finalmente otro factor fue determinante: en 1918 no había esperanza de vacuna.

Para el equipo de Chandra, si no se llevan a cabo las previsiones de vacunas, es posible que un pico como el de 1920 se produzca a finales de 2021 o principios de 2022. «Mucha gente seguirá siendo susceptible hasta que se vacunen –concluye Chandra–».

El segundo estudio, publicado en el Annals of Internal Medicine por investigadores de las universidades de Zurich y Toronto, no solo ha comparado las pandemias, también las decisiones tomadas y, un factor que pocas veces se analiza, si estas eran locales o nacionales.

Las conclusiones del equipo liderado por Kaspar Staub, del Instituto de Medicina Evolutiva de la Universidad de Zurich, muestran que si las medidas eran tomadas a nivel nacional los resultados eran mucho más efectivos para detener la propagación, pero cuando se dejaba a los ayuntamientos libertad para decidir, al poco tiempo los casos volvían a aumentar.

«Este enfoque vacilante y descentralizado durante la pandemia del siglo pasado, fue fatal –señala Staub en un comunicado– y contribuyó al hecho de que la segunda ola se hiciera más fuerte y durara más tiempo. En última instancia, alrededor del 80% de las enfermedades y muertes fueron atribuibles a la segunda ola. Si bien todavía hay diferencias considerables entre las dos pandemias, las semejanzas son notables».