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Londres, París y Roma superan a Madrid en niveles de polución

Londres, París y Roma superan a Madrid en niveles de polución
Londres, París y Roma superan a Madrid en niveles de poluciónlarazon

Las estaciones meteorológicas de la capital muestran niveles más bajos de NO2 que otras ciudades europeas.

Ninguna ciudad quiere «presumir» de ser una de las más contaminantes. Así, resulta complicado encontrar comparativas fiables que determinen el nivel de polución. Webs como Air Quality Now muestran en tiempo real el nivel de emisiones de dióxido de nitrógeno (NO2 ). Y lo cierto es que Madrid, tras la llegada del anticiclón, reflejaba ayer uno de los niveles más altos del continente. Sin embargo, en estas fuentes no se encuentra el nivel medio anual de NO2 registrado por las estaciones meteorológicas de cada ciudad. Sí lo refleja, en cambio, la Agencia Europea de Medio Ambiente (Aema), organismo dependiente de la UE. ¿Conclusión? Las estaciones meteorológicas de la capital española muestran, en conjunto, límites de NO2 más bajos que las de grandes capitales europeas como Londres, Roma o París.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la UE cifran en 40 microgramos por metro cúbico el límite de NO2 anual al que los ciudadanos pueden estar expuestos. Según los datos anuales de Aema pertenecientes a 2014, de las diez estaciones que tiene Madrid, cinco lo superaron –una por encima de 50, y cuatro entre 40 y 50–, mientras que otras cinco se quedaron por debajo. Por contra, en Londres, el 85% de sus estaciones rebasaron el límite: cuatro por encima de 50 y dos entre 40 y 50. En 2013, las estaciones de Roma y París –ambas ciudades no cuentan con datos correspondientes al año pasado– también reflejaron niveles superiores a la de la capital de España. Así, en Roma, el 80% de sus estaciones superó el umbral: cinco de ellas por encima de 50 y tres entre cuarenta y cincuenta. No mostró mejores datos la capital francesa: de sus doce estaciones, siete superaron el tope de 50 y dos el de 40. Así, el 75% de sus puntos de medición excedieron las recomendaciones internacionales. También en Italia, las tres estaciones de Milán están por encima del límite. Y sorprende, por otro lado, el caso de Ámsterdam, con el 60% de sus puntos excediendo la tasa de 50.

Según los mismos datos facilitados por Aema, Barcelona y Berlín estarían por debajo de Madrid en cuanto a niveles de NO2 . De las ocho estaciones de la Ciudad Condal, sólo dos exceden el umbral. Mientras, la capital alemana cuenta sólo con un 44% de sus puntos de medición –cuatro estaciones sobre nueve– por encima de los 50 microgramos.

«En Madrid se producen dos o tres anticiclones importantes de forma anual, lo que produce una pérdida de la capacidad dispersiva que tiene la atmósfera», explica José María Baldasano, catedrático de Ingeniería Ambiental de la Universidad Politécnica de Cataluña y director del Departamento de Ciencias de la Tierra del Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS). «El problema es que se ha esperado demasiado para tomar medidas. A los políticos, independientemente de su color, les da mucho miedo ante las reacciones de los ciudadanos por los cambios de hábitos. El Ayuntamiento, en colaboración con la Comunidad de Madrid, debería haberlo hecho antes», añade. Y es que la gravedad no reside tanto en los episodios que vivimos durante estos días como en el hecho de estar expuestos a una contaminación continuada. Una de las consecuencias a menudo olvidadas es el coste económico que conlleva la polución. Sólo en muertes y enfermedades supone un gasto de 1,4 billones anuales para la UE y de 38.000 millones de euros a España. Así, a cada español la polución le cuesta más de 800 euros.

Para Baldasano, estamos ante un «problema de contaminación crónica sistemática. Es decir, que sistemáticamente estamos por encima de los niveles». Así, considera que «atacar» el problema «es una necesidad, no una política. No deben ser sólo medidas coyunturales. No existen recetas mágicas. El Ayuntamiento hizo un plan que comprendía los años 2011 y 2015. Son medidas muy suaves, cuando lo que hay que hacer es coger el toro por los cuernos». No hablamos tanto de rebajar el límite de velocidad a 70 km/h; por ejemplo, prohibir aparcar en el centro a los no residentes «debería ser algo normal cada día del año». Del mismo modo, el experto cree que se debería forzar al Gobierno a incentivar la compra de un coche eléctrico, por ejemplo, a través de la exención de impuestos. «Éso es algo que ocurre en Noruega, por ejemplo, donde la gente ha optado por estos vehículos». Así, «si resolvemos el problema de contaminación crónica no hablaríamos de episodios», apunta.

Baldasano critica la actuación de laUnión Europea, que ha sido objeto de «presión por parte de los fabricantes de coches, liderados por Alemania. Esto explica que normas que parecían muy exigentes no hayan tenido un efecto claro». No en vano, «las normas europeas se han hecho de acuerdo a un protocolo de laboratorio. Ese protocolo dista mucho de las condiciones de circulación real de los vehículos». Así, se ha permitido que los motores diésel acaparen buena parte del parque automovilístico. Y si bien «consumen menos, y producen menos CO2, contaminan más en NO2 y material particulado.

Otra de las medidas para atajar esta cuestión de salud pública sería fomentar la concienciación ante el uso del transporte público. «Todo es mejorable, pero en Madrid y Barcelona contamos con buenos sistemas».