Conflictos
Esto es lo que significa que una persona evite los conflictos callando, según los expertos
Un psicólogo explica qué la provoca, qué efectos tiene y qué estrategias pueden ayudar a gestionarla de forma saludable
Las discusiones y los desacuerdos forman parte de las relaciones humanas. Ya sea en el ámbito familiar, laboral o personal, es habitual que surjan momentos de tensión o desacuerdo. Este tipo de situaciones, aunque incómodas, son necesarias para establecer límites, aclarar malentendidos y fortalecer vínculos.
Sin embargo, algunas personas tienden a evitar cualquier tipo de confrontación , incluso cuando esta resulta necesaria. Para hacerlo, optan por callar o no expresar sus opiniones con el objetivo de mantener la armonía. Según diversos especialistas, esta conducta puede estar motivada por distintos factores psicológicos y tener consecuencias importantes en la salud emocional y en las relaciones interpersonales.
¿Por qué se evita el conflicto?
El psicólogo Mario Arzuza señala que el miedo al conflicto puede tener diferentes orígenes. En algunos casos, está relacionado con el temperamento de la persona: hay quienes, por naturaleza, son poco proclives a la confrontación y valoran especialmente la paz y la estabilidad emocional.
En otros casos, las experiencias previas influyen de forma determinante. Haber crecido en entornos donde los conflictos estaban asociados a gritos, violencia o rupturas emocionales puede generar un rechazo duradero hacia cualquier forma de discusión. Estas personas desarrollan mecanismos de evitación como estrategia para protegerse emocionalmente.
Otra causa frecuente es el temor a no poder controlar lo que suceda durante un conflicto. Algunas personas evitan discutir por miedo a decir algo hiriente, a dañar una relación o a perder la aprobación de los demás. Este patrón es más común en personas con baja autoestima, inseguridad o ansiedad social, para quienes una confrontación representa un riesgo emocional elevado.
Consecuencias de callar para no discutir
Según Arzuza, las personas que evitan el conflicto suelen presentar comportamientos similares: rehúyen conversaciones incómodas, evitan expresar lo que piensan o necesitan, y suelen ceder para no generar tensiones.
Aunque esta estrategia puede parecer funcional a corto plazo, a la larga tiene efectos negativos. El silencio mantenido por miedo al conflicto puede contribuir a una disminución de la autoestima, sentimientos de frustración, pérdida de identidad y agotamiento emocional. También puede generar síntomas físicos, como trastornos digestivos, dolores musculares, fatiga crónica o manifestaciones de ansiedad y depresión.
Herramientas para afrontar el conflicto de forma saludable
Superar el miedo al conflicto requiere, en primer lugar, identificar los pensamientos distorsionados que lo alimentan. Muchos de estos temores se basan en experiencias del pasado que ya no se corresponden con la realidad actual.
Una estrategia recomendada por los profesionales es el desarrollo de habilidades de comunicación asertiva. Esta consiste en aprender a expresar opiniones, emociones o necesidades de forma clara y respetuosa, sin caer en la agresividad ni en la sumisión. Como cualquier habilidad, la asertividad puede entrenarse, y comenzar con situaciones de bajo riesgo facilita el proceso.
Técnicas para afrontarlo
También resulta útil aprender a tolerar la incomodidad que genera el conflicto. Técnicas como la respiración consciente, la meditación o la relajación pueden ser de ayuda para gestionar el estrés en estos contextos.
En casos donde el patrón de evitación está muy arraigado, se recomienda buscar ayuda profesional. Un psicólogo o terapeuta puede ofrecer acompañamiento, explorar el origen de los miedos y brindar herramientas adaptadas a cada persona para mejorar su capacidad de afrontamiento.