Opinión

Animales y hombres

Si un hombre excluye a cualquiera de las criaturas de Dios del resguardo de la compasión, ese hombre actuará igualmente con sus compañeros humanos

"Qué pena tan grande que tengamos que elaborar una ley de bienestar animal para que los psicópatas de nuestra cultura civilizada sean castigados"
"Qué pena tan grande que tengamos que elaborar una ley de bienestar animal para que los psicópatas de nuestra cultura civilizada sean castigados" Dreamstime

Un hombre mata a patadas a un perro delante de la niña de doce años que lo paseaba. Dicen que el individuo (sinónimo de espécimen), de cincuenta y tantos años, tropezó levemente y sin caerse, con la correa del animalito. Un perro chiquitín y precioso que caminaba felizmente con su niña querida. El espécimen, en un acto de sublime valentía, comenzó a arrearle patadas en el vientre y todo el cuerpo al perrito hasta que lo reventó.

Todo esto delante de la chiquilla que sigue en «shock» y cuyo trauma le marcará toda la vida. Porque un perro no es un juguete, es un hermano, un ser leal e inteligente capaz de dar un amor instintivo tan puro como imperecedero. Algo que ese hombre no conoce ni conocerá. Cuando oí la noticia, pensé que el valiente asesino igualmente mataría a un ser humano débil, y me acordé de la frase de Francisco de Asís: no herir a nuestros humildes animales es nuestro primer deber hacia ellos, pero detenerse aquí no es suficiente. Nosotros tenemos una misión más elevada, serles de servicio siempre que lo requieran. Si un hombre excluye a cualquiera de las criaturas de Dios del resguardo de la compasión, ese hombre actuará igualmente con sus compañeros humanos.

Qué pena tan grande que tengamos que elaborar una ley de bienestar animal para que los psicópatas de nuestra cultura civilizada sean castigados con multas o pequeños periodos de tiempo en prisión. Nada les importará a esos que se consideran superiores a todos y a todo porque han aprendido a dominar a través de la fuerza física a sus semejantes. Ellos pagarán, pero seguirán siendo un peligro para la vida de todas las criaturas. Nuestro espécimen está en la calle pudiendo cruzarse con la chiquilla aterrada y muchos otros inocentes. Qué pena que no demos una educación a los niños para la convivencia. Una educación en la que aprendan a ser solidarios y buenos con todo lo que vive, empezando con ellos mismos.