El 70%, insuficiente
Inmunidad colectiva: el 85%, el nuevo objetivo
La variante Delta ha alterado todas las previsiones para lograr la inmunidad de grupo, la capacidad para controlar el contagio del virus
En unas dos semanas alcanzaremos el 70% de la población totalmente inmunizada. Hace meses hubiera sonado a música celestial, pero hoy no basta. La variante Delta marca un nuevo objetivo, que algunos cifran en un 85%. Para otros, no está tan claro. «Es que quizá no la alcancemos nunca. Debemos fijarnos metas más realistas. Por ejemplo, estaremos mejor a finales de septiembre, cuando se haya vacunado a parte de los adolescentes antes del inicio del curso», señala Quique Bassat, pediatra y epidemiólogo en el instituto ISGlobal. «La inmunidad de grupo no es un porcentaje, sino la capacidad que tengamos de controlar el contagio del virus», añade Manuel Franco, epidemiólogo y profesor de la Universidad de Alcalá y de la Johns Hopkins (EE UU).
El virus ha demostrado una y mil veces que es capaz de romper en pedazos nuestras esperanzas, alejar los objetivos de normalidad y hacer retroceder y «desdecirse» a políticos, gobiernos, centros de control y alerta y organismos supranacionales. «La guerra ha cambiado», con esta elocuente frase anunciaban los CDC de Estados Unidos en un informe interno que el SARS-Co-2 había vuelto a modificar las reglas del juego.
La variante Delta impone una dinámica más peligrosa en la que la carga viral de los vacunados contagiados podía ser igual a la de los no vacunados. Pese a ello, los que más saben del virus no creen que haya que hacer sonar las alarmas. En opinión del investigador del CSIC Luis Enjuanes, que lidera un proyecto de vacuna española que podrá ser «la más completa y segura del mundo», para este otoño, el número de vacunados habrá sobrepasado el 70% «y eso se notará en dos aspectos: la ralentización de la expansión del virus y que, aunque haya gente que se siga infectando, que lo normal sea que no tengan cuadros de patología severa, no necesiten hospitalización, se recuperen pronto y que a nadie le cause la muerte. Por tanto, en otoño, la situación debería de estar bastante controlada, al menos en España».
Aunque la inmunidad colectiva o de grupo no pueda reducirse a un simple porcentaje, la explicación a ese 70% que se había establecido como objetivo principal viene del inicio de la pandemia. Parte de cálculos matemáticos que se realizan en base al R0 o «número básico de reproducción», que indica la tasa de transmisión del virus. En el SARS-CoV-2 se ha estimado que es 3: de media, cada persona infectada puede contagiar a otras tres. Por ello, el umbral de inmunidad colectiva que se calculó para la covid-19 fue, concretamente, del 0,67. Es decir, el 67% de la población completamente inmunizada.
Pero, en el mundo real, esto no es tan sencillo. Con el paso de los meses y la aparición de nuevas variantes del virus, este umbral ha ido modificándose. Hace ya meses que Anthony Fauci, el director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas y asesor del presidente Biden, habló que el aumento que imponía la variante Delta se cifraba en un 85 o 90% de inmunizados, o bien por las vacunas o bien por haber pasado la infección. Hoy por hoy, su opinión es la de que, «en las actuales circunstancias no resulta correcto hablar de inmunidad de grupo en la covid, sino la de alcanzar el más alto nivel de protección».
Capas del «queso suizo»
Las causas son múltiples, pero la principal es que no tenemos vacunas efectivas al 100%. Su porcentaje de protección llega al 80-85% por lo que, aunque tuviéramos al 90% de la población vacunada con las dos dosis, habría un 15-20% de las personas que no se inmunizaría.
Por ello, la respuesta está en seguir la llamada «estrategia del queso suizo», en la que a la protección de las vacunas hay que sumar distintas «capas»; es decir, medidas no farmacológicas como el uso de mascarillas, evitar los lugares en los que se reúna mucha gente y los espacios interiores y mantener la higiene de manos.
En un momento en el que España supera el 70% de población vacunada con una dosis, y el 60% completamente inmunizada, «un triunfo en sí mismo», como señala Manuel Franco, el siguiente paso es avanzar al mismo ritmo en la vacunación de los adolescentes. «Necesitaríamos como mínimo vacunar a la mitad para poder dar un paso al frente», explica Bassat. «Ejercicios de modelización nos han enseñado que no sería tan importante subir en el porcentaje de adultos más allá de donde estamos, pero sí tener una mayor parte de adolescentes inmunizados», añade.
¿Alcanzaremos entonces la deseada inmunidad de grupo? «La tendremos cerca el día que veamos que la incidencia, y con ella los casos y las hospitalizaciones, ucis y muertes, baja drásticamente. Esto es a lo que aspiramos con la vacunación, pero por desgracia se está retrasando. Vamos muy bien vacunando pero hay que ser cautos y seguir manteniendo medidas», concreta Franco.
Variantes impredecibles
Las vacunas son altamente efectivas contra enfermedad y las variantes, pero no sabemos cómo evolucionará en un contexto de alta vacunación (la evolución es impredecible). De momento, se ha ido seleccionando la mayor transmisibilidad frente a severidad de la infección. «Delta ha cambiado el panorama más que ninguna otra y lo más probable es que solo sea el principio», señalaba Sonia Zúñiga, bióloga del Centro Nacional de Biotecnología e investigadora del CSIC en una entrevista a este periódico hace unos días. «Las nuevas variantes dificultan poder alcanzar la inmunidad de rebaño, o al menos, la convierten en inalcanzable en el corto plazo», destaca.
La vuelta del verano supondrá el regreso del fútbol con público y las ratios en los colegios como antes de la pandemia, dos escenarios pensados antes del auge de Delta.
Por el momento, las autonomías todavía no contemplan modificar las pautas de seguridad que aprobaron en primavera, cuando los ministerios de Sanidad y Educación consensuaron con los responsable regionales que las aulas volverían a tener los mismos alumnos que en la época prepandemia: hasta 25 en infantil (el curso pasado fueron 20) y 30 en primaria (fueron 25 hasta el pasado junio). Además, se acordó mantener la fórmula de los grupos burbuja para que los alumnos no puedan mezclarse con compañeros de otras clases.
Pero esta fórmula puede no ser suficiente pese a que se prevé que en septiembre la mayoría de los adolescentes regresen a las aulas con al menos una dosis puesta. Los menores de 12 años, que representan un 11% de la población, sin embargo, serán el gran grupo de edad sin inmunizar, dado que la Agencia Europea del Medicamento aún no ha aprobado ninguna vacuna para ellos.
Por otro lado, y después de una larga espera, el pasado viernes el público regresó a los estadios de fútbol. El Consejo Interterritorial aprobó la medida con un máximo del 40% en estadios al aire libre y 30% en recintos cerrados.
Por ahora, solo País Vasco, Comunidad Valenciana, Cataluña y Navarra han establecido límites inferiores a ese 40%. El Gobierno vasco fijó un máximo del 20%; la Generalitat, un 30%; el Gobierno foral, un 33% y Ximo Puig anunció un máximo de 15.000 espectadores.
Está por ver si el virus también lleva al traste los planes de los aficionados y esta apertura dura lo mismo que la no obligatoriedad de llevar puestas las mascarillas al aire libre.
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