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Robo
Los últimos días no se ha hablado de otra cosa. El robo que vivió el Museo del Louvre el pasado domingo 19 de octubre ha puesto en evidencia la seguridad de una de las atracciones turísticas más visitadas de todo el mundo. Ocho joyas de gran valor (en un primer momento nueve) vinculadas a la historia de Francia desaparecieron de las instalaciones a plena luz del día.
Si bien el método para hacerse con el tesoro de la corona francesa sigue siendo un misterio, muchos son los que se cuestionan con qué fin podría haberse realizado el tan polémico hurto. Christopher Marinello, fundador de Art Recovery International, lleva más de una década en el negocio de la recuperación de obras de arte. Por lo tanto, conoce de sobra el 'modus operandi' de los ladrones.
En unas recientes declaraciones a la CNN, Marinello explicaba que desmontar estas piezas y separar las gemas no es una tarea que requiera de mucho tiempo. "Por desgracia, se puede hacer en una hora. Por eso hay tanta prisa", señaló. En otras palabras, la posible negociación para la recuperación de las joyas es una carrera a contrarreloj donde cada segundo cuenta.
No se trata de la primera ocasión en la que el empresario ha tenido que lidiar con receptadores que pedían un pago antes de cooperar. "Ahora, lo que vemos es que los delincuentes funden las piezas para obtener el valor de las piedras preciosas", puntualizó, haciendo entrever una evolución en el modelo de negocio.
Si Christopher Marinello tuviera que apostar por la forma de trabajar de los ladrones a la hora de rentabilizar las joyas, la opción más plausible sería la de tallar las gemas para su posterior vente. "Así nadie sabría nunca de dónde proceden. Nadie sabría que se trata de las joyas de Napoleón III, de las más importantes de Francia", sentencia.
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