La opinión de Paloma Pedrero
Internet, tecnología, sombreros negros
Si yo tuviera que describir lo que es para mí internet, diría algo así: señal que, quizá, a través de la fuerza del rayo, como una línea de luz luminosa, atraviesa el mundo.
Si yo tuviera que describir lo que es para mí internet, las redes, los ordenadores y demás tecnologías diría algo así: señal que, quizá, a través de la fuerza del rayo, como una línea de luz luminosa, atraviesa el mundo.
Es tan sombroso que lo sabe todo, lo controla todo, ordena y guarda todas las acciones y hasta los pensamientos de las mujeres y los hombres. Ese algo mágico corre por el aire, atraviesa muros y montañas, no tiene alas, pero llega a todos los lugares de la tierra en un instante; a los oídos y a los ojos de los seres más lejanos unos de otros. A través de esa magia podemos conectar a países y a tribus de todas las islas. Entra en las casas y da luz, música, indagación, imágenes en movimiento… Agita todas las máquinas, habla con los solitarios, descubre los males del cuerpo y aconseja.
Ese gran misterio se ha hecho presente en la vida y ya no podemos vivir sin él. Así de extraño es para mí el mundo virtual.
Y reconociendo las virtudes que todos conocemos, añoro el tiempo del papel, él boli y el diccionario sobre la mesa; de las conversaciones cara a cara, del tiempo real que no salta, sino que transcurre. Esta transformación a lo digital nos ha vuelto seres más contra natura. Con un clic volamos, nos informamos, casi siempre malamente, de todo; sentimos que dominamos el mundo.
Y nada más lejos de la realidad. Las tecnologías nos hacen más vulnerables aún de lo que somos. A través del ordenador, los móviles y demás aparatos, los piratas informáticos acceden a las redes con intenciones perversas como destruir archivos, robar contraseñas, números de tarjetas o crear el caos como divertimento; nos manipulan, estafan o incluso nos vuelven locos. Muchas empresas nos maniobran también para lucrarse o controlarnos, aprovechándose de nuestro desconocimiento y su impunidad. En fin, otro peligro que nos ha caído a través de los malhechores. Sombreros negros, los llaman.
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