Efectos de la pandemia

Un 47% más en trastornos mentales en menores

Hasta el 17% de los niños de 10 a 17 años se autolesionan

Jóvenes fumando porros en la celebración de San Canuto.
Jóvenes en un parqueGonzalo Pérez MataLa Razón

El problema de lasalud mentalen menores aumenta, y se conoce cada vez mejor el momento de la implosión: el encierro por la pandemia. Algunas iniciativas intentan afrontar esta cuestión con programas como el de SM Educamos, que ha lanzado «Clima emocional» para aflorar la realidad silenciosa de las aulas ya que busca detectar problemas de salud mental y acoso escolar entre el alumnado.

Según la Asociación Española de Pediatría (AEP), la salud mental de niños y jóvenes se ha deteriorado en los últimos años. Con la pandemia, se ha constatado un aumento de hasta el 47% en los trastornos de salud mental de los menores, con episodios de ansiedad, autolesiones o estrés. «En este contexto pensamos que la tecnología podía servir de apoyo. No con la idea de sustituir la labor del docente, sino más bien de anticipar la detección del problema, pudiendo atajarlo mucho antes, evitando así que el impacto en la salud mental del alumnado fuera tan grande», cuenta Roberto Benito, director de SM Educamos, el ecosistema educativo digital de SM.

En este sentido, destacan que la educación emocional se ha convertido en la competencia más demandada por el profesorado después de la pandemia, de ahí el lanzamiento de «Clima emocional». «Una propuesta digital que facilita a niños y jóvenes la posibilidad de expresar su estado emocional. Y si lo necesitan, poder aportar toda la información que ayude a su tutor y profesores a entender lo que le ocurre. Una herramienta para facilitar la conversación y adelantarnos a posibles problemas, que en los primeros días de lanzamiento ya ha sido implementada por un centenar de colegios», explica Benito.

Por su parte, el experto de la Sociedad Internacional de Autolesión y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), Juan Faura, alertó ayer que «el 17% de los niños entre 10 y 17 años realizan conductas de autolesión no suicida, y la edad de inicio más frecuente suele ser entre los 13 y 16 años».

Durante las I Jornadas sobre Autolesión y Conducta Suicida impartidas en la UNIR en colaboración con el Grupo ITA, Faura señaló que este tipo de acciones no siempre tienen intenciones de suicidio. «Se puede hablar de conductas o pensamientos autolesivos que no tienen intencionalidad suicida. No tienen que estar asociadas necesariamente a un trastorno mental o a una patología comórbida. Puede ser una conducta de regulación emocional o la expresión física de alguna problemática puntual que esté afectando a la persona en ese momento», explicó.

El psicólogo advirtió que «las conductas de autolesión no suicida son un problema con mayor incidencia en menores, en edades tempranas, que puede desarrollar problemas potenciales en la adultez, algunos de ellos relacionados con ideación suicida». Aunque Faura expuso que todavía se está investigando la vinculación entre la conducta no suicida y suicida, la cual no tiene por qué ser lineal ni progresiva, pero sí se ha visto una gran relación entre ellas.

Faura ha recordado que todavía sigue existiendo un gran tabú y estigma al hablar de estos temas. A pesar de que la investigación actualmente «es muy escasa y está empezando a generar interés», Faura destacó que «la prevención y la intervención existen, aunque son incipientes, pero hay una gran esperanza en ellas».

La psicóloga experta en ideación autolítica e intentos de suicidio y profesora de UNIR, Patricia Vega, recomendó actuar lo antes posible. «Es importante intervenir a través de un plan de seguridad con las personas que han tenido un intento de suicidio desde el primer momento, tanto si se ha producido, como si es una ideación», afirmó durante las jornadas.

Según la experta, hoy en día el 17% de las personas con ideas suicidas han tenido algún intento. Además, la profesora indica que «un dato relevante es que las personas con intento de suicidio suelen pedir ayuda un año antes, bien sea a través de familiares, amigos o mediante los médicos de atención primaria».

Algunos síntomas de alarma entre la población adulta pueden ser quela persona manifieste sentirse sola, insatisfacción por seguir con su vida, aislamiento o sensación de impotencia ante un problema o situación.

Entre los jóvenes, conductas como aislamiento, llanto incontrolado, bajo rendimiento escolar, abandono del deporte, o dormir todo el día pueden ser señales para preocuparse.

La UNIR recuerda que la conducta suicida es la cuarta causa de muerte en menores y adultos jóvenes entre 15 y 29 años.