Laura L. Álvarez

La ex mujer de “El Chicle” “vende” ahora a su ex marido: “Solía llevar bridas en el maletero”

Rosario Rodríguez, madre de la hija de Abuín, reconoció hoy haber mentido a la Guardia Civil mientras la familia Quer seguía buscando a Diana

La exmujer de "el Chicle", Rosario Rodríguez, a su llegada este miércoles a los juzgados de Santiago de Compostela / Foto: Efe
La exmujer de "el Chicle", Rosario Rodríguez, a su llegada este miércoles a los juzgados de Santiago de Compostela / Foto: Efelarazon

Rosario Rodríguez, madre de la hija de Abuín, reconoció hoy haber mentido a la Guardia Civil mientras la familia Quer seguía buscando a Diana

“¿Está usted casada, divorciada?”. “Divorciada totalmente”. Rosario Rodríguez ha querido marcar así las distancias con el que fuera su marido durante 16 años y al que estuvo encubriendo durante los 500 días en los que la familia de Diana Quer y los investigadores del caso ya no sabían ni para dónde tirar. Poco le importó entonces lo que hubiera estado haciendo su marido aquella noche del verano de 2016 en la que le dijo que iba a robar gasoil, curiosamente la misma que en la que desaparició “aquella chavalina de Madrid” y tampoco le importó mentir a la Guardia Civil cuando sabía que le estaban preguntando por su marido en el marco de la investigación de la joven. Ella, como el resto de familiares que han declarado esta mañana en la segunda sesión del juicio contra José Enrique Abuín Gey, le dio una coartada que dificultó la investigación, desvió la atención hacia otras posibles líneas y, en definitiva, alargó el sufrimiento de una familia durante casi año y medio. Ayer volvió a verse las caras con su ex marido, del que ahora reniega tras haberse separado definitivamente en junio del año pasado. Asegura que decidió poner punto final cuando una amiga le dijo “que estaba saliendo mi casa y mi hija por la tele. Fue cuando me cabreé y pensé : ahora ya, acabose”. Pero lo cierto es que Rosario estuvo yendo a visitar a su marido a la prisión de A Lama cuando ya estaba preventivo por el crimen de Diana. Dicen que es desde que ha visto acercarse el juicio cuando la aconsejaron cambiar de actitud. Ahora (que ya no hace falta) se muestra más colaborativa y esta mañana ha confesado en sede judicial que su marido sí solía llevar en el maletero “bridas negras y blancas” para sujetar cosas en los trabajos esporádicos que hacía de carpintería. La cuestión es importante porque para las acusaciones una de ésas es el arma homicida, ya que Diana murió por la rotura del hueso hioides provocada por una brida que tenía enredada en el pelo cuando encontraron su cuerpo. Sin embargo, cuando le han mostrado una brida negra similar a la que se encontró en el pozo enganchada en la melena de Diana, no la ha reconocido: “Demasiado larga, él no usaba de ésas”, ha dicho.

Encubrimiento “por miedo”

Rosario, al lado de quien se acostó “El Chicle” minutos después de haber tirado a Diana al dichoso pozo de una nave abandonada (cuya imagen se vio ayer por primera vez) ahora vive con sus padres y la hija que tuvo con “El Chicle” en Catoira. Asegura que se inventó ante la Guardia Civil que fue a robar gasoil aquella noche con su marido porque él le había contado que, con sus antecedentes podían meterle en prisión y porque su entonces pareja le dijo: “Me quieren culpar de algo que no hice. Entonces yo le dije: vale, tranquilo”. Es más, Rosario ha dejado a entrever hoy que ella sospechó de que su marido pudiera haber cometido el crimen de Diana. “Yo le dije: Enrique, ¿no tendrás nada que ver con lo de esta rapaza? Y él me decía que no, que no, que no”. Parece ser que veía capaz de ello a un hombre del que, asegura, ya no estaba enamorada. “Los últimos cinco años ya no teníamos una relación de amor de quererse mucho. Él sabía que la relación iba a pique”. Aún así, ha manifestado que tenían relaciones sexuales “en días alternos”. Y es que durante la sesión de hoy han salido a relucir los gustos de Abuín con respecto a las mujeres. No es baladí que a Rosario le preguntaran cómo tenía el pelo cuando empezaron a salir: “Moreno y largo”, ha contestado. Las acusaciones tratan de convencer al jurado de que él siempre se fijaba en ese tipo de chicas y que no era la primera vez que asaltaba a una mujer por la calle para satisfacer sus deseos. En la calle o en su propia casa porque, después de Rosario, ha entrado a declarar Vanesa, hermana gemela de ésta, que denunció a “El Chicle” por agresión sexual cuando tenia 17 años.

La cuñada se ratifica en la violación

Vanesa, que cuando ocurrieron los hechos era menor de edad, fue a denunciar con su madre. El caso se archivó en los juzgados de Noia pero ahora se ha reabierto y tendrá que probarse lo que realmente pasó. A pesar del dramático episodio familiar (entonces “El Chicle” ya era pareja de Rosario) y de que asegura que sus hermanas sí la creyeron, todos fueron “perdonando” al presunto agresor. “Poco a poco lo vas sobrellevando pero es algo que nunca llegas a olvidar”. Aún así, dice que retomó la relación con Abuín y Rosario “por mi hermana y mi sobrina pequeña”. El que sí ha dejado claro lo perturbado que podía ser “El Chicle” con respecto a las mujeres es su (ex) amigo Manuel Somoza, compañero de farras y de posibles “cacerías” de Abuín.

De caza al instituto

Según ha explicado hoy ante el tribunal, solía ir con “El Chicle” a intentar ligar a discotecas y a clubes de alterne a Santiago o Pontevedra mientras que, según el, Abuín le contaba a Rosario que iban a robar gasoil o a coger almejas. Pero es que Somoza ha asegurado que, incluso, iban a las puertas de los institutos para ver a las menores y que les decía: “¡Guapa!”, “¡Tía buena!” a alguna adolescente que le gustara. En este momento Valeria, hermana de la víctima y presente durante toda la jornada de hoy, a roto a llorar. Somoza dice que aunque él nunca le vio “acosar” a ninguna de esas menores en los centros escolares, sí asegura que lo hizo por Facebbok. “Él era muy pesado con ellas”, ha dicho, al tiempo que ha remarcado los gustos de su (ex) amigo: morenas, altas, delgadas y de pelo largo. Demostrar que Abuín abordaba siempre a este tipo de chicas con fines sexuales es parte de la estrategia de la acusación, para tratar de demostrar que lo que ocurrió con Diana es parte de su “modus operandi”. Pero el acusado, a quien hoy le tapaba gran parte de la cara una pantalla colocada y que el día anterior no estaba, no hacía ascos a otro tipo de mujeres y parece que actuaba simplemente cuando veía una oportunidad. Y es que la última en declarar hoy ha sido una mujer que pudo haber caído en las garras de “El Chicle” si no llega a aparecer enseguida su marido. Es Rosa Elvira Bermúdez y el “incidente” ocurrió en la primavera de 2017, después de ya haber presuntamente violado y asesinado a Diana.

“Ven, que lo vamos a pasar bien”

Dice que él la abordó mientras ella esperaba sola en la a que llegara a buscarla su marido al salir de trabajar. Él iba en su Audi y, al verla sola, aparcó y se bajó. “Ven, que lo vamos a pasar bien”, le dijo. Ella, presa del pánico, salió corriendo e intentó parar a una furgoneta que pasaba por allí pero el vehículo no la vio o no la hizo caso. Enseguida vio llegar el coche de su marido y el Chicle se metió en su Audi y se fue. “Le seguimos un rato con el coche pero estábamos muy nerviosos y pedí a mi marido que lo dejara ya porque, como le cogiera, le iba a matar”. Se dio cuenta de quién era poco después, cuando fue detenido por el crimen de Diana y su cara salió en todas las teles. También ahí fue cuando otras dos testigos que declararon ayer vieron al “pesado” que había estado molestándolas unos días atrás, en las navidades de 2017 en Boiro.

Las otras (casi) víctimas de Boiro

Fue apenas unos cuatro días antes de ser detenido por el último intento de rapto del Chicle, por lo que fue condenado a cinco años y fecha desde la que no ha vuelto a pisar la calle. Cuando Sara y Ángeles Mato vieron esa cara “inconfundible” -por la característica dentadura de Abuín- se quedaron en shock. “Íbamos por la noche cantando y grabando un vídeo y pasó un coche despacio”, explicaron en sede judicial. “El Chicle” se paró a la altura de las chicas y les preguntó dónde iban, al tiempo que las invitaban a que se subieran al coche, que las acercaba él a donde fueran. Afortunadamente, ellas pasaron de aquel tipo. “Se puso muy pesado, sobre todo con mi hermana, porque iba con los zapatos en la mano”. Abuín la decía de forma insitente: “Rubia, ven aquí. Venga, que te vas a cortar los pies”. Le perdieron de vista pero luego se dieron cuenta de que seguía mirando desde la puerta del bar al que fueron ellas. Cuando le volvieron a ver, ya fue en la tele. Ángeles, la “rubia” a la que acechó “El Chicle”, fue tajante cuando le preguntaban qué creía que habría pasado si se hubiera montado en aquel coche. “Yo hoy no estaría sentada aquí”, ha dicho. Al terminar su declaración, salió de la sala y también lo hizo Valeria. La hermana de Diana Quer, que ha pasado grandes momentos de tensión en la sala, se fundió con las dos en un fraternal abrazo y las tres rompieron a llorar.

En la sesión de hoy, en la que “El Chicle” no ha dejado de escribir en un folio, aún con las esposas puestas, todo lo que le molestaba de sus familiares, la otra hermana de Rosario, Elena Rodríguez y la ex pareja de ésta, Adrián. Ellos vivían con “El Chicle” y Rosario (y las hijas de ambos) en la casa de Taragoña cuando sucedieron los hechos. A pesar de haber violado a su hermana, Elena le hizo padrino de su hija, por lo que parece que tenía en estima a su cuñado. Adriám, por su parte, ha sacado a relucir el tópico gallego con sus respuestas: “¿Su relación con Abuín era buena o mala?”, preguntaba la fiscal. “Más o menos”, respondía él. “¿Tenía buena relación con el acusado?”, insistió el abogado de la acusación. “Mala no”, decía sin contundencia. Parece necesario comprender por qué también ellos encubrieron a “El Chicle”. Ambos han explicado que también lo hicieron por el tema de los antecedentes y que, al día siguiente del crimen, fueron todos a pasar la tarde en la playa. Como un día más. Como si nada le turbara. Y así aguantó (aguantaron) año y medio. Estas tres personas que mintieron a los investigadores sobre qué hizo Abuín aquella noche no tendrían ninguna consecuencia penal.