
Turismo
Una española revela a los españoles lo que no te cuentan de Bali: “Encontré cosas que me dejaron alucinada”
A pesar de ser uno de los destinos más demandados en los últimos años, viajar a esta isla también implica adaptarse a unas costumbres diferentes

Bali se ha consolidado como uno de los destinos soñados para quienes buscan paisajes exóticos, vida digital nómada o una desconexión prolongada del estrés occidental. Pero como ocurre con todo paraíso, también tiene su cara menos amable. Así lo ha contado Mery Freshh, una joven española afincada en la isla indonesia, quien ha compartido en redes sociales su experiencia diaria lejos de los filtros turísticos. Su vídeo ha despertado el interés de miles de seguidores al hablar sin rodeos del caótico y, en ocasiones, estresante ritmo de vida que llevan en algunos ámbitos en el Sudeste Asiático.
“El lado oscuro de Bali”: una realidad con mucho tráfico
Mery detalla una realidad que muchos visitantes pasan por alto hasta que la viven: el tráfico rodado, especialmente en las zonas más concurridas de la isla. Aunque el carácter local suele asociarse con la calma y la hospitalidad, al volante las cosas cambian.
Según explica, en las zonas urbanas el tráfico puede volverse verdaderamente estresante. Los vehículos, principalmente motos, circulan sin seguir normas muy estrictas, adelantando por cualquier lado, incluso por la acera si es necesario. Una experiencia desconcertante, especialmente para quienes vienen de países como España, donde el tráfico se rige por códigos mucho más estructurados.
Uno de los aspectos que más ha sorprendido a la joven española es la flexibilidad de edad a la hora de conducir un vehículo de dos ruedas. “Desde niños de 10 u 11 años conduciendo motos hasta familias completas de cuatro personas compartiendo una misma moto”, comenta en el vídeo. También describe escenas impensables en contextos europeos: motos cargando escaleras, sacos de arroz o incluso herramientas de construcción. Todo esto, circulando sin apenas protección y en condiciones que rozan lo temerario.
En Bali, las motos no son sólo un medio de transporte: económicas, ágiles y aptas para sortear los atascos, son el vehículo preferido tanto por locales como por turistas. De hecho, como indica Mery, tener una moto en la isla “es como hacer un máster en conducción”.
Aunque alquilar un coche es una opción disponible para quienes visitan Bali, no es la más recomendable si se desea agilidad. “Esa ya es para quien quiera pasar más tiempo en la carretera”, bromea Mery. Y no le falta razón: las distancias pueden parecer cortas en el mapa, pero la densidad del tráfico convierte cualquier trayecto en una excursión larga.
Por eso, para quienes no se atreven con la moto o prefieren evitar complicaciones, las apps Gojek y Grab son las grandes aliadas. Equivalentes a los VTC en España, permiten desplazarse en moto o coche de forma asequible y segura, especialmente útil para turistas que no se sienten cómodos conduciendo en un entorno tan caótico.
Si estás planeando un viaje a Bali, hay un consejo que Mery no se cansa de repetir: llevar casco, siempre. Aunque no es raro ver a turistas sin protección, es una imprudencia que puede salir cara. Los accidentes de moto son frecuentes y, en un país donde la infraestructura médica puede ser limitada en zonas rurales, la prevención es clave.
Además, adaptarse a la circulación local requiere paciencia, reflejos y una buena dosis de intuición. No se trata sólo de aprender a conducir en un entorno diferente, sino de asimilar una lógica de tráfico más informal y caótica que en países europeos.
El testimonio de Mery Freshh aporta un matiz realista al imaginario idealizado de Bali. Su experiencia no desmitifica el encanto de la isla, pero sí recuerda que vivir, o incluso pasar unas semanas, allí implica adaptarse a costumbres y dinámicas diferentes. Porque, como ella misma señala, lo que no te cuentan de Bali también forma parte de la experiencia. Y en algunos casos, puede dejarte alucinado.
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