
Vaticano
Las minorías de presión, claves para elegir al Papa
Sean ideológicos o geográficos, los «lobbies» cardenalicios resultan determinantes ya en el precónclave, con Pietro Parolin como candidato

Un arzobispo español de genio y figura llegó a decir que su designación episcopal fue fruto del «vuelo rasante del Espíritu Santo». Entre acrobacias y piruetas, también tendrá que planear a partir del próximo miércoles por la tarde, cuando se le invoque en la Capilla Sixtina para tomar parte en la elección del próximo Sucesor de Pedro.
Para elegir al Papa será necesaria una mayoría cualificada de dos tercios, de los 133 candidatos confirmados. Si no se produce ninguna baja de última hora, precisa del favor de 89 purpurados. Y llegar hasta ese «quorum» no parece sencillo a priori. Sobre todo, teniendo en cuenta la presencia de determinadas minorías de presión que podrían bloquear a un candidato concreto, aun cuando eso supusiera ofrecer la imagen de una Iglesia dividida. Si el cardenal emérito de San Salvador Gregorio Rosa Chávez dejó caer hace unos días que confía en que el desafío se resuelva en el tercer día –esto es, entre la sexta y la novena votación–, algún elector consultado por LA RAZÓN augura un cónclave «largo», sin especificar en cuantas sesiones se concretaría. Lo cierto es que Benedicto XVI fue elegido en la cuarta votación y Francisco, en la quinta.
Con este marco de referencia, en este cónclave de 2025, más allá de las quinielas mediáticas, calculadora en mano parece ser que, a priori, hay una propuesta que partiría con no pocos sufragios de entrada con el respaldo de varios «lobbies» cardenalicios. Se trata del cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin. Desde hace varios años suena su nombre, por su experiencia como «primer ministro» de la Iglesia universal. Para este diplomático de 70 años y procedente de la región del Véneto, sería el reconocimiento a su talante moderado y su capacidad para salir airoso dentro del engranaje curial.
Pero, amén de sus virtudes y de las flaquezas de este hombre tímido y cauteloso, se encontrarían los apoyos reales de que dispone. Después de consultar a varios purpurados presentes en estos días en las congregaciones generales, LA RAZÓN ha podido confirmar que un grupo de electores estaría dispuesto a visibilizar en la primera votación en la tarde del día 7 que goza de un contundente respaldo prácticamente incuestionable.
«Aunque es pronto para dar un número exacto de cuantos votos habrían recopilado ya a su favor, sí están organizándose de tal manera que quieren mostrar que solo existe la vía Parolin. Y eso solo se consigue si en ese primer sondeo barre con al menos 40 votos», comenta una fuente vaticana que ofrece más pistas sobre cómo podría estar tejiéndose esta red. El punto de partida sería el respaldo de los italianos. El país transalpino cuenta con 17 electores. No votarían todos en bloque puesto que algunos miran con cariño al cardenal de Bolonia, Matteo Zuppi, y al patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa. Sin embargo, sí le respaldaría un número significativo, desde esa añoranza por recuperar el Papado al margen del nombre, después de tres Pontífices extranjeros.
Con el «lobby» italiano de su parte habría que sumar a algunos cardenales veteranos de la Curia, así como a las birretas de nuevo cuño de algunos países periféricos donde Parolin se ha hecho presente en este tiempo como emisario papal, bien para resolver conflictos internos eclesiales o para fortalecer los vínculos con los Estados. Pero si hay una minoría determinante que podría apostar por el secretario de Estado es el ala más nostálgica de la Sixtina. Y no porque Parolin les haya hecho guiño alguno.
«No es que sea ultraconservador, pero hombres como Robert Sarah o Raymond Leo Burke saben que un candidato «trumpista» nunca lograría el respaldo suficiente y preferirían ceder su apoyo a un candidato maleable que relajaría la velocidad de las reformas de Francisco», señala un eclesiástico consultado que sigue de cerca las murmuraciones adosadas al café púrpura matutino. En cualquier caso, este clérigo aclara que «Parolin estaría al margen de todas estas negociaciones pero, evidentemente, se estaría dejando querer».
Sin embargo, el hecho de que parta como favorito y que en la primera votación pudiera barrer o ir de avanzadilla no es sinónimo de victoria final. Tocaría convencer tanto a los indecisos como a otros grupos con diferentes sensibilidades, sean ideológicas o geográficas. En caso contrario, se buscaría otro candidato de consenso.
A priori los cardenales latinoamericanos sí podrían conformar un grupo más o menos homogéneo, pero no parece que eso se traduzca entre los africanos, con una mirada eclesial y social bien distinta entre el Magreb y los subsaharianos. El voto de Estados Unidos se podría dividir prácticamente a la mitad entre quienes respaldan el reformismo de Bergoglio y quienes desean una vuelta atrás. Y frente a los cardenales que se identifican con algunos movimientos eclesiales como el Opus Dei o Comunión y Liberación, Francisco ha impulsado una mayor presencia de birretas pertenecientes a congregaciones. En total hay 33 purpurados religiosos, con cinco salesianos al frente, seguidos de franciscanos y jesuitas, entre otros. Eso no significa que actúen como un bloque monolítico.
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