Observatorio Social
España no redujo la pobreza de 2016 a 2020
En otros países como Portugal, Grecia, Hungría y Polonia disminuyó hasta un 5%, concluye el Observatorio Social de La Caixa
La pobreza no solo puede medirse en función de los ingresos, sino que ésta es una experiencia mucho más amplia. En este contexto y con el fin de valorar cómo se ha comportado España en cuanto a la pobreza multidimensional en lo últimos años y cómo lo han hecho otros países de nuestro entorno, en el marco del Observatorio Social de La Caixa se ha llevado a cabo un análisis de más de una veintena de países europeos a partir de los datos recogidos entre 2016 y 2020. Paralelamente, el estudio trata de conocer hasta qué punto sufrir ciertas formas de privaciones puede llevar al individuo a experimentar otras en cada uno de estos territorios.
La principal conclusión de este estudio es que, a diferencia de otros países de su entorno, España no vivió una reducción de la incidencia de la pobreza multidimensional durante estos años entre 2016 y 2020, periodo en el que se sitúo de forma bastante estable en el 15%. Por contra, otros países con una incidencia inicialmente elevada, como Portugal y Grecia, experimentaron reducciones de hasta 5 puntos porcentuales, al igual que otros países con incidencias similares a España como por ejemplo Polonia y Hungría.
Además, este trabajo permite observar que las personas pobres suelen hacer frente a múltiples privaciones a la vez, mientras que solo entre el 2% y el 10% de la población experimenta carencias en un solo indicador y es a la vez pobre, lo que pone de manifiesto que no existe una privación única que implique de forma automática pobreza, así como no existe una forma de privación común a todas las personas pobres.
A tener de estos datos, todo apunta a que la tendencia es a una interrelación de las privaciones con el paso del tiempo. En este caso, se ha observado que en el resto de países europeos reproducen datos similares a España en lo que se refiere a las interrelaciones de las privaciones. El aspecto positivo del estudio es que, con acciones impulsadas por los actores políticos, es posible superar privaciones ya existentes, prevenir futuras necesidades y frenar interrelaciones que se establecen entre las diferentes carencias.
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