Mascotas

Las puertas del cielo perruno

El hospicio canino «The Grey Muzzle» acoge a chuchos abandonados en fase terminal para brindarles cariño, cuidados y algún que otro capricho en los últimos días de su vida.

A veces el mejor amigo del hombre ve cómo lo abandonan en los instantes finales de su vida
A veces el mejor amigo del hombre ve cómo lo abandonan en los instantes finales de su vidalarazon

El hospicio canino «The Grey Muzzle» acoge a chuchos abandonados en fase terminal para brindarles cariño, cuidados y algún que otro capricho en los últimos días de su vida.

Hace una década una enfermera retirada decidió dedicar las fuerzas que le quedaban a cuidar a perros en estado terminal. Nicola Coyle, que así se llama, encabeza uno de los programas de acogida y cuidado animal más enternecedores: el hospicio canino «The Grey Muzzle» –que se traduce como «hocico gris» en castellano–. Gracias a ella, los canes abandonados con menos de seis meses de esperanza de vida disfrutan de sus últimos días en un ambiente de libertad con multitud de actividades.

El amor por los animales que Coyle profesa desde que era niña fue la semilla que hizo germinar este peculiar centro. Su empatía hacia los pequeños de cuatro patas le ha llevado a dedicar sus días de retiro a los perros que no han tenido una vida fácil, aquellos que no saben lo que es ser rescatados y aquellos que fueron abandonados cuando su energía empezó a decaer. Coyle no lo duda: «Por supuesto que es un trabajo duro, pero reconforta saber que sus últimos momentos están llenos de felicidad».

En este hospicio para mascotas se dan escenas no tan propias de un refugio animal porque los auténticos reyes y reinas son los propios perros. Todos muestran signos de decrepitud; sus caras están arrugadas por el paso del tiempo, pero tienen la actitud más enérgica de toda su vida. Más de un humano sentiría celos de estos animales si viera las actividades en las que participan. Disfrutan de largos días en la playa o en la montaña, viven jornadas de convivencia con otros animales y gozan de copiosas comilonas en las que abundan postres y deliciosa comida rápida. «El otro día, Wilma, nuestra perra paralítica, nos convenció para que la llevásemos de acampada. No hay nada que guste más a un perro que explorar al aire libre», comenta Coyle.

Otro de los momentos especiales para los residentes en este hospicio es el de su cumpleaños. Coyle reconoce que no siempre sabe cuándo es el aniversario de cada huésped, pero asegura que ninguno de ellos se queda sin su día especial. En la fiesta sobra tarta, invitados perrunos y juguetes para que todos puedan disfrutar al máximo.

El dinero del mantenimiento diario y de las actividades extraordinarias suele correr a cargo de la jefa, pero todo aquel que quiera colaborar puede hacerlo mediante donativos: «Estoy completamente abrumada por la amabilidad, las donaciones y el apoyo que nos han mostrado en los últimos días, tras la aparición del proyecto en los medios. Ha habido demasiados momentos difíciles y ahora puedo respirar aliviada por mí y por los perros».

Por supuesto, la inmunidad emocional no es una constante en este trabajo. Los canes se van sucediendo y cuando uno parte ya hay otros esperando a la puerta. Es una labor altruista y unida a la muerte, lo que hace que el reconocimiento sea aún mayor: «Nunca se vuelve más fácil, y en realidad me pregunto cuántos corazones más nos van a robar estos peludos».

Para dar fe de lo que se hace en este centro no hay nadie mejor que sus propios colaboradores. «Increíble. Un gran corazón compasivo que ofrece un lugar cálido para afrontar el final a perros callejeros que nunca han sido tratados con amor. Espero que todos los que sepan del programa donen algo y lo compartan con los demás», afirma Julie, mecenas del proyecto. «Desarrolla un trabajo verdaderamente maravilloso. Yo he cuidado a todos mis queridos perros durante sus enfermedades finales y nunca fue fácil. En honor a ellos, que viven en mi corazón por siempre, colaboro económicamente con la causa», declara Alice, otra admiradora del trabajo de Coyle.

No hay constancia de que exista otro proyecto similar en España, ni siquiera en Europa. Pero nunca es tarde para motivar e inspirar a los amantes de los animales. El valor de esta iniciativa radica en que los perros entran al hospicio de forma lamentable, viniendo de situaciones de mendicidad. Pero una vez dentro, solo se concentran en ser felices, explorar y disfrutar al máximo de helados, hamburguesas, baños en la playa y demás placeres de la vida; lo más cercano al cielo de los perros.