Medio ambiente

¿Por qué la gestión del lobo genera tanta controversia?

La inclusión del lobo en el listado de especies protegidas ha provocado una fuerte confrontación entre el Gobierno y el mundo rural.

El ternero atacado por lobos en El Herradón de Pinares (Ávila)
El ternero atacado por lobos en El Herradón de Pinares (Ávila)larazonLa Razón

Hace días, en la Comisión del Patrimonio Natural y la Biodiversidad se decidió incluir al lobo en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (LESPRES).

En esta comisión se tuvieron en cuenta los votos de cada Comunidad Autónoma y se dieron decisiones llamativas: Extremadura, Canarias, Baleares y Melilla no tienen un solo ejemplar de lobo en sus territorios. La Rioja y Castilla La Mancha cuentan con tan solo una y dos manadas respectivamente y Cataluña y Aragón tiene algún ejemplar disperso y de forma esporádica. Sin embargo, fueron los votos de los representantes de estas comunidades los que inclinaron la balanza de manera decisiva para prohibir la gestión cinegética del lobo. Es decir, que estos ocho territorios que albergan entre todos menos de treinta lobos, imponen a Asturias, Cantabria, Galicia y Castilla y León, con más de 2.400 lobos, cómo gestionar la especie y cuál será el futuro de los ganaderos de extensivo de estas regiones.

Desde organizaciones del ámbito rural y cinegético han puesto el grito en el cielo ante tal decisión y he aquí un nuevo enfrentamiento.

¿Qué problemas causa el lobo?

El lobo se ubica actualmente en su práctica totalidad en Castilla y León, Galicia y Asturias. Las zonas en las que habita el lobo son áreas de montaña preferentemente donde la población humana es escasa y se encuentra muy difuminada. El principal problema de la expansión del lobo son los daños que estos crean a los habitantes de las zonas rurales donde habitan y principalmente a los ganaderos.

Hablamos de pequeñas aldeas donde no existe la industria ni tan siquiera internet y por lo tanto buena parte de la subsistencia se basa en las actividades tradicionales de la zona siendo la explotación del ganado extensivo la más importante.

El lobo, encuentra en el ganado una alimentación fácil de conseguir. El problema radica en el poco margen de rentabilidad que ofrece el ganado extensivo por lo que cualquier medida de las que se comentan actualmente como la instalación de vallados, la presencia constante de un pastor o el uso de mastines suponen un coste que no se puede rentabilizar. Además, tampoco estas medidas hacen desaparecer completamente los ataques de los lobos. A todo esto, los afectados por estos ataques tienen que sumar un pago escaso y muy tardío de las indemnizaciones cuando consiguen demostrar el ataque del lobo. Los ganaderos se quejan de unas indemnizaciones injustas donde además solo son pagados por aquellas reses cuyo cadáver aparece, pero no se cuentan aquellos animales desaparecidos o los abortos que provocan entre el ganado un ataque de los lobos. Los ganaderos del norte de Castilla y León estiman en torno al cinco por ciento las muertes ocasionadas por el lobo de forma directa pero este porcentaje asciende hasta un ocho o diez por ciento en el caso de animales desaparecidos. Por lo tanto, las pérdidas que ocasiona el lobo en la ganadería extensiva son más que notables para el ganadero.

Peor no solo el ganadero sufre por la acción del lobo y es que a su alrededor se encuentran el resto de pequeños negocios que conviven en la zona y que ven como la despoblación y la falta de caza y turismo les conlleva a la ruina.

Hay tres factores fundamentales para que una población de animales crezca que son: refugio, alimento y ausencia de depredadores.

El refugio lo encuentra en las zonas cada vez más arboladas e inaccesibles del monte debido a la poca gestión del mismo por parte del hombre causada por la despoblación rural y en un entorno cada más más protegido. El alimento lo tiene en animales silvestres como jabalíes y ungulados y en una mayor medida en el ganado doméstico. Y el lobo, al no ser perseguido por el hombre tiene una total ausencia de depredadores.

Otro problema real que ocasiona este crecimiento y expansión del lobo es la práctica desaparición de la caza. Los corzos, rebecos y muflones prácticamente han desaparecido o directamente ya no existen en muchas zonas en las que hace un par de décadas habitaban las montañas.

Por otro lado, está la posición actual del Gobierno apoyada por movimientos ecologistas que incluyendo al lobo en el listado de especies protegidas prohíbe su gestión cinegética. Han basado su decisión en el valor cultural y ecológico del lobo, en su singularidad y su rareza.

Por su parte los cazadores muestran argumentos como el de la situación del lobo en la Sierra de la Culebra, el lugar del mundo con mayor concentración de lobos por superficie y es donde más lobos se cazan. Organizaciones como Artemisan o la Federación Española de Caza recuerdan la buena y creciente salud poblacional del lobo allí donde se caza y en cambio la disminución del mismo allí donde se ha protegido totalmente como ha ocurrido en Portugal.

Por todo ello se hace un problema de complicada gestión y polémica donde la política y la ciencia se mezclan.