Historia
Día del Cáncer de Mama 2025: la historia detrás del lazo rosa
Detrás del símbolo hay una historia de activismo, transformación y memoria colectiva
Cada 19 de octubre, millones de personas en todo el mundo colocan un lazo rosa en la solapa, en la fachada de un edificio o en sus redes sociales. Es un gesto pequeño, pero cargado de significado, un recordatorio de que la detección temprana salva vidas y de que la lucha contra el cáncer de mama sigue vigente. Este 2025, cuando el día arranque, ese símbolo volverá a despertar conciencias. Y para comprender su fuerza, conviene conocer su origen.
El nacimiento del mes rosa y del Día Internacional del Cáncer de Mama
El Mes de Sensibilización sobre el Cáncer de Mama nació en 1985 en Estados Unidos gracias a una campaña conjunta de la Sociedad Americana del Cáncer y la farmacéutica AstraZeneca. Su objetivo era promover la detección precoz y aumentar la conciencia pública sobre la enfermedad. Con el paso de los años, octubre se consolidó como el mes del lazo rosa, y el 19 de octubre se convirtió en la fecha central de conmemoración a nivel mundial.
Aunque no se trata de una jornada oficialmente proclamada por la Organización Mundial de la Salud, el Día Internacional del Cáncer de Mama se celebra de forma unánime en numerosos países, con campañas, actos simbólicos y actividades destinadas a fomentar la prevención y apoyar la investigación.
El origen del lazo rosa: de un gesto individual a un símbolo global
El primer lazo asociado al cáncer de mama no era rosa, sino de color melocotón. En 1991, la activista estadounidense Charlotte Haley, superviviente de la enfermedad, comenzó a fabricar cintas a mano para denunciar que solo una mínima parte del presupuesto nacional en investigación se destinaba a la prevención. Acompañaba cada lazo con una nota que instaba a exigir más fondos para combatir el cáncer.
Su iniciativa se difundió de manera artesanal, pero rápidamente atrajo la atención de los medios y de organizaciones interesadas en ampliar su alcance. Haley, sin embargo, rechazó colaborar con grandes empresas porque temía que su mensaje se convirtiera en una campaña comercial vacía.
El paso al rosa: de la conciencia individual a la masificación
En 1992, la revista SELF y la empresa Estée Lauder lanzaron su propia campaña de sensibilización, inspirada en la idea de Haley. Eligieron el color rosa considerado símbolo de esperanza y feminidad y distribuyeron millones de cintas en tiendas y eventos en todo Estados Unidos. Fue el inicio de un fenómeno global, el lazo rosa se transformó en un emblema internacional de la lucha contra el cáncer de mama.
Desde entonces, su presencia ha crecido hasta convertirse en una imagen universal. Edificios, monumentos y campañas institucionales se iluminan de rosa cada octubre, y el símbolo se asocia directamente con la prevención, la investigación y la solidaridad.
El poder y los matices del lazo rosa
El lazo rosa ha logrado lo que pocos símbolos sociales consiguen, unir causas, países y generaciones bajo una misma identidad visual. Representa la empatía hacia quienes viven con la enfermedad, la importancia de la detección temprana y la urgencia de seguir invirtiendo en investigación.
Sin embargo, también ha sido objeto de debate. Algunas voces critican la comercialización excesiva del símbolo conocida como “pinkwashing”, cuando empresas utilizan el color rosa para vender productos sin contribuir de manera real a la causa. Este debate recuerda que la verdadera fuerza del lazo no reside en su visibilidad, sino en las acciones que inspira.
Con el tiempo, han surgido variaciones del lazo para representar casos específicos, como el cáncer de mama metastásico o el masculino, adaptando tonos y detalles sin perder el sentido original de apoyo y esperanza.
Día del Cáncer de Mama 2025: compromiso y futuro
En 2025, numerosos municipios y organizaciones de todo el mundo volverán a iluminar monumentos, organizar carreras solidarias, conferencias y campañas informativas. En España, cada año miles de personas participan en iniciativas impulsadas por asociaciones como la AECC, que promueven la prevención y la detección temprana.
El lazo rosa seguirá siendo el hilo que une a supervivientes, familias, profesionales sanitarios y ciudadanos comprometidos. Pero su relevancia dependerá de que ese gesto simbólico vaya acompañado de acciones reales; inversión en investigación, acceso equitativo a tratamientos y educación en salud.