Daño ecológico
Los animales, las víctimas silenciosas de los incendios
Ganaderos de Castilla y León urgen a proporcionar comida a las reses que se han quedado sin alimento. Las llamas acaban con otras especies más pequeñas pero vitales para los ecosistemas
La ola de incendios forestales está dejando tras de sí no solo pérdidas humanas, decenas de viviendas destruidas o miles de hectáreas de bosque quemadas, sino también cientos de víctimas silenciosas que mueren o huyen desesperadas de las llamas y que luego no encuentran alimento: los animales que se cruzan en el camino del fuego.
En León, los ganaderos de Molinaferrera han solicitado de forma urgente paja y forraje para poder darles de comer. En Zamora, el estado del ganado es una de las mayores preocupaciones de muchos de sus vecinos, ya que para ellos se trata de su medio de vida. Hay que recordar que en el incendio de Tres Cantos (Madrid), en el que falleció un trabajador que intentaba poner a salvo a los animales, una veintena de caballos murieron al no poder escapar de las llamas. En ese mismo incendio, dos explotaciones ganaderas resultaron afectadas por las llamas y se retiraron los cuerpos de 150 cabezas de ovino de raza colmenareña. En Cáceres, SEO/BirdLife ha informado de que se han quemado hasta 60 nidos de buitre negro y cuatro de águila imperial.
Estos son solo unos ejemplos de lo que está ocurriendo en estos momentos. Hay que recordar que con los incendios también se pierden otras especies más pequeñas, que pueden parecer menos importantes, pero que juegan un papel fundamental para el equilibrio de los ecosistemas, como los reptiles y anfibios para el control de insectos y plagas, los insectos y artrópodos, polinizadores clave para plantas y cultivos, y pequeños mamíferos como roedores y murciélagos.
En este sentido, Mónica Colmena, técnico del programa de bosques de WWF, ha indicado a Efe que cada especie se comporta como puede ante el fuego: corriendo en el caso de los grandes mamíferos, o volando, en el de las aves, hacia zonas abiertas y cauces de agua o, en su defecto, se refugian en madrigueras o grietas, como hacen los conejos o zorros. En esta huida los que se suelen quedar atrás son los animales que cuentan con una movilidad más reducida, y que «no tienen margen de escape».
De esta forma, la movilidad, la capacidad de detectar el fuego o el uso de refugios eficaces son determinantes para sobrevivir, pero la tolerancia a las nuevas condiciones «postincendio» también es clave en el largo plazo. Una vez que los animales han podido escapar de las llamas llegan nuevos desafíos. Normalmente no pueden volver de inmediato a su medio de origen y se enfrentan a desorientación, falta de alimentos o mayor exposición a depredadores, indica Colmena.
«El problema es que cuando son incendios extremos, en los que la propagación es bastante explosiva y muy rápida, muchos no llegan a llevar a cabo sus estrategias de supervivencia», declara la experta.
Mónica Colmena explica que la prioridad tras un incendio es restaurar el hábitat, comenzando por la recuperación de la vegetación para que la fauna pueda regresar, aunque advierte que las especies que tradicionalmente habitaban la zona «tardarán en volver».
Para favorecer su retorno se instalan refugios temporales, se limita la caza y el pastoreo en las áreas afectadas o se realizan seguimientos de fauna dentro de proyectos ya existentes.
Respecto a las actuaciones de rescate señala que, aunque hay centros como el Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y sus Hábitats (Grefa) que llevan a cabo campañas de recuperación, en España no existe un único protocolo estatal para actuar en estos casos, depende de cada comunidad.