Venecia

Algo pasa en las iglesias de Venecia

Varios templos sufren profanaciones como «vomitar una hostia» o partirle el brazo a un crucifijo

Los religiosos creen que falta seguridad policial en la ciudad
Los religiosos creen que falta seguridad policial en la ciudadlarazon

Varios templos sufren profanaciones como «vomitar una hostia» o partirle el brazo a un crucifijo

El vandalismo no tiene religión. Ninguna creencia religiosa apela a un espíritu de destrucción que no respeta nada, y más aún si se trata de algo sagrado. Sin embargo, los últimos sucesos ocurridos en la Iglesia de San Zulian, en Venecia, donde en poco tiempo se han repetido casos de profanación por parte de unos musulmanes; han creado un cierto debate, en Italia, acerca de cómo poder contrastar la acción de unos delincuentes que nada tienen que ver con el Islam.

La polémica ha vuelto tras una noticia publicada por el periódico italiano «Libero», donde su director, Vittorio Feltri, afirmaba que unos jóvenes árabes se presentaron en la misa dentro de la Iglesia de San Zulian para recibir la comunión fingiendo ser católicos, «vomitando la hostia después». Los actos vandálicos no han tenido lugar sólo en la Iglesia de Zulian, sino en otros templos de la capital veneciana. Hace unas semanas, también ocurrió que un hombre magrebí rompió el brazo de un crucifijo del siglo XVII en la Iglesia de San Geremia, en el centro de la ciudad véneta.

El párroco de la Iglesia de San Zulian, Massimiliano D’Antiga, señala a LA RAZÓN: «No quiero dar interpretaciones acerca de lo que ha ocurrido. En este momento tan delicados, no quiero que estos hechos se vean instrumentalizados de cara a la sociedad y a la Iglesia, con objetivos ideológicos. No es justo enfrentar las religiones, cuestionando la integración a raíz de unos hechos vandálicos. Por eso, simplemente me limito a denunciar los hechos acaecidos». La llamada de atención del padre Massimiliano acerca de los actos vandálicos, no ha sido inmediata, para evitar una innecesaria exposición mediática: «Mi parroquia, desde hace un tiempo, está viviendo un periodo de abandono, debido sobre todo a una falta de vigilancia externa», explica el religioso, indicando que su iglesia se sitúa en una de las calles más céntricas de Venecia. «En mi opinión, estos eventos violentos se encuadran dentro de los problemas de orden público», afirma D’Antiga. Y añade: «Creo que hay que verlo desde esta perspectiva, sin entrar en ninguna reflexión acerca de las religiones». Por esta razón terminé pidiendo ayuda a los Carabinieri», la Policía militar italiana.

Según el párroco, los problemas surgen desde el momento en el que faltan patrullas de policías que impidan, en pleno centro de Venecia, tanto robos de bolsos como el vaciamiento del cepillo de su propio templo, donde también se dan las profanaciones: «Desgraciadamente estos hechos no son aislados, sobre todo en lo que tiene que ver con determinados islámicos en relación con el crucifijo».

El Padre Massimiliano ha podido comprobar un hecho: «En los últimos tiempos, en Venecia ha habido un aumento considerable de turistas mujeres vestidas tanto con el velo islámico –conocido como hiyab– como con el burka, donde sólo es posible verles los ojos».

Otro de los fenómenos ocurridos en el templo es el de los rezos islámicos: «Se dedicaban a realizar rezos gritando “Alá es grande”».

Uno de los problemas que admite tener el religioso es que, el control de su iglesia está en manos de voluntarios, que poco pueden operar a la hora de afrontar determinados actos como son las profanaciones. «Son personas que se dedican a invitar a todos los que quieran entrar en la iglesia, sean locales o turistas. Si algún musulmán desea entrar y rezar, siempre ha sido bienvenido. Eso sí, tiene que ser tan respetuoso como se le exigiría a un cristiano cualquiera. El problema es que aquellos musulmanes que rezaron gritando, lo hicieron, además, de espaldas, como signo de desprecio».

En el caso de los musulmanes a los que se vio escupiendo la hostia, el padre dijo: «Creo que se trata de ignorancia. Muchos turistas de Oriente Medio reciben la comunión simplemente porque ven a los demás hacerlo, sin saber exactamente qué significado tiene».