Consumo
Fabes asturianas que llegan de Polonia: la OCU analiza el origen y el precio de las legumbres del súper
Dos tercios del total de las legumbres que se venden en España vienen de fuera, principalmente de países americanos
Las legumbres son alimentos con una composición nutricional excelente. Presentan un equilibrio en hidratos de carbono de alta calidad, fibra y proteínas, además de aportar minerales como el hierro, fósforo, magnesio y zinc, y vitaminas, principalmente del grupo B. La cocina tradicional española ofrece una gran variedad de recetas con legumbres. Lentejas con chorizo, cocido madrileño, fabada asturiana... son platos muy nuestros. Pero, ¿sabes de dónde provienen las legumbres que se venden en los supermercados de España?
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha realizado un estudio del origen y el precio de 200 productos distintos de legumbres que se ofrecen los lineales de los supermercado y, según sus conclusiones, a pesar de que en nuestro país tenemos una gran tradición de cultivo de este vegetal de buena calidad, la mayoría de las que consumimos son de importación, que suponen ya dos tercios de las ventas en nuestro país.
Según la OCU, su menor coste para el consumidor podría justificar esta situación. Las legumbres de fuera salen más baratas que las españolas. Se observan grandes diferencias de precio, sobre todo en el caso de las alubias. Sin embargo, en los garbanzos son los sellos de calidad los que marcan las tendencias.
De hecho, el garbanzo nacional suele ser más barato que el de importación. En concreto, el castellano es 0,70 €/kg más económico. Mientras que para el pedrosillano la diferencia es prácticamente inapreciable: 0,05 €/kg. Eso sí, cuando se comparan los precios de los garbanzos sin sello con los que llevan distintivo de identificación IGP (Indicación Geográfica Protegida), las diferencias pueden ser considerables. Unos garbanzos lechosos nacionales sin certificación cuestan 3,51 euros/kg, mientras que con certificación IGP Escacena se venden por 9,24 euros/kg. Los garbanzos castellanos IGP Escacena o IGP Fuentesaúco son un 26% más caros que los no certificados.
La lenteja nacional, por su parte, apenas es 0,60 €/kg más onerosa que la de importación. Una diferencia nimia si se compara el sobrecoste sobre un plato de 100 gramos de lentejas: apenas 0,012 euros superior. Eso sí, igual que sucede con cualquier otra legumbre, pueden encontrarse grandes diferencias cuando se compara la común con la que se vende con sello de origen IGP.
En la lenteja beluga puede ahorrarse más de 2 euros/kg si vienen de fuera. En la lenteja pardina apenas hay diferencias por el país de origen, pero sí en la forma de cultivo: las ecológicas cuestan alrededor de un 50% más que las corrientes. En cuanto a las legumbres certificadas, las lentejas IGP de La Armuña e IGP Tierra de Campos son de media un 14% más caras que las nacionales sin sello.
La alubia sí es bastante más cara que la de importación: 2 €/kg de diferencia; y 3 €/kg para la variedad negra. Y pueden ser aún mayores en el caso de la variedad verdina; o cuando se trata de alubias con sello IGP. Las verdinas nacionales cuestan alrededor de 15 euros/kg, mientras que las importadas (sobre todo de Canadá) no llegan a 3 euros/kg. Por su parte, las fabes asturianas se venden a unos 15 euros/kg, frente a los 3 euros/kg de las que llegan de Polonia. Sin embargo, las alubias pintas de la IGP La Bañeza-León son la opción más barata del mercado.
En cualquier caso, desde la OCU recuerdan que el impacto de la legumbre de importación es muy negativo. Primero, sobre el medio ambiente, como consecuencia de las emisiones que genera su traslado desde otros continentes: el 93% de las importaciones proceden de América, sobre todo Estados Unidos, Canadá y Argentina. Y segundo, sobre el campo español, que no ha dejado de ceder terreno, tratándose además de un cultivo que se caracteriza por una escasa demanda de agua y fertilizantes. En ese sentido, la OCU exige a las distintas administraciones impulsar campañas divulgativas que promocionen la compra de la legumbre nacional, más tratándose de un producto saludable cuyo consumo ha descendido un 17% desde 2020.
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