Estadística
La curva de la felicidad tiene forma de “U”: ¿A qué edad se toca fondo?
Los más felices son -sin lugar a dudas- los niños. Sin embargo, a partir de ese momento, las cosas empiezan a empeorar poco a poco. Pero, ¿Cuál es la edad a la que somos más infelices?
Muchas personas han hecho de alcanzar la felicidad el objetivo mismo de sus vidas. Para otros -sin embargo- la felicidad no puede convertirse en el sentido que guíe nuestra existencia; porque cuando las cosas no vengan bien dadas y lleguen los problemas, necesitaremos agarrarnos a algo que le dé un sentido de trascendencia a nuestra vida y que nos permita lidiar con esa difícil situación. Siendo conscientes de que -a veces- simplemente no se puede ser feliz... porque la vida no nos lo va a permitir.
Evidentemente, algo tan nebuloso y abstracto como la felicidad, es -por fuerza- absolutamente subjetivo; porque lo que a algunos les aporta una profunda satisfacción, para otros puede suponer un auténtico infierno. Es decir, que hay personas que podrían ser felices en muchas de las situaciones que les toca vivir a otras personas que -sin embargo- son profundamente infelices. No es una ciencia exacta.
La “curva de la felicidad”
Sin embargo, sí que se pueden hacer algunas generalizaciones estadísticas. Y una de ellas es la que nos muestra la curva de la felicidad en función de la edad. Fue elaborada por el economista británico David G. Blanchflower, de la Universidad de Dartmouth (Estados Unidos), basándose en los datos de medio millón de personas de 132 países diferentes.
Lo más llamativo de esta curva de la felicidad es que tiene forma de “U”. Según las observaciones de Blanchflower, los más felices son -sin lugar a dudas- los niños. Sin embargo, a medida que se va avanzando en edad, también se va siendo más y más infeliz, tocando fondo a los 47 años de edad. Diversos psicólogos han interpretado estos datos y han llegado a la conclusión de que es en esta edad cuando las personas suelen darse de bruces con la realidad.
Cuando superamos ciertos hitos en nuestras vidas, es normal que echemos la vista atrás y nos planteemos cómo hemos vivido nuestra vida. Y cuando llegamos a la mediana edad, tenemos que enfrentarnos al hecho de que el futuro no ha sido tan brillante como nos lo habíamos imaginado durante nuestra juventud. Es algo que le suceder con especial virulencia, sobre todo, a aquellas personas que tienen vidas poco gratificantes. Que sienten que su tiempo se evapora entre atascos, para llegar a un trabajo que no les aporta ninguna satisfacción... y todo para volver a casa para disfrutar de largas sesiones nocturnas de Netflix.
Estas son las malas noticias. Pero tranquilo, aquí llegan las buenas: a partir de este momento, la tendencia es la contraria y las personas son más y más felices a medida que van envejeciendo. Cuando se supera este hito, las personas suelen aceptar con mayor facilidad que las cosas son como son. Saben que si luchan contra la vida, no ganarán. Empiezan a volverse más tranquilos y a dejar de estresarse por las cosas pequeñas de la vida y por las cosas sobre las que no tienen ningún control. Permitiéndose experimentar la vida de una forma más satisfactoria.
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