
Nuevo Papa
«Desarmemos las palabras para desarmar la Tierra»
León XIV dedicó la primera audiencia en el Aula Pablo VI a los periodistas que han cubierto el cónclave. A su llegada recibió una ovación que le sorprendió: «No me esperaba estos aplausos al principio, sino al final»

Respaldo unánime de los periodistas a León XIV. Al menos de quienes estas semanas han estado cubriendo el funeral de Francisco y el cónclave que culminó el pasado jueves con la elección de Robert Prevost como nuevo Pontífice.
Al igual que sucediera con su predecesor, el nuevo Obispo de Roma ha querido que la primera audiencia de su pontificado en el Aula Pablo VI tuviera como protagonistas a parte de los 7.500 comunicadores que, en estos días, han copado la Plaza de San Pedro y sus aledaños. El Santo Padre fue recibido con una ovación que se alargó hasta tal punto que el propio Prevost tuvo que pedir al auditorio que se calmara y, acto seguido, bromeó en inglés: «Agradezco los aplausos tan extensos, que no me esperaba ahora al principio, sino al final».
Con este punto de partida, una vez más lanzó un grito en favor de la paz, tal y como hiciera en la logia de las bendiciones, tanto el día de su designación como este domingo, en el transcurso de la oración mariana del Regina Coeli. «Debemos decir ‘no’ a la guerra de palabras e imágenes, debemos rechazar el paradigma de la guerra», encargó tanto a los redactores como a los reporteros de radio, televisión o quienes se mueven en las redes sociales.
«Desarmemos las palabras y ayudaremos a desarmar a la Tierra», propuso el Papa agustino al gremio desde el convencimiento de que «desarmar y desarmar la comunicación nos permite compartir una visión diferente del mundo y actuar de una manera coherente con nuestra dignidad humana».
El primer Pontífice estadounidense de la historia echó mano de la bienaventuranza de Jesús de Nazaret que habla de la paz, para invitar a los periodistas a «realizar una comunicación diferente, que no busque el consenso a toda costa, que no se vista de palabras agresivas, que no adopte el modelo de la competencia, que nunca separe la búsqueda de la verdad del amor con el que debemos buscarla humildemente». Y todo, desde un planteamiento aterrizado: «La paz comienza con cada uno de nosotros: desde la forma en que miramos a los demás, escuchamos a los demás, hablamos de los demás».
Además, el Papa quiso visibilizar «la solidaridad de la Iglesia con los periodistas encarcelados por buscar y comunicar la verdad, y pedir su liberación». Este gesto se vio correspondido con un nuevo aplauso y la complicidad desde la platea, que fue reforzado cuando inmediatamente después, también trajo a su pensamiento a «los que cuentan la guerra, incluso a costa de sus vidas». Para el nuevo Pontífice, la Iglesia «reconoce en estos testimonios la valentía de quienes defienden la dignidad, la justicia y el derecho de los pueblos a estar informados, porque solo los pueblos informados pueden tomar decisiones libres».
Esta defensa del derecho a la información la rubricó una vez más al compartir que «el sufrimiento de estos periodistas encarcelados desafía la conciencia de las naciones y a la comunidad internacional, que nos pide a todos que salvaguardemos el valioso bien de la libertad de expresión y de prensa». Con el llamamiento a la paz y la puesta en valor de una información libre, León XIV también puso deberes a quienes tenía enfrente. «Nunca cedamos a la mediocridad», sentenció el Papa, consciente de que «vivimos tiempos difíciles para viajar y contar, que representan un reto para todos nosotros y del que no debemos escapar».
Al hilo de esta cuestión, llevó a cabo un ejercicio de autocrítica en lo que a la comunicación eclesial se refiere: «La Iglesia debe aceptar el desafío del tiempo y, de la misma manera, no puede haber comunicación y periodismo fuera del tiempo y de la historia». Para argumentarlo, echó mano de San Agustín, el fundador de su Orden: «Vivamos bien y los tiempos serán buenos. Somos los tiempos».
A la luz de esta reflexión, llamó a los periodistas a dejar a un lado una comunicación de «lenguajes sin amor, a menudo ideológicos o partidistas» para promover «la creación de una cultura, de entornos humanos y digitales que se convierten en espacios de diálogo y comparación». Al adentrarse en esta cuestión sacó a colación el debate abierto sobre la inteligencia artificial que, para León XIV, tiene un «inmenso potencial, que requiere, sin embargo, responsabilidad y discernimiento para orientar las herramientas al bien de todos, para que puedan producir beneficios para la humanidad».
En una nueva referencia al Papa Francisco, hizo suyo su último mensaje para la próxima Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales: «Desarmemos la comunicación de todo prejuicio, rencor, fanatismo y odio». Esto le permitió, al rematar su intervención, rechazar «una comunicación atronadora, muscular». En cambio, el Papa Prevost destacó la necesidad de «una comunicación capaz de escuchar, de recoger la voz de los débiles que no tienen voz».
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