Sevilla

«He roto la hucha. Yo he puesto 1.000 euros para la fianza»

La familia ya espera a «la Manada». En los barrios de Sevilla de los condenados se mueven entre la indignación y la comprensión.

«He roto la hucha. Yo he puesto 1.000 euros para la fianza»
«He roto la hucha. Yo he puesto 1.000 euros para la fianza»larazon

La familia ya espera a «la Manada». En los barrios de Sevilla de los condenados se mueven entre la indignación y la comprensión.

- «He roto la hucha. Yo he puesto 1.000 euros», señala, descamisado –más de 35 grados a la sombra marca el mercurio– el tío de «el Prenda», a la puerta de su casa, prácticamente contigua a la de su sobrino, que está pegada a una peña sevillista. «Yo a ese niño lo he criado y sé que no ha hecho nada», señala. «Eso lo aseguro yo». «El Prenda», Jesús Escudero y Ángel Boza, desde las 18:00 de ayer, cuando abandonaron la prisión de Pamplona están en la calle. Sobre las 19:30, Antonio Manuel Guerrero y Alfonso Cabezuelo abandonaron el módulo militar de Alcalá de Henares. Las plazas de España hierven. El movimiento feminista, de Sevilla a Pamplona, clama. «De momento estamos contentos», señala el tío de «el Prenda». «Yo creo que pasarán el fin de semana en otro sitio», añade. Hasta «el martes por la mañana» no lo esperan. «Porque vendrán en bicicleta», bromea. ¿Y, a partir de ahora, qué? «Lo conoce toda España, no toda Sevilla», admite, sin saber qué tipo de vida va a llevar: «Con la juventud no se sabe». Aunque recomienda: «Tiene que cambiar la vida suya un poquito, para que se dé cuenta de lo que ha hecho. Porque si él dice que es inocente...». «Va a salir con su cara levantada, como él dice, es inocente y lo ha dicho en todos sitios», apunta, antes de pedir que no les molesten más. En el barrio de Escudero, el peluquero, cuando salta la noticia, reina la tranquilidad. ¿Alegría? «Te lo puedes imaginar», asegura la familia al telefonillo. Un vecino señala que «estoy casi de acuerdo (con la decisión), ¿quién de verdad sabe lo que ocurrió allí? Otro joven, en un bar, explica que no hay «ningún riesgo de fuga», como dice el auto de puesta en libertad provisional. «Yo los conozco, entre comillas, y sé que no se van a fugar». Las sensaciones son dispares y, en ocasiones, dependen del género: «Salgo de trabajar a las diez de la noche y vengo con miedo. Ahora más». En el edificio donde vivía Boza, el aspirante a entrar en «la Manada», no contestan al telefonillo. Los vecinos viven su salida de prisión con «normalidad». «No tengo nada contra él ni voy a tener. Es un vecino como siempre». Ningún problema. Es un vecino estupendo», señala un joven. «Yo no he tenido ningún problema con ellos porque son una gente maravillosa. Si lo veo, le daré los “buenos días” porque lo considero una persona como otra cualquiera», señala una vecina de mediana edad. «Yo, si viene, no lo reconocería», indica un señor en un bar. «Una vida normal no creo que puedan llevar, porque se ha hecho un juicio paralelo», añade otro hombre. En abril, el Ayuntamiento declaró personas non gratas a «la Manada». En Pozoblanco, donde tienen otra causa abierta, la jueza ha acordado prorrogarla por su complejidad. Hasta el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, se ha pronunciado apuntando a la pérdida de valores y de Dios como raíz de «cosas repulsivas». Mientras vienen de camino, Sevilla y toda España clama, de nuevo, contra «la Manada». «No quiero que vuelvan», señala una vecina en el barrio de Amate. «Si lo han hecho, que lo paguen», es la expresión más utilizada.