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Copiar al compañero no supondrá ya la expulsión

El Consejo de Ministros aprueba el proyecto de Ley de Convivencia Universitaria que sí sanciona a los alumnos que copien con pinganillos de manera premeditada

El ministro de Universidades, Manuel Castells
El ministro de Universidades, Manuel CastellsChema MoyaEFE

Plagiar una tesis doctoral o un trabajo fin de grado o de máster será una falta muy grave que se sanciona con la expulsión de dos meses hasta tres años de la universidad en la que se hubiera cometido la falta y podrán perderse los derechos de matrícula parcial durante un curso académico. Pero copiar en un examen en la universidad estará considerado más o menos grave dependiendo de la premeditación con la que se haga. Si un alumno organiza un sistema para copiar con pinganillo de tal manera que cuente con una persona fuera del aula que se encargará de dictarle las respuestas o se sirve de otro medio sofisticado para acometer el «fraude académico» será una falta grave de acuerdo con el proyecto de Ley de Convivencia Universitaria, que se vio ayer en el Consejo de Ministros, para lo que se prevé la expulsión de un mes de la universidad (aunque esto no podrá aplicarse en tiempos de exámenes). Incluso se podrá perder el derecho de matrícula durante un curso. Pero si solo se trata de echar un ojo a las respuestas del compañero de al lado ya no habrá sanciones. Este supuesto dejará de ser una falta leve por la que la universidad podía proponer una medida sustitutiva de carácter educativo o recuperador. «El profesor te puede suspender, mirar al de al lado solo tendrá consecuencias a efectos de evaluación, pero no conllevará expulsión», aseguran desde el Ministerio de Universidades.

Claro que, cuando se copie de una manera premeditada y un alumno pueda perder los derechos de matrícula, «en ningún caso podrá afectar a los derechos relativos a becas», dice la última versión del anteproyecto de ley de Convivencia Universitaria. La ley acaba con el Reglamento de Disciplina Académica de los Centros de Enseñanza Superior y Enseñanza Técnica de Franco, del año 1954, y «nace de la necesidad de abordar la derogación de una norma preconstitucional que estaba vigente y de adaptar la convivencia en las universidades a nuestro ordenamiento legal actual», dijo ayer la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez.

Novatadas y acoso sexual

Las mismas sanciones que por copiar una tesis serían aplicables por realizar novatadas, acoso sexual o por razón de sexo o violencia grave por cualquier miembro de la comunidad universitaria, lo mismo que alterar o falsificar documentos académicos o sustraer obras patrimonio de la universidad, hacerse pasar en un examen por otra persona. Son comportamientos «muy graves» por los que también se puede sancionar.

Tan grave como copiar con pinganillo será asimismo «impedir la celebración de actividades universitarias de docencia, investigación o transferencia de conocimiento». Así, serán sancionables escraches como el que la entonces líder de UPYD, Rosa Díez, sufrió en 2010 en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid estando presente el ex vicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias y luego él sufriera otro en 2020 precisamente en la misma sala de la Facultad. Ahora bien, ¿este régimen sancionador será tan fácil de aplicar? Antes de sancionar, la nueva ley obliga a crear un mecanismo de mediación voluntaria para llegar a un acuerdo entre las partes y obliga a la universidad a crear comisiones de convivencia en el margen de un año desde que se apruebe la ley en el Parlamento. Es decir, la Ley de Convivencia pone en el centro de la convivencia la mediación como eje de la resolución de conflictos y solo entrará en juego el régimen disciplinario cuando las partes rechacen acudir al procedimiento de mediación (como los casos de acoso y violencia de género, el fraude universitario o la destrucción de patrimonio) o cuando las partes no consigan llegar a un acuerdo. Por eso, los rectores piensan que «con la ley vigente no pasaba nada porque no teníamos herramientas para hacer frente a situaciones de violencia en la universidad. Pero ahora seguirá habiendo escraches, habrá sentadas, habrá daño al mobiliario de la universidad y muchas cosas más, porque no parece que haya una protección suficiente con esta norma», asegura al respecto el rector de la Universidad Complutense y presidente de los rectores de las universidades madrileñas (CRUMA), Joaquín Goyache.

«La base del comportamiento de los estudiantes no se puede basar exclusivamente en la conciliación. Nosotros necesitamos herramientas, una ley coercitiva para que la gente se lo piense antes de hacer una cosa mal. Porque al final sale casi gratis plagiar o copiar y no nos va a permitir actuar convenientemente frente a falta. No va a ser todo lo contundente que queríamos», añade este rector.