Elecciones generales

No somos el eco de nadie

Carmen tiene 19 años y ya ha decidido su voto. Foto: Gonzalo Pérez
Carmen tiene 19 años y ya ha decidido su voto. Foto: Gonzalo Pérezlarazon

Este año, la Semana Santa llegó de una forma diferente y es que, por primera vez, estos días tan especiales trascurrieron en plena campaña electoral. Además, resulta ser una de las más importantes de la historia, en concreto para las personas con discapacidad intelectual: por fin, todas podremos votar libremente en estas elecciones generales.

No me canso de repetirlo, hoy marcará un antes y un después y no solo para nosotros, las personas con discapacidad, sino para toda una sociedad que cada día es más justa y madura. Me enorgullece. No puedo evitar sonreír porque, tras tantos mensajes de aliento y conferencias compartiendo mi historia, hoy, por fin, puedo palpar algunas de las victorias. Sin duda, que 100.000 personas con discapacidad intelectual puedan votar este año por primera vez es un gran hito y debemos celebrarlo como se merece: ¡votando!

Nunca me ha gustado la expresión «dar voz a alguien», como si esa persona estuviera privada de ideas propias y careciera de opinión. La falta de pensamiento crítico es uno de los grandes mitos sobre las personas con discapacidad para quienes no han tenido la suerte de relacionarse con nosotros. Se dice que repetimos las ideas de nuestros padres y que pensamos como ellos. No es cierto. Pero, ¿y si tuviera algo de verdad? ¿acaso no todas las personas reciben influencia de sus progenitores?

No somos el eco de nadie, contamos con nuestra propia voz. Las personas con discapacidad nos indignamos ante las injusticias, tenemos deseo de cambio y ansia de mejora y, muchos de nosotros, un gran interés por la política. A veces, tristemente, tener una voz no basta para imponerse ante los ruidos. Por eso, sí resulta fundamental poder contar con un altavoz, alguien que hable bien alto y que permita que una lucha individual se convierta en un asunto social. Es por ello que me considero una persona muy afortunada. Yo no elegí ser la caja de resonancia de nadie, pero las vicisitudes de la vida me han ido otorgando, en parte, esa gran responsabilidad.

Tengo la suerte de que hoy mi voz será escuchada, por ejemplo a través de esta tribuna. Pero somos muchos más los que día tras día luchamos por nuestros derechos y la visibilización de la diversidad.

Aun así, tenemos muchos retos por delante: no cuestionar el voto de nadie y, fuera del ámbito político, aumentar el empleo de las personas con discapacidad, su participación en las empresas ordinarias, acabar con los pesados estigmas y un largo etcétera. Tendemos a cuestionar la diferencia, pero nadie le da vueltas a la normalidad.