Análisis

¿Por qué Francisco no cita explícitamente a Putin?

¿El Papa Francisco se está mostrando equidistante ante la guerra que se ha desencadenado en Ucrania?

El Papa no es neutral. La neutralidad supondría identificar y equiparar a agresores con agredidos. Tampoco puede ser partidista porque tiene que predicar el Evangelio, que llama siempre a la reconciliación, a la paz y al amor a los enemigos. Pero, sobre todo, el Papa no es un político, sino un pastor. Francisco se sitúa siempre con los que sufren.

Sin embargo, sí tiene guiños más que notables hacia el pueblo y los líderes ucranianos….

Lógicamente, porque el martirio que están padeciendo no puede dejar indiferente. Es un país invadido injustamente y agredido hasta la barbarie al que apoya con palabra y con hechos. Basta con ver su gesto de enviar a dos cardenales a primera línea de batalla a ayudar a los damnificados. De hecho, el cardenal Konrad Krajewski, máximo responsable de la caridad vaticana, ha pasado en Ucrania la Semana Santa, ha rezado de rodillas ante una de las fosas comunes de Borodianka y ha conducido él mismo la segunda ambulancia que el Papa ha donado al país.

¿Por qué no cita ni condena explícitamente a Vladímir Putin?

Hay una razón histórica. Se ajusta una norma de la diplomacia vaticana que podríamos calificar como secular. Ni siquiera Pío XI nombró a Hitler. Nunca ningún Papa ha citado a jefes de Estado involucrados en conflictos aunque todo el mundo sepa que en sus discursos aluden a ellos. Por ejemplo, en uno de sus mensajes más recientes, Francisco hablaba de un dictador encerrado en sus manías anexionistas. Cualquier persona con un poco de cabeza puede interpretar que solo podía referirse a Putin. A esto se añade, los puentes que no se quieren romper con los ortodoxos rusos, a pesar de su errado apoyo a la invasión.

¿Viajará Francisco a Kiev?

Desde luego, pero en las próximas semanas no lo veo factible. No tanto por el problema logístico que supondría, sino, sobre todo, por el hecho de que no sería conveniente ni facilitaría la negociación diplomática, tal y como el propio Papa nos manifestó a los periodistas en el reciente viaje a Malta. Otra cosa es que el Papa respondiera a la invitación del presidente polaco, país que acoge a más de dos millones de ucranianos y rezara en la frontera. Francisco podría ir a Kiev cuando se llegue a una tregua o a un pacto de no agresión, pero eso lamentablemente está lejos de producirse.