Los peligros que vienen
La Enfermedad X está en gestación
El «bioterrorismo» amenaza con la liberación de patógenos de la Naturaleza o creados en laboratorios
Las pandemias de coronavirus están aquí para quedarse. Ya lo estaban, realmente. Un estudio publicado en «Current Biology» analizó el ADN de miles de personas de todo el mundo para buscar signos de antiguas de ellas y los investigadores descubrieron que poblaciones de China, Japón y Vietnam se enfrentaron a un coronavirus durante unos 20.000 años en una epidemia que terminó hace 5.000. Pero, ¿qué ocurre con las futuras? De acuerdo con el Global Virome Project (Proyecto Viroma Global) en nuestro planeta habría cerca de 1,67 millones de virus desconocidos con capacidad para infectar animales. De todos ellos, entre 1/3 y la mitad serían zoonóticos, es decir, que podrían pasar a humanos.
El cambio climático, al derretir el permafrost de Siberia por ejemplo, colabora en la liberación de estos virus hasta ahora congelados. La invasión del hábitat de especies animales hace que sea mucho más fácil contagiarnos de virus que portan éstas. Y así, el escenario está servido para una próxima pandemia. Pero la ciencia ya se está preparando para ello. La Organización Mundial de la Salud (OMS), señala que «la Enfermedad X es la idea de que una epidemia internacional grave podría ser causada por un patógeno que actualmente se desconoce». En 2015, y con esto en mente, la OMS creó un Plan de acción de I + D para prevenir epidemias. El objetivo era estar preparado para, por ejemplo, reducir el lapso entre la identificación de brotes virales desconocidos y la aprobación de vacunas. Más tarde, en 2018, el grupo se abocó a la tarea de identificar futuras enfermedades que podrían ser la temida X. Las conclusiones de este grupo señalan que el patógeno responsable muy probablemente será un virus de ARN, que emerja de un área donde la combinación correcta de factores de riesgo promueva en gran medida el riesgo de transmisión sostenida. En este sentido China y el SARS-CoV-2 fueron un buen ejemplo. Grandes urbes, cerca de amplias zonas rurales con animales salvajes con capacidad de portar virus zoonóticos y muy bien conectadas al planeta mediante transporte. Brasil podría ser otro ejemplo, al igual que Indonesia y ciertas regiones del Caribe.
Un estudio publicado en «Emergency Med» criticaba a la OMS por no reaccionar a tiempo y de forma adecuada ante pandemias como la de Ébola y como organización con financiamiento limitado y poder político débil. El estudio concluye que, si bien la OMS podría haber sido en parte culpable, también la falta de cooperación de los gobiernos y el retraso en la financiación agravan la situación.
Queda claro que los patógenos zoonóticos emergentes son una amenaza que necesita ser controlada, pero, como explica un estudio publicado en «Pub Med», tampoco hay que olvidar la posibilidad de un patógeno diseñado. La liberación de este tipo de patógenos, ya sea a través de accidentes de laboratorio o como un acto de bioterrorismo, podría conducir a un desastre.
El estudio, liderado por Marko Ahteensuu de la Universidad de Turku (Finlandia), señala que teniendo en cuenta que «los conocimientos técnicos necesarios son accesibles, que existe mayor disponibilidad de los instrumentos y de los elementos biológicas necesarios, y la posibilidad que brindan tecnologías como la «resurrección» de patógenos desaparecidos, no sería extraño que cualquiera con un mínimo de conocimientos pueda aprovecharse de esto y crear uno». El equipo Ahteensuu sugiere que habría que crear una nueva regulación que contemplara esta posibilidad. «Necesitamos desarrollar pautas internacionales para controlar el bioterrorismo» –argumentan los autores del estudio–. «Los ataques de bioterrorismo también podrían resultar en una epidemia, por ejemplo, si los virus del Ébola o Lassa se usaran como agentes biológicos».
Como respuesta ante esta posibilidad, proponen implementar restricciones de viaje inmediatas y apropiadas y controles de aeropuerto para contener la propagación del patógeno X a través de las fronteras. También señalan la importancia de la colaboración internacional de los científicos y el uso de pruebas y rastreo de contagios con el objetivo de contener eficazmente el posible brote. Las posibilidades de evitarlo, todavía, aún son numerosas.
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