
Venganza estudiantil
Una estudiante silencia a su vecina ruidosa con la ley del ojo por ojo: "Puse a todos volumen las canciones cursis que encontré"
Harta de la música a todo volumen a la una y las dos de la madrugada, Lesley respondió con altavoces a las 6:30 durante varios días

Lesley, estudiante universitaria, logró que su vecina dejara de poner música a todo volumen de noche tras invertir los horarios: durante una semana, reprodujo pop pegadizo a primera hora de la mañana, justo cuando el edificio estaba en silencio y su vecina dormía. La estrategia surtió efecto y los “conciertos” nocturnos cesaron, según explicó en un mensaje en Reddit que acumuló miles de votos positivos.
La convivencia en el pasillo llevaba tiempo tensionada. “Sarah no era mala, solo ruidosa”, contó Lesley. Pese a las quejas, la vecina encendía el altavoz a la una o las dos, incluso cuando había clases temprano. Los intentos de pedirle que bajara el volumen se topaban con un “tranquila, es la universidad”, entre risas.
El episodio clave llegó la víspera de un examen. A medianoche, Lesley llamó a la puerta y solicitó, de nuevo, que bajara un poco la música. La respuesta fue una sonrisa irónica y más decibelios. “Me quedé en la cama mirando al techo, hecha una furia”, recordó. Al día siguiente, tras el examen, decidió actuar.
Reacciones y debate en redes
La respuesta consistió en colocar su altavoz Bluetooth contra la pared que compartían y, a las 6:30 en punto, poner a máximo volumen canciones pop especialmente empalagosas, incluidas boy bands de principios de los 2000. El primer día, la vecina salió aturdida y molesta; al tercero, pidió que parara. Lesley replicó con el mismo “tranquila, es la universidad” que había recibido tantas veces. Tras una semana, la música nocturna desapareció.
El relato superó los 20.000 votos positivos y generó cientos de comentarios que aplaudían la “justicia poética” de la maniobra. “Así es como se trata con los ruidosos nocturnos: de noche no les afecta, pero de mañana sí”, resumía un usuario. Otro ironizaba sobre el “síndrome del protagonista”. La propia Lesley cerró la historia con una reflexión que también fue celebrada: las represalias, dijo, mejor que sean creativas, no violentas y con sentido del humor.
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