Nuevas terapias
Un escudo antiviral oral, el anhelo de los pacientes vulnerables frente a la covid-19
Los enfermos con disfunción inmunitaria piden prioridad en el acceso a las nuevas terapias contra el virus
No todas las formas que amenazan la vida humana son complejas y sofisticadas. Con la Covid-19 se ha comprobado que hay agentes infecciosos microscópicos y acelulares cuyo impacto en la salud es altamente destructivo. Este aprendizaje, reciente para la amplia mayoría de la sociedad, ha sido desde siempre una máxima para las personas con disfunción inmunitaria, especialmente para las personas con infección por el virus VIH que no tienen tratamiento, los receptores de trasplantes de órganos sólidos o médula ósea, los pacientes oncológicos bajo tratamiento con quimioterapia y las personas sometidas a elevadas dosis de fármacos inmunosupresores o con tratamiento inmunosupresor crónico.
Para ellos, oír hablar de virus o bacterias es aterrador, pues contraer una infección supone correr un riesgo altísimo de desarrollar una forma grave de la enfermedad, lo que implica el desarrollo de complicaciones –tales como neumonía bacteriana, síndrome de distrés respiratorio agudo (SDRA), insuficiencia cardiaca, miocarditis, tromboembolismo venoso y fallo multiorgánico– que pueden poner en riesgo sus vidas. Por ello, desde que conocieron la existencia de la Covid-19 han vivido en una burbuja.
Inma Escriche es paciente de cáncer de pulmón. Ha vivido con una precaución extrema durante todos estos meses. «La pandemia ha supuesto un enorme palo para mí y para otros pacientes que comparten mi diagnóstico. Los primeros meses vivimos con la angustia de pensar que todo lo luchado por ganarle el pulso al cáncer, todo lo avanzado en el tratamiento, se puede perder en un instante por un virus. Sabíamos que o nos aislábamos bien o, de contagiarnos, era una muerte segura, como así le ocurrió a un amigo cercano que se contagió el día que le tocaba su sesión de quimio y falleció días después en una camilla en el pasillo», explica. Ella se aisló incluso antes de que fuera obligatorio, una inactividad que le supuso una considerable pérdida de masa muscular y también ganancia de peso.
Esquivar los contagios para no poner en riesgo su salud fue un reto compartido por el resto de su familia. «En casa todos éramos muy conscientes del peligro que suponía para mí una infección, así que el único que salía de ella una vez a la semana era mi marido con todas las precauciones posibles y, a su regreso, ozonizábamos toda la compra. Posteriormente, cuando se podía salir por tramos de edad, mis hijos madrugaban muchísimo para estar a las 6 de la mañana en la calle y así no cruzarse con nadie en el recorrido que hacían de una hora», recuerda.
Pablo Delgado de la Serna también entró a formar parte del grupo de pacientes considerados «extremadamente vulnerables» frente a la Covid-19. Entra en esta categoría por ser paciente trasplantado de riñón. En concreto, Pablo lleva 28 operaciones por un reflujo urovesical, tres trasplantes de riñón perdidos, ocho años de diálisis, una amputación de una pierna y una operación de un tumor. «Llevo desde los seis meses de edad siendo vulnerable, pero la Covid-19 planteó situaciones que no fueron fáciles. De hecho, cuando se decía que los pacientes inmunodeprimidos corríamos riesgo, tuve que ir a Urgencias. Recuerdo abrazar a mi mujer y a mi hija, que tenía dos años, antes de salir de casa sin saber si las volvería a ver. Fue uno de los momentos más angustiosos de mi vida».
Aunque Pablo siempre dio negativo en los tests de detección de la Covid-19, sufrió algunos síntomas de la enfermedad. Entre ellos, una arterioesclerosis en la pierna derecha que concluyó con la amputación de esta extremidad. «Es la vivencia más cruel que te puede deparar la vida; sin embargo, volví a adaptarme y ahora camino y hago vida casi normal. Porque tengo una máxima: no tener ningún agobio por adelantado y centrarme en lo positivo, en las cosas que sé que puedo hacer y que tengo», indica.
Poca respuesta a la vacuna
Se podría pensar que la vacunación ha mejorado la situación de miedo e incertidumbre de estos pacientes. Nada más lejos de la realidad. Tal y como lamenta Carina Escobar, presidenta de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP), «este colectivo tiene poca respuesta a las vacunas». Es decir, el suero inyectado no puede llegar a ofrecer la máxima protección.
La Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH) avala esta afirmación. «Aunque los datos recientes de infección sugieren una reducción de la severidad, la mortalidad sigue siendo elevada en los pacientes hematológicos inmuno (en torno al 10%), lo que se justifica por el estado de inmunosupresión profunda de estos pacientes y por la menor respuesta tras la vacunación, incluso tras recibir 3ª y 4ª dosis de vacunas frente a la Covid-19», indican.
Este hecho implica que se deben continuar extremando las precauciones de cara a limitar al máximo los contagios y, por supuesto, los potenciales efectos negativos del SARSCoV-2 en esta población tan vulnerable. Es por ello que la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH) y su Grupo Español de Trasplante Hematopoyético (GETH) consideran necesario diferenciar al paciente inmunosuprimido de la población general, siendo muy conveniente mantener la alerta y poder disponer de circuitos de muestreo y manejo de la Covid-19 específicos para este tipo de pacientes.
Para preservar su salud de manera efectiva y evitar más decesos, la POP considera «vital» acceder «en la mayor brevedad posible» a los antivirales orales que están llegando a nuestro país desde que, a finales de marzo, el Ministerio de Sanidad rubricara el contrato para adquirir 344.000 tratamientos. En ese momento se aseguró que los primeros 11.900 se empezarían a distribuir el lunes 28 de marzo y que, en los siguientes días, se completaría el suministro hasta alcanzar la cifra de 50.000 tratamientos para el primer trimestre del año.
Dada la limitación de dosis disponibles, la Plataforma considera necesario establecer unos criterios claros de acceso precoz a los mismos para estos pacientes. En el documento de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) actualizado el 4 de abril, la accesibilidad a los tratamientos disponibles está priorizada considerando aspectos como la gravedad o el riesgo de complicaciones, la respuesta a los tratamientos disponibles y el beneficio esperable.
Inma comparte esta sensación amarga. «De momento, la noticia de que están disponibles estos antivirales me resulta indiferente. No existe un listado como tal en el que aparezcamos los pacientes vulnerables. Seguimos dependiendo de los viales que facilite el gobierno a cada comunidad autónoma, ésta a cada hospital y, por último, de la gestión que realice nuestro hospital de cabecera para que evalúen el largo listado de criterios y consideren si nos debe de llegar o no». Por su parte, Pablo agradece la rapidez de la ciencia: «Tenemos mucha suerte de vivir en unos tiempos en los que la ciencia avanza a gran velocidad. Yo llevo 29 años de regalo y no paro de dar gracias a Dios de los avances de los que podemos aprovecharnos y que nos mantienen con vida». Inma y él son el claro ejemplo de que la vulnerabilidad puede ser, a veces, una herida que supura resignación, entrega y miedo. Sin embargo, puede convertirse en coraje, valentía y el verdadero motivo para vivir.
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