Síntomas

La covid persistente afecta a uno de cada siete niños

Muchos fueron asintomáticos y los médicos tardaron en explicar su continuo cansancio, dolor de cabeza y problemas respiratorios

Una monitora con niños en una actividad de dibujar en el campamento urbano artístico de teatro musical en Madrid. Los niños no pueden realizar actividades propias de su edad por culpa de la covid persistente
Una monitora con niños en una actividad de dibujar en el campamento urbano artístico de teatro musical en Madrid. Los niños no pueden realizar actividades propias de su edad por culpa de la covid persistenteJesús HellínEuropa Press

Cansancio, dolores musculares y articulares, niebla mental, cefaleas y mialgias, problemas respiratorios, digestivos y psicológicos, alteraciones del sueño y falta de concentración son, entre otros, los principales síntomas que padecen los niños con covid persistente. Aunque son muy parecidos a los que presenta la población adulta, en su caso son muy incapacitantes, ya que entre los 9 y los 17 años la vida está repleta de actividad. La evidencia científica respecto a esta condición es todavía bastante limitada. «Aún tenemos muchas dudas y una de ellas es cuál es la incidencia real en este grupo de edad. La gran mayoría de niños que atendemos han tenido una infección inicial muy leve, incluso algunos han pasado la enfermedad de manera asintomática, por lo que no sabemos el número total de niños afectados», explica María Méndez, jefa del servicio de pediatría del Hospital Germans Trias i Pujol, de Badalona, pionero en la creación de una unidad especializada en covid persistente pediátrica. Actualmente, se empieza a identificar esta patología con mayor frecuencia que en la primera ola, «pero, quizá, el motivo sea que anteriormente no se reparó en ella», aclara.

En este sentido, una nueva investigación, hecha pública este semana en la web especializada medRxiv, un archivo de manuscritos médicos aún no revisados por otros científicos que está ligado a la estadounidense Universidad de Yale, ha arrojado algo de luz sobre esta condición, que tiene efectos especialmente debilitantes en los menores. Se trata del estudio CLoCk, el más extenso y completo del mundo analizando la sintomatología y la prevAlancia de la «long covid» en cerca de 7.000 niños y adolescentes de Reino Unido, entre los 11 y los 17 años. Gracias a este trabajo, se ha identificado esta condición como la causa más probable de tres o más síntomas en uno de cada siete menores (14%), 15 semanas después de la infección primaria. En uno de cada 14, la persistencia se manifestó a través de cinco o más síntomas. Los más habituales: cansancio constante e inusual, dificultad para respirar, dolores de cabeza y pérdida del gusto u olfato.

La investigación, de cohorte longitudinal, y financiada por el Instituto Nacional de Investigación en Salud (NIHR, por sus siglas en inglés) y UK Research and Innovation, se ha desarrollado con la metodología de controles emparejados: 3.700 niños y adolescentes que dieron positivo en la infección frente a un grupo control de 3.000 menores de las mismas edades que dieron negativo, ambos entre enero y marzo de este año. De entre ellos, las chicas, los más mayores y aquellos que obtuvieron peores puntuaciones en los pretest de salud mental y física, tenían más posibilidades de desarrollar esta condición.

Terence Stephenson, profesor de Salud Infantil en The University Collegue of London, ha destacado que estaba «completamente seguro» de que las cifras de prevalencia que ofrecía el estudio estaban «muy por debajo de la realidad» aunque añade que los síntomas persistentes limitantes solo afectan a un pequeño grupo de menores. En concreto, un 1,8%, según las investigaciones hechas públicas en los últimos meses por The King’s College London.

Pero que sean «pocos» no resulta relevante ya que, como señala David Strain, profesor clínico principal de la Universidad de Exeter, «es suficiente motivo de preocupación dado que se trata de gente muy joven que sufre la long covid de un modo severo». «Hay que recordar que se trata de niños y adolescentes que se encuentran literalmente postrados en la cama o con dolores de cabeza diarios o que no pueden ir a clase la mitad del curso ni realizar actividades propias de su edad, como jugar al fútbol, correr, etcétera».

Shamez Ladhani, uno de los autores y pediatra consultor en enfermedades infecciosas del St George’s Hospital, ha señalado que «además de tener un grupo de control, una de las principales características de este estudio es el seguimiento de los niños durante la enfermedad, lo que nos da una idea de los efectos duraderos de covid-19 en los adolescentes». El profesor Nick Bishop, vicepresidente de ciencia e investigación del Royal College of Paediatrics and Child Health, añade que este estudio se suma a lo ya se sabía sobre el covid de larga duración y además se ven las diferencias encontradas en comparación con los adultos. «Se destaca la alta frecuencia de síntomas que sugieren problemas de salud mental en los niños mayores estudiados, especialmente en las niñas, independientemente de la infección previa. Lo más probable es que esto refleje las tensiones que sufrieron muchos jóvenes durante la pandemia».

Por otro lado, el profesor Daniel Altmann, profesor del Departamento de Inmunología e Inflamación del Imperial College London, asevera que este estudio pone algunas cifras concretas sobre la prevalencia del covid persistente en los niños. «Parece claro que el riesgo de una enfermedad debilitante a largo plazo es más real y significativa de lo que se creía anteriormente», asegura.

La evidencia de que los niños y adolescentes también sufren la «alargada» sombra de la covid afecta además a otros conceptos asumidos como certeros en la pandemia. «Los resultados de este informe justifican la importancia de vacunar a los adolescentes contra la enfermedad. Hasta ahora, el enfoque era reducir el impacto de la propagación, reconociendo que los adolescentes sólo presentan síntomas menores de covid agudo. Pero este estudio da argumentos para vacunarlos ya que puede conferir un beneficio directo al prevenir la infección y los síntomas prolongados que afectarán la educación y el aprendizaje, así como el bienestar general».

Gracias a estos cambios de paradigma, el curso escolar comenzará en muchos países con un nada desdeñable porcentaje de adolescentes entre los 12 y los 17 años vacunados.

En España, en concreto, más del 70% tienen al menos una dosis, y casi el 40% la pauta completa. Pfizer y Moderna ultiman sus ensayos sobre eficacia y seguridad de las vacunas en los menores de 12 años.