
Misa multitudinaria
León XIV, ante su «puesta de largo»
La homilía de Robert Prevost marcará las líneas maestras del pontificado

Desde que en la tarde del jueves 8 de mayo la fumata blanca anunciara que la Iglesia católica contaba con un nuevo Papa, el hasta entonces cardenal Robert Francis Prevost entró en una espiral de «primeras veces» que hablaban de un completo vuelco en su trayectoria vital. León XIV se presentaba ese mismo día en la logia central de la Basílica de San Pedro con una bendición «Urbi et orbi» extraordinaria y un discurso con la paz como eje bajo el brazo. A partir de ahí, su estreno con los cardenales, con los periodistas, con el cuerpo diplomático… A esto hay que sumar la vuelta a su apartamento en el Palacio del Santo Oficio, su regreso a la comunidad agustina que ha sido y es su verdadero hogar… Todo esto, sin olvidar el arranque de motores de la que será su agenda ordinaria entre reuniones con los responsables de diferentes Dicasterios, audiencias a grupos eclesiales de distinta índole… Y es que, en apenas diez días, el nuevo Sucesor de Pedro no solo ha comenzado a ejercer de pastor de la Iglesia universal, sino también de gestor de la Curia y de jefe de Estado del Vaticano.
Pero al primer Papa norteamericano de la historia le faltaba lo que en términos civiles podría considerarse la toma de posesión oficial a través de la misa para el inicio del ministerio petrino del obispo de Roma, que en otros tiempos era conocida como misa de entronización, nombre que la Santa Sede prefiere desterrar en tanto que evoca al Papa como una monarquía absolutista con corte adosada.
León XIV comenzará la jornada de Papa rezando ante el sepulcro de San Pedro, en las grutas vaticanas bajo la basílica epicentro del catolicismo. Acompañado por los patriarcas de las Iglesias Orientales, se encomendará al primer Papa de la historia, identificándose con su martirio y ratificando la sucesión apostólica, en el que será el momento de mayor intimidad. Minutos después, emergiendo desde el baldaquino de Bernini, se unirá a los cardenales en la procesión hasta la plaza, mientras entonan las Laudes Regiae, que son unas letanías en las que se invoca a los santos para que protejan el devenir del Santo Padre en la misión que se le ha encomendado. Los acompañarán hasta el atrio dos diáconos con el palio, el anillo del pescador y el Libro de los Evangelios.
Al llegar al altar ubicado en la Plaza de San Pedro, la eucaristía se inicia con normalidad, hasta después de las lecturas dominicales. La primera y segunda se entonarán en español y en inglés, mientras que el Evangelio se proclamará en latín y en griego como signo de unidad en el orbe católico entre el rito latino y el bizantino. En este 18 de mayo se escuchará en todas las parroquias del planeta el pasaje narrado por Juan en el que Jesús de Nazaret anuncia a los discípulos el mandamiento nuevo: «Que os améis unos a otros; como yo os he amado».
Justo después, el cardenal protodiácono, el francés Dominique Mamberti, el mismo que pronunció el «Habemus papam» el 8 de mayo, será quien impondrá a León XIV el palio sobre la casulla, que es una estola blanca confeccionada con lana de cordero con seis cruces. Se trata de una enseña litúrgica de honor y de jurisdicción que reviste de autoridad al Papa y que representa al Buen Pastor que lleva a las ovejas sobre sus hombros, especialmente a las perdidas. Además, está decorada, tanto en el frente como en la parte posterior, con tres alfileres denominados acículas, que representan los tres clavos de la cruz de Cristo.
A continuación, Robert Prevost recibirá el anillo del pescador de manos del decano del Colegio Cardenalicio, Giovanni Battista Re, el italiano de 91 años que coordinó a los purpurados durante la sede vacante tras la muerte de Jorge Mario Bergoglio. Se lo colocará en el dedo anular de la mano derecha y vincula al Pontífice directamente con aquel pescador al que Cristo eligió primer Papa de la historia.
Luego, el Papa bendice a la asamblea con el Libro de los Evangelios, mientras se aclama en griego: «¡Ad multos annos!». Al entorno del altar se acercan entonces doce personas que simbolizan a los doce apóstoles y, a la vez, buscan representar todas las vocaciones y realidades del pueblo de Dios. En principio, serán tres cardenales, un obispo, un presbítero, un diácono, un religioso, una religiosa, un matrimonio y dos jóvenes. La celebración sigue con la homilía de León XIV, en la que está previsto que comparta algunas de las líneas generales de su recién estrenado Pontificado.
A partir de ahí, la misa se desarrolla con normalidad, recitando el credo y con las peticiones propias de la oración de los fieles, con cinco invocaciones en portugués, francés, árabe, polaco y chino. Al entonar el canto «Tu es pastor ovium», se presentan las ofrendas, introduciendo a la asamblea en la liturgia eucarística. El Papa consagrará el pan y el vino, se llevará a cabo el rito de la paz y los miles de fieles presentes en la plaza podrán comulgar. Antes de la bendición final, el Obispo de Roma entonará el Regina Coeli, la oración mariana que sustituye al ángelus en tiempo de Pascua, acompañado de una breve alocución. A partir de ahí, está previsto que el Pontífice norteamericano salude a todas las delegaciones llegadas para la ceremonia en el interior de la basílica. Además, recorrerá la plaza de San Pedro y Via della Conciliazione para acercarse a los fieles.
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