Bruselas

290.000 millones al año más para cero emisiones

La Comisión Europea dice adiós a los combustibles fósiles. En 2050 quiere que el 80% de electricidad se cubra con renovables, el 15% con nuclear y resto con tecnologías en desarrollo con el fin de reducir entre un 80 y un 100% las emisiones.

290.000 millones al año más para cero emisiones
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La Comisión Europea dice adiós a los combustibles fósiles. En 2050 quiere que el 80% de electricidad se cubra con renovables, el 15% con nuclear y resto con tecnologías en desarrollo con el fin de reducir entre un 80 y un 100% las emisiones.

a Comisión Europea ha tomado el testigo a Naciones Unidas después de que advirtiese que los países deben triplicar sus esfuerzos para cumplir el Acuerdo de París de no superar los 2º o de quintuplicarlos para no superar el 1,5. El tiempo se acaba, máxime cuando en 2017 volvieron a aumentar las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial. Por ello, a tan sólo unos días de que arranque en Katowice (Polonia) la COP24 , la Comisión Europea, consciente de que la UE genera el 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero, ha decidido liderar el cambio anunciando una Europa neutra en emisiones para 2050. O mejor dicho, Bruselas aspira a disminuir entre un 80 y un 100% las emisiones de gases de efecto invernadero para entonces. Una meta necesaria según los científicos que exigirá profundos cambios, porque hasta ahora el objetivo era lograr un 60% de reducción de emisiones a mitad de siglo. Un objetivo que «no es suficiente para que la UE contribuya a los objetivos de París», según la Comisión.

El camino hacia una economía neutra en emisiones exige importantes cambios en siete áreas estratégicas: eficiencia energética; despliegue de renovables; movilidad limpia, segura y conectada; industria competitiva y economía circular; infraestructura e interconexiones; bioeconomía y sumideros naturales de carbono; captura y almacenamiento de carbono para abordar las emisiones remanentes.

Perseguir todas estas prioridades estratégicas contribuiría a hacer de nuestra visión una realidad, aseveran desde la Comisión, quienes, sin embargo, no marcan unos objetivos concretos, dado que el propósito de la estrategia es crear una dirección. Aunque en energía sí marcan unas propuestas. La mayor parte de nuestro sistema de energía, que representa más del 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero de la UE, se basa en combustibles fósiles. Por ello, la generación de energía, según la CE, debería estar completamente descarbonizada para 2050. Es decir, adiós a los combustibles fósiles. En concreto, Bruselas insta a lograr que para mediados de siglo más del 80% de la electricidad provenga de renovables, un 15% de nuclear y el resto, un 5%, de tecnologías limpias que vayan desarrollándose para ese horizonte, como puede ser el hidrógeno o con «secuestro» de carbono, por ejemplo.

Un dato que llama la atención en el caso de nuestro país, dado que la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha afirmado en varias ocasiones que el parque nuclear cerrará cuando concluya la vida útil de los reactores, léase en 2028. Pese a que en España esta tecnología genera unos 30.000 puestos de trabajos, entre directos, indirectos e inducidos, 2.4000 millones de euros del PIB y en 2017 aportó el 21,2% de la electricidad, según datos de la Sociedad Nuclear Española (SNE).

Para ello, lograr esa transición energética, Bruselas estima que los países europeos deberán incrementar el PIB destinado a energía e infraestructuras del 2 al 2,8% del PIB entre 520.000 y 570.000 millones de euros anuales, que, según los responsables de Bruselas, podría ser un aumento de inversión de entre 175.000 y 290.000 millones de euros más al año, dado que el incremento de porcentaje será paulatino.

Como anzuelo para que las capitales realicen este esfuerzo, Bruselas promete ayuda a través del presupuesto europeo, pero también incide en que este cambio tecnológico conseguirá un incremento del 2% del PIB a mitad del siglo y que también permitirá un ahorro de entre 2 a 3 mil millones de 2030 al año 2050 en las importaciones de petróleo. Bruselas asegura que la lucha contra el cambio climático es compatible con la buena marcha de la economía y recuerda que entre 1990 y 2016 las emisiones descendieron en un 22%, mientras el PIB se alzó un 54%. Dentro del argumentario a favor, Bruselas también plantea que se podrán reducir las muertes prematuras causadas por la contaminación del aire en más de un 40%, lo que supondrá un ahorro de 200.000 millones de euros anuales en gastos sanitarios. Ahora bien, falta contemplar el aumento del coste sanitario a medida que vayan aumentando las temperaturas.

Pero no todo son datos positivos. La Comisión Europea reconoce que su iniciativa propone el cierre de todas las centrales de carbón y gas natural para el año 2050, pero apunta a que se crearán empleos en otros sectores. Ahora bien, también se perderán. Según un informe del Joint Research Centre, más de 160.000 empleos entre mineros y trabajadores de centrales de carbón están en peligro de aquí a 2030 una cifra que se eleva a 240.000 las personas que perderían su trabajo de aquí a 2050 en este sector. En el otro lado de la balanza, se abren nuevas oportunidades tanto en el sector de la construcción, la agricultura, las renovables, etc. En concreto, el sector de la bioeconomía puede dar trabajo a hasta 18.000 millones de personas en la UE y la economía circular: 580.000 nuevos puestos y un ahorro de 600.000 millones para las empresas, el equivalente al 8% de su volumen de ventas.

La Comisión Europea está dispuesta a ponerse también manos a la obra para que esta transición sea lo menos traumática posible y apuesta por la inversión en Investigación y Desarrollo como uno de los pilares para conseguir este salto tecnológico. En sus actuales perspectivas financieras (presupuestos del 2014-2020), Bruselas destina alrededor del 20% a políticas para luchar contra el cambio climático. La Comisión Europea pretende que en el próximo periodo (2021-2027) –pendiente de tramitación– esta cifra llegue al 25%.

En definitiva, un objetivo ambicioso, que dependerá de la voluntad de los Estados europeos que ahora deben refrendar esta propuesta y plasmarla en planes nacionales. España es uno de los que más apoya estos objetivos comunitarios. Alemania, en cambio, se muestra reticente. El tiempo dirá quién cumple o no.