El análisis forense
La muerte de Esther, la joven de Traspinedo, fue de etiología violenta
El informe de la autopsia todavía está pendiente de los resultados toxicológicos
Todo parece indicar que la muerte de Esther López fue, en términos forenses, de etiología violenta. Sin embargo, esto, según los expertos, «solo» significaría que no fue de causa natural ya que las muertes catalogadas como «violentas» por los médicos forenses incluyen las suicidas, homicidas y accidentales; es decir, por un motivo exógeno a la persona. Así, simplemente se descartaría que la joven pudiera tener alguna patología previa no diagnosticada y hubiera fallecido de forma natural y sobrevenida, una hipótesis que desde el principio a los investigadores les parecía remota. Tampoco el hecho de que se aprecie un posible traumatismo durante el estudio del cuerpo tendría que apuntar hacia un homicidio, según las mismas fuentes, ya que una caída podría haberlo provocado y no haberse apreciado a simple vista durante el levantamiento del cadáver, ordenado por el juzgado el pasado sábado. No obstante, el diario «El Norte de Castilla» sí apunta a una muerte violenta y que el cuerpo fue trasladado hasta el lugar.
Así, los investigadores, que siguen trabajando en el caso, siguen pendientes del informe que elaboren los forenses una vez que tengan los resultados de todas las pruebas hitopatológicas (el estudio de las vísceras) que han realizado al cadáver entre el ayer y hoy y los resultados del análisis químico-toxicológicos, que arrojarán luz sobre las sustancias que había en el cuerpo de la joven en el momento de su muerte: alcohol, drogas o venenos. Pero no solo, como dicen los forenses y criminólogos, los cadáveres «hablan» sino que lo hace, y mucho, el escenario donde se encuentran, no siempre lugar del crimen si es que lo hubiera.
Análisis de la tierra
Porque tampoco se descartaba que Esther pudiera haber fallecido de forma «accidental» y alguien hubiese ocultado su cuerpo. Para determinar esto es fundamental el trabajo del ECIO (Equipo Central de Inspecciones Técnico Oculares), que analizan en la cuneta donde fue encontrado el cuerpo si, por ejemplo, hay señales de arrastre en el terreno, si la hierba bajo el cuerpo llevaba aplastada días o solo unas horas y toda la fauna cadavérica y los fluidos que traspasaron la tierra bajo la que se encontraba el cuerpo. También el cuerpo de Esther puede decir mucho en este sentido. No solo en cuanto a la data de la muerte, sino a los días que llevaba el cuerpo en ese lugar. Esto se puede saber gracias al trabajo de los entomólogos y el estudio de las llamadas livideces cadavéricas.
Los entomólogos analizan los insectos que han colonizado un cadáver. Explicado de forma vulgar: llegan moscas al cuerpo, van dejando sus huevos y, según el insecto que sea y la fase en la que se encuentren del ciclo (huevo, pupa, larva...) pueden determinar de forma aproximada hace cuántos días el cuerpo ha sido colonizado y si ha estado a la intemperie.
Según el forense Aitor Curiel, las livideces cadavéricas nos dan información «sobre las movilizaciones entre 24 y 48 horas posteriores al fallecimiento». Las livideces, según experto, aparecen en el cadáver por el fenómeno de la gravedad, ya que «la sangre va a los planos declives no oprimidos». «Si modificas el cadáver en este tiempo, las livideces que han aparecido ya no desaparecen y, en la nueva posición, aparecen nuevas livideces pero se sabe que son en otro momento. Lo llamamos el fenómeno de la trasposición de las livideces». Es decir, aparecen livideces en dos localizaciones diferentes e incompatibles.
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