Opinión
Cáncer de mama: el ejemplo más representativo del avance de la investigación
Con suficiente apoyo a la ciencia, en un par de décadas podríamos ser capaces de tratar eficazmente la mayoría de los casos de este tumor
El cáncer de mama es el tipo de tumor más diagnosticado del mundo, y desde la más lejana historia de la humanidad ha supuesto un auténtico rompecabezas para médicos, estudiosos y filósofos de las más variadas procedencias. Durante miles (sí, miles) de años se han intentado desentrañar las causas de este tipo de tumor y, sin embargo, casi todo lo que sabemos del cáncer de mama y casi todos los tratamientos eficaces tienen menos de 100 años y muchos casos, menos de 10.
Repasar la historia del cáncer de mama pone de manifiesto la importancia de la investigación y que, con suficiente apoyo a la ciencia, en un par de décadas podríamos ser capaces de tratar eficazmente la mayoría de los casos.
Antigüedad:
El cáncer de mama fue uno de los primeros tumores en describirse, y ya se hace referencia a él en el papiro denominado Edwin Smith (3.000 – 2500 a.C), atribuido al médico-arquitecto egipcio Imhotep. Este documento describía varias características visuales y al tacto del cáncer de mama, y sugería tratamientos como aplicar carne fresca, grasa o miel. Pero las primeras teorías sobre el origen de estos tumores llegaron en la Grecia antigua, cuando Hipócrates (460-377 a.C) culpaba a un desequilibrio en las cuatro sustancias fundamentales o humores (sangre, flema, bilis amarilla, bilis negra). Esta teoría, que persistió casi 2000 años, derivó en tratamientos casi siempre ineficaces y con frecuencia dolorosos; por ejemplo, Galeno aconsejaba operar el tumor y dejar sangrar la herida para descongestionar la bilis negra. Barbaridades de este tipo son frecuentes a lo largo de esta historia…
Edad Media y Renacimiento:
En la Edad Media (entre el 476 y 1500 d.C) la medicina se mezcló inseparablemente con las creencias religiosas, y solía defenderse la curación milagrosa gracias a la oración frente a métodos «bárbaros» como la cirugía. Todo esto convivía aún con la teoría de los humores, así que entre los tratamientos de la época eran populares las dietas y las purgas (vómitos).
En el Renacimiento (Siglos XVI-XVIII) aparecieron otras teorías, como que las causas incluirían traumas, infecciones o la llamada melancolía; esta insidiosa creencia, que duró siglos, atribuía a la tristeza (por ejemplo, por la pérdida de la belleza) el origen del cáncer. En este periodo la cirugía progresó rápidamente gracias a los avances en anatomía, pero recordemos que ¡aún no había anestesia ni medidas de desinfección!, así que las operaciones eran dolorosas y peligrosas.
Siglos XVIII y XIX:
El siglo XIX terminó por fin con la teoría de los humores, al afianzarse la teoría celular y la certeza de que los tumores se originan a partir de las células de los pacientes.
Además, aparecieron la desinfección, la esterilización de los materiales, el uso de guantes y, por supuesto, la anestesia, así que las condiciones de la cirugía y la supervivencia mejoraron drásticamente. Pero, aunque la cirugía era el tratamiento principal del cáncer de mama, seguía habiendo numerosas recaídas. Por eso se empezó a adoptar de manera generalizada la mastectomía radical, intentando que todo el tumor quedase dentro de lo extirpado y no se volviese a extender. Lamentablemente, incluso así muchas pacientes recaían. La cirugía parecía haber llegado a sus límites.
Siglo XX:
Afortunadamente, a finales del siglo XIX gracias a Röntgen y Marie Curie se desarrolló la radioterapia, que se adoptó rápidamente como tratamiento. También irrumpieron la quimioterapia y la terapia hormonal. En conjunto, significaron la cura de muchas pacientes y una gran mejora en la supervivencia, pero también ayudaron a evitar mastectomías radicales a un gran número de mujeres.
A finales de los años 80 se observó el papel del gen HER2 en los tumores muy agresivos de una parte de las pacientes. En 1991 se iniciaron los ensayos clínicos con anticuerpos para atacar a este HER2, lo que llevó a aprobar el revolucionario trastuzumab en 1998, que ha salvado incontables vidas.
Actualidad:
El siglo XXI ha sido testigo de un vertiginoso avance de la investigación. Gracias al avance técnico somos capaces de analizar con muchísimo detalle los diferentes tipos de material genético, las proteínas, moléculas del metabolismo, incluso la microbiota de los pacientes. Eso ha mejorado la personalización de los diagnósticos y tratamientos, y ha abierto la vía a nuevas terapias dirigidas para combatir los tumores cuando las pacientes se vuelven resistentes a los tratamientos. Además, ese conocimiento ha facilitado la irrupción durante la última década de la inmunoterapia, que utiliza el propio sistema inmunitario para combatir al tumor.
La importancia de la ciencia:
Durante miles de años, la única opción contra el cáncer de mama ha sido casi exclusivamente la cirugía. No obstante, durante los últimos 100 años hemos avanzado a pasos agigantados en el conocimiento, diagnóstico y tratamiento de este cáncer. Hemos pasado de terapias generalistas y basadas en creencias a personalizar cada vez más las terapias, basándonos en un profundo conocimiento molecular.
Y solo hay una responsable de esto: la investigación. Al ritmo actual, podemos aspirar a tratar eficazmente el cáncer de mama en un plazo relativamente breve, quizá solo un par de décadas. Pero no podemos bajar los brazos. Está en nuestras manos. Apoyemos juntos la investigación.
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