Medios de Comunicación

Sergio Martín: «No es necesario recibir con un bofetón verbal a un entrevistado»

El periodista dirige y presenta «Los desayunos de La 1» y afirma que no suele estar demasiado pendiente de lo que dicen de él

Sergio Martín: «No es necesario recibir con un bofetón verbal a un entrevistado»
Sergio Martín: «No es necesario recibir con un bofetón verbal a un entrevistado»larazon

El periodista dirige y presenta «Los desayunos de La 1» y afirma que no suele estar demasiado pendiente de lo que dicen de él.

Nació en 1977, el año en que se celebraron las primeras elecciones de la recién nacida democracia. Así, se crió durante la Transición, un momento histórico que despertó el gusanillo del periodismo a muchos de su generación. Cuatro décadas después Sergio Martín mira de frente a los protagonistas de nuestros días y reparte juego entre los periodistas para analizar las noticias del día en «Los desayunos de TVE», que se emite en La 1.

–¿Hay que utilizar una pizca de psicología para entrevistar a un invitado?

–Sí. Con diferencia, lo más difícil es escuchar. Traerte de casa un cuestionario es relativamente fácil, pero la diferencia entre una buena o mala entrevista es oír lo que te están diciendo. La clave es la repregunta, ponerle en el espejo de sus propias contradicciones. Eso sí, sin ser ni agresivo ni maleducado porque se pone a la defensiva y ya no te va a decir nada. Esto es como el jazz: es necesaria una buena partitura y después hay que saber improvisar.

–¿Twitter está condicionando mucho la información?

–Hay un choque entre el viejo y el nuevo mundo tecnológico, luego están los nativos digitales y a algunos nos ha pillado en medio. Soy usuario de las redes sociales porque es inevitable estar conectado. Si no nos van a pasar por encima. Sin embargo, nunca podrá ser igual que la labor de un periodista que contextualiza la información, no se la encuentra por la calle. No niego que tanto Twitter como Instagram o cualquier otra aplicación puedan ser muy necesariaa, pero no todo lo que encuentras es noticia. Como mucho, una pista.

–Hace unas semanas entrevistó a Mariano Rajoy. ¿Es difícil buscar el equilibrio?

–Es imposible. Lo bueno que tiene es que me elimina la presión porque haga lo que haga voy a recibir críticas. Ya sea porque crean que me paso o que no llego. Me dedico a hacer preguntas y tengo dos prioridades: la intención de sacar el máximo partido a mi entrevistado, que me dé titulares que abran los informativos, y ser muy honesto. Es lo que te salva. Cuando el protagonista es un líder político las opiniones se polarizan. Hay bastantes prejuicios y eso acaba con la profecía autocumplida.

–¿Eso en qué consiste?

–La practican los que creen «a priori» que vas a preguntar con mala fe, que seguirán pensando lo mismo, y los que están convencidos de que trabajas a favor de obra tampoco van a variar su apreciación.

–Trabaja en la televisión pública, ¿se siente un bulto sospechoso?

–No suelo estar muy pendiente sobre lo que se habla de mí. Ni de que digan que he hecho una «entrevista masaje» o lo contrario. En ellas se entra en una especie de juego para ganarte la confianza del entrevistado. Primero hay que tener una educación exquisita, da igual quién sea. Y eso no está reñido con ser incisivo. Ni es necesario recibirle con un bofetón verbal porque entonces se te cruza de brazos y se acabó. Cuando evitan contestarme, en vez de poner cara de enfado, les sonrío y les digo: «Ya me ha hecho la cobra tres veces».

–¿Es difícil embridar a los tertulianos?

–Algunos son caballos desbocados o, al menos, lo parecen. Hay una herramienta muy eficaz cuando las disputas son vehementes, que es el sentido del humor. Con una broma a tiempo puedes atajar grandes enfrentamientos. Yo empecé en «La noche en 24 horas». Si ahora tengo cara de niño, imagínate entonces, que aparecía despeinado y sin corbata enfrentándome a esos miuras y decirle a uno: «Ahora tú te callas». Entonces y ahora lo tenía muy claro: si eres guardia de tráfico, tienes que dirigirlo.

–Cambio de tercio. ¿No cree que en estos momentos la sección de Internacional se debería llamar «Donald Trump»?

–Pues sí (risas). Si ves el minutado de los informativos, en el momento en que él sale la audiencia se dispara. No hay que olvidar que viene del «show business».

–¿Su gestión va a ser polémica?

–No lo sé. Lo que le puedo asegurar es que cuando hablas con los expertos te dicen: «Cuidado, que él no va a iniciar el muro en la frontera con México, lleva años construyéndose». Y la ruptura del acuerdo comercial con el Pacífico ya la había anunciado veladamente la administración Obama. Lo que ocurre es que, en ocasiones, no es tanto el contenido de lo que dice, sino la forma en la que se expresa.

–Antes citó el jazz, ¿le gustaría hacer un programa de cultura?

–Es un deseo que nunca he ocultado. Recuerdo que al empezar en RNE Julio César Iglesias me decía: «El día que no leas, que no vayas al cine, a una exposición o a un concierto no tendrás nada de lo que hablar». Hay que salir a la calle, conversar con la gente. Por ejemplo, suelo ir a Malasaña y tomarme unas cañas en El Penta e intento testar lo que se dice. No se puede hablar desde un púlpito. Contra la intolerancia lo mejor es viajar y, si no, leer.