Drogas sintéticas
Un caserío vasco albergaba el mayor laboratorio de speed localizado en España: producía dos toneladas al mes
La Policía advierte de que estos laboratorios arrojan desechos tóxicos a los ríos y se han multiplicado los últimos dos años
El entorno era idílico: prados verdes, ermitas de cuento y bosques para perderse en la naturaleza. La comarca de Gorbea, apreciada por senderistas de todo el País Vasco, mantiene el clásico ordenamiento urbano vascuence y navarro de caseríos esparcidos por la montaña. Uno se pregunta cuántos años tardarían en conectar alcantarillado y luz a cada una de estas viviendas separadas entre ellas por kilómetros y cualquiera que se haya perdido por estos lares sabe que un coche «desconocido» es objeto de mirada inquisidora por parte de los vecinos.
Es fácil imaginar, por tanto, lo complicado de cualquier investigación policial que requiera vigilancias. Aún así, los agentes del Grupo 33 de la Sección III de Droga Sintética, ubicada en la Brigada Central de Estupefacientes de la Policía Nacional, lograron desmantelar el mayor laboratorio localizado hasta ahora en España de sulfato de anfetamina (conocido popularmente como speed). El mayor, no porque fuera grande, sino por su descomunal volumen de producción: nada menos que 500 kilos a la semana; dos toneladas mensuales que salían, precisamente, de la planta baja de uno de estos caseríos vizcaínos «perdidos» en el monte.
En la vivienda residía una familia (una pareja con su hijo menor de edad), que «trabajaba» en el negocio junto a otras cinco personas; entre ellas el «cocinero», a quien pillaron transportando varios kilos –a pesar de que no era su función habitual– y que precipitó la explotación de la operación el pasado 27 de mayo.
Cuando los agentes entraron en la parte baja del caserío no daban crédito. Kilos y kilos de speed recién fabricado (las bolsas aún estaban húmedas) y restos del estupefaciente en bidones. No es habitual encontrar un alijo así y, a diferencia de otras drogas, con el speed es importante entrar en el momento justo: ni antes de su producción, ni después, cuando ya se ha distribuido, porque sino, no hay muchos elementos que prueben su fabricación ante un juez.
Una receta sencilla
La clave está en que este tipo de laboratorios suelen ser muy rudimentarios, no es necesario mucho instrumental (como en los de cocaína, por ejemplo) y, si no hay productos, no hay mucho que demuestre su elaboración: apenas unos cuantos bidones y palas para remover. Porque la receta no es complicada: el ingrediente principal (aceite de antefamina) se va disolviendo en metanol y, poco a poco, van añadiendo sulfúrico mientras remueven con la pala para que se vaya transformando en sulfato de anfetamina (el speed). En este caserío hacían a la vez media docena de barreños de 30 litros y tenían todo medio tapado con una tela metálica gris para evitar que al salieran posibles olores al exterior. Tras envasar los paquetes, los introducían en bolsas de rafia para su distribución.
Además de la droga, los agentes también se incautaron de 500 litros de precursores: los productos químicos necesarios para la fabricación del speed.
Al frente de todo esto estaba un tipo que rozaba los 50 años y que formaba parte de las filas ultras del Atletic de Bilbao, los «Herri Norte». Tenía antecedentes por delitos relacionados con altercados callejeros y es uno de los tres que ya están en prisión provisional.
Entorno "abertzale"
Según explica el inspector jefe de la sección III, Alejandro Martín, el speed es una droga sintética que se consume principalmente en País Vasco, Navarra, Burgos y Zaragoza y actualmente está asociada a «raves» o fiestas alternativas.
Conocida como «la coca del pobre», su precio es la mitad que el gramo de cocaína (en torno a los 30 euros) y tradicionalmente se ha consumido mucho en entornos «abertzales», punk y de casas okupas. Sus efectos son excitantes, como la mayoría de las sintéticas.
Pero ¿hay un nuevo «boom» en el consumo de estas drogas? La Policía advierte de que en los últimos dos años se han detectado muchos más laboratorios de este tipo de droga, que siempre se había importado desde Países Bajos. Los «ingredientes» para su fabricación, de hecho, siguen llegando desde allí, aunque también pueden pedirse precursores a través de internet y llega desde China o India con etiquetado falso.
Sin embargo, las organizaciones producen cada vez más en nuestro país. Muchos de estos laboratorios (así se desprende de operaciones cerradas y en curso), se asientan en la zona de Levante, probablemente por la abundante presencia de ciudadanos polacos en esta zona, un país donde también hay bastante cultura de producir esta droga.
Peligro para la salud y el medio ambiente
El problema de que ahora los laboratorios estén en suelo patrio es su peligrosidad. Gracias a los conocimientos del jefe del grupo, doctor en Química además de inspector de Policía, se están aplicando nuevos protocolos de entrada para preservar la seguridad de los agentes. No obstante, la presencia del Tedax, los técnicos especializados en desactivación de explosivos de la Policía Nacional, sigue siendo imprescindible. Son ellos los primeros en entrar en el laboratorio y, tras medir los gases y verificar que el ambiente sea respirable, pasan el resto de agentes y la comisión judicial.
En Países Bajos, por ejemplo, es habitual que desmantelen un laboratorio de este tipo tras una explosión durante la fabricación del estupefaciente. «Es importante saber parar una reacción química con seguridad: es delicado porque puede haber deflagraciones o intoxicaciones por inhalación de gases», explica el inspector. De hecho, estos agentes están en continua formación en esta materia a nivel europeo.
Nula gestión de los residuos tóxicos
Otro de los problemas de la proliferación de estos laboratorios, es que son altamente contaminantes para el medio ambiente. Según el responsable policial, las empresas privadas que trabajan con este tipo de productos tan tóxicos (farmacéuticas y de productos estéticos, principalmente) tienen que cumplir una normativa muy estricta para la gestión de los residuos. Sin embargo, estos laboratorios «caseros» es habitual que arrojen la ingente cantidad de residuos tóxicos que generan (imaginen el volumen para producir dos toneladas al mes) al campo y a los ríos, con el peligro que supone. De hecho, los agentes resaltan que «siempre» que han entrado en uno de estos sitios clandestinos (ocurre también con los de cocaína), se da la «casualidad» de que están en un paraje campestre al lado de un río.
La Policía recuerda que cualquier ciudadano, de forma anónima, puede comunicar información relativa a droga en antidroga@policia.es y infobce@policia.es.