Conflictos religiosos

La Navidad secuestrada de Irak

No ha habido bombas, pero el miedo y el duelo por los desplazados y los muertos rebajan la alegría en la tierra de los primeros cristianos.

La Navidad secuestrada de Irak
La Navidad secuestrada de Iraklarazon

No ha habido bombas, pero el miedo y el duelo por los desplazados y los muertos rebajan la alegría en la tierra de los primeros cristianos.

No ha habido bombas, de momento, pero la Navidad iraquí ha sido parcialmente secuestrada por el miedo a la violencia y el duelo por los desplazados y los muertos. En Kirkuk fue profanado un cementerio y en Bagdad, un grupo de fanáticos chiíes saludó las Navidades pidiendo a las cristianas que se cubrieran el cabello. Se oficiaron misas, pese a todo, en el conjunto del país y muchos musulmanes se unieron a las celebraciones. El 24 fue fiesta para el conjunto de los iraquíes.

«No van a contentarnos con un gran árbol de Navidad en el centro de Bagdad mientras sigamos siendo ciudadanos de segunda fila», aseguraba a principios de semana el patiarca caldeo Louis Raphael i Sako. Algunos días antes, el domingo 13 de diciembre, supuestos miembros de milicias chiíes habían dado inicio a la también tradicional campaña navideña de hostigamiento a los cristianos, sembrando las paredes de los barrios bagdadíes de Karada, Al Gadir y Zayona con pasquines donde se pedía a las mujeres que se cubrieran el cabello con hiyab.

Navidades, pese a todo, las ha habido. Y no sólo para los cristianos. No pocos musulmanes afirmaban a través del Facebook que iban a desafiar una orden dictada por Dáesh dentro de la zona que controla en la que se prohibían por heréticas las celebraciones navideñas. Según decían los usuarios, muchos se habían sumado a la festividad en solidaridad con la terrible situación de la minoría cristiana. Vista la convulsa situación de este país y la incapacidad de sus autoridades para salvaguardar la seguridad de los cristianos, el patriarca ha cancelado algunas recepciones oficiales de invitados y algunas de las tradiciones asociadas a las fechas navideñas. Y, sin embargo, la Navidad no ha terminado diluyéndose entre el temor. Las tradicionales misas de Nochebuena se celebraron, pese a todo, y los barrios caldeo-asirios de Bagdad presentan estos días el carácter festivo y colorido de estas fechas.

En los campos de refugiados, también ha habido Navidad, gracias, entre otras cosas, a la acción humanitaria de diversas organizaciones vinculadas a la Iglesia como Cáritas o Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN). Sus secciones españoles están teniendo un papel protagonista en ello.

De una manera u otra, estos supervivientes iraquíes se las han ingeniado para mantener sus tradiciones y celebrar las fechas, de un modo más íntimo, pero quizá, también, más espiritual y conectado a su sentido original.

Si queda todavía un lugar en el país donde es posible percibir la Navidad en las calles es en Ankawa, el corazón cristiano de Erbil. Muchos de sus habitantes son desplazados de los Llanos de Nínive. El arzobispo caldeo de Erbil ha pedido que se abra una puerta en cada iglesia para que éstos puedan experimentar más intensamente los beneficios del año del Jubileo.

Un poco más al norte, en Dahok, desaparecen las guirnaldas, las luces y los ornamentos, pero es posible ver comercios navideños regentados por kurdos musulmanes. También aquí celebra la Navidad buena parte de la población musulmana, claro que desprovista de su significado espiritual. Han sucumbido a la fascinación de las luces parpadeantes y a la amigable faz de los renos de San Nicolás.

Nadie descarta, por lo demás, que se produzca un atentado a lo largo de los próximos días, tal y como viene sucediendo de forma sistemática durante los últimos años. El 25 de diciembre de 2003, 26 cristianos fueron masacrados en las proximidades de una iglesia situada en Dora (Bagdad). Por aquellas fechas, vivían 150.000 creyentes en el distrito; hoy quedan 1.500. Las matanzas se sucederían desde entonces. El principal líder político asirio Yonnadam Kanna ha dado a conocer estos días un informe donde se sostiene que alrededor de 700.000 cristianos han abandonado el país desde el final de la era de Sadam Hussein.